“Arde, toda Arde” de Carla Giannini Eguiluz 

Hace algunos años recorrí las costas de mi niñez, las costas de Chile.  Esperaba encontrar   los paisajes, los colores y las texturas que vivieron conmigo durante tanto tiempo; lugares a los que siempre quise retornar.

Volando en esos pensamientos, y avanzando en la ruta, de pronto empezó a alejarse poco a poco esa imagen paradisíaca y feliz. Y como un paisaje pintado en sepia, detrás de mis recuerdos, apareció la imagen dolorosa del Chile actual, de toda Latinoamérica. Ya no existía el verde, el amarillo oro, ya no los follajes, ya no las arboledas, ya no más los bosques misteriosos en los que los árboles parecían gigantes a mis ojos de niña.  Ahora tonos ocres, marrones, rojos oscuros. Ramas sin hojas, quebradas y mutiladas. Y ahí estaban mis bosques quemados, incendiados, rotos y silenciosos. Ya no el viento, ya no la sombra. Era la desolación.

Y desde ese día no paré de llorar. Mientras cantaba una frase que pensé ya estaba escrita “Todo Chile Arde, pena larga que se expande, arde mi corazón”.

Cual fue la impotencia cuando en las noticias hablaban de un pirómano. Toda la responsabilidad era de un chico prendiendo una llama. Pero es un secreto a voces que esas llamas prendieron sobre una tierra ya manipulada salvajemente.  Y esta responsabilidad, la mayor, sin duda, es la de un sistema corrosivo y criminal que alimenta sus ganancia con el monocultivo y hace de nuestro suelo rico y variado, un prendedero de fuego expansivo.

Vinieron a mi mente muecas estereotipadas que parecen sonrisas hablando de desarrollo y progreso. ¿Cuál será ese desarrollo sobre una base de tanta inequidad? ¿Cuál podría ser ese desarrollo sobre una teoría tan finita como que la tierra pertenece al hombre y no el hombre a la tierra? Sistemas capitalistas excluyentes y arrasadores. No logro imaginarme el desarrollo de nuestra especie, si nuestro aire se hace irrespirable. Se hace difícil visualizar nuestra residencia en la tierra en este futuro así diseñado.

Esta visión y este pensamiento, me llevo a un melodía que comenzó con un grito, un quejido y un cuatro, que galopa como si fuera un pueblo en huida.

“Todo Arde” nació desde una pena profunda, y también desde el profundo amor a mi país y a mi continente.

Esta canción pertenece al mundo de la trova y está incluida en el cancionero de Mujertrova 2019. Este movimiento transformador que vino a contar el mundo desde la mirada femenina.

Espero que esta canción tenga una identificación pronta, y más temprano que tarde, podamos crear canciones quizás más optimistas. 

Sigo creyendo en la construcción tejida desde abajo, desde las comunidades. Desde el pie, desde la raíz, y con este gran sueño yo milito con mis canciones. 

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