En 1999, el artista Bernardo Oyarzún llegó hasta la Galería Gabriela Mistral con una osada propuesta: Photo Album, exhibición que comprometió una serie de imágenes familiares que daban cuenta de su historia indígena, pero también, de la migración campo- ciudad que sus parientes experimentaron durante la segunda mitad del siglo XX.

El proyecto fue rupturista. Hasta entonces, muy pocos se habían atrevido a confirmar públicamente su herencia indígena. Por el contrario, aquel era el tiempo donde el apellido mapuche se borraba y donde la lengua, intentaba olvidarse.

“Con Photo Album quería decir claramente que yo era mapuche. Ahora, cuando uno hace el análisis, no resulta tan sorprendente, pero en el año 1999, en Santiago, había muy pocas comunidades. Entonces, claro, decir que mi abuela era mapuche, era distinto a decirlo ahora”, recuerda el artista.

“Por otro lado, también era un gesto irónico, porque durante el gobierno de Aylwin, él hizo un viaje a Londres y fue a visitar a sus familiares ingleses al cementerio. Eso me hizo recordar aquella fantasía que tiene el chileno de hablar siempre de su ascendencia europea, como sintiéndose más europeo que mapuche”, agrega el artista quien, desde este miércoles 6 de marzo, volverá a exhibir parte de esta obra en el marco de Santiago: ciudad destino, exposición que también reúne piezas de Janet Toro, Jorge Brantmayer, Iván Navarro y los colectivos gt2P y ariztiaLAB.

Así, Santiago: ciudad destino, que fue curada por Rodrigo Tisi, se compone de diversos videos, objetos, dibujos y registros sonoros.

Microsoft Word - Descriptor de obras exposición Santiago final.

Imagen perteneciente a la serie Photo Album. Créditos: Bernardo Oyarzún.

Photo Album, 20 años después

En este nuevo contexto, Oyarzún presentará una obra mucho más acotada. Sin embargo, sostiene que la intensión es la misma: valorar a nuestros antepasados y comprender que las ciudades son sitios tensionados por las migraciones.

“Santiago es una ciudad de migrantes. Poner este acento es súper relevante. Además, siento que migrar del sur hacia Santiago no tiene tanta diferencia respecto de migrar de otro país: en ambos procesos está lo épico y el hecho de abandonar los afectos”, reflexiona el artista.

Para Oyarzún, Photo Album es una exhibición significativa, ya que esta fue su segunda exposición individual. De esta forma, fue la primera vez que abordó, de manera explícita, el tema mapuche: “Luego viene Tierra de fuego, donde hablo de los indígenas del sur y donde me pongo en una foto en medio de los selknam”, dijo.

En 2017, Oyarzún participó en la Bienal de Venecia con la obra Werken. En ella, el artista presentaba mil máscaras mapuches. Respecto de su participación en el evento, Oyarzún comentó que frente a esta situación se producen “cosas contradictorias”: “Los artistas visuales siempre quieren llegar a dos grandes hitos: el festival Documenta y la Bienal de Venecia, entonces, ningún artista se va a resistir a no ir a esos lugares, pero, por otro lado, está también lo más liviano del arte y lo más superficial”.

“Para mí fue una experiencia espectacular, fue algo que nunca había pasado con mi arte. Entonces, sacando todo lo banal, fue una experiencia muy positiva. Además, como se visibilizó mi trabajo en Chile fue increíble. Antes, mucha gente no tenía idea quién era yo”, afirmó.

No obstante, durante este camino, el artista debió enfrentar un contexto complejo: “No me fue fácil. Me topé con un tipo de lucha diferente al de hoy. Ahora bien, de alguna manera, logré romper la frontera del arte hegemónico, pero tuve roces que no fueron menores. Recuerdo que en el año 2002, en una exposición, alguien de la escena dijo: ‘Picante, pero con estilo’. Viví muchas veces ese tipo de situaciones. Hoy, eso ha cambiado, pero han pasado cosas violentas”, subrayó.

Oyarzún, en este sentido, es crítico respecto de cómo el arte se ha hecho cargo del tema indígena: “recién están aflorando artistas que están trabajando sobre ello, pero es reciente, de los últimos diez años, aunque creo que esto va a ir aumentando, así como a aumentado la simpatía de la sociedad por la problemática mapuche”.

Asimismo, concluyó: “Chile debería identificarse con el tema mapuche. Tal vez, en 40 años más, seamos como Nueva Zelanda donde se identifican con la cultura maorí”.

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