Sergio, de todas las noches aciagas, siempre amanece y lo escucho. Lo escucho todavía. Y no lo dejo de escuchar. Nunca baja la guardia y pone por delante la dignidad para vivir. Entrevista, comenta y pone por delante a la gente sencilla, a la que viaja en el Metro y que hace piruetas para llegar a fin de mes.

Lo escucho. “Estas son las noticias de hoy: Chile clasifica para el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad”.

“¡Carpe Diem, hasta la vista, Sergio Campos!”  

La espada de Campos

Sergio Campos Ulloa, profesor normalista y periodista, puesto entre la espada y la pared, siempre elige la espada. La espada de la palabraAquella que se pronuncia en arrojo y que nadie se atreve a decir en voz alta. 

Sergio Campos está llamando. Escuchémoslo.

Los tambores anuncian las noticias de última hora. Entonces, las chilenas y los chilenos siempre amanecen cuando toda la historia quiere quedarse de noche. Su voz nos acompaña en las noticias, en las elecciones, en las fiestas de fin de año y en los terremotos. Siempre está presente.

Todas las mañanas, siempre saca el sol de sus alforjas en el país de las sombras. Su voz, su condición de nigromante bueno se propaga de casa en casa en el hierro castellano: la espada de la libertad. 

Sin embargo, Sergio Campos sigue llamando también esta mañana.

El filo de la espada de Campos vive en ristre en sus alumnos de las escuelas públicas, donde se aprende a dar las noticias y a enseñar a soñar.

Vive en los alumnos de la Universidad Central, donde se le reconoce su rol como Decano y en la Universidad de Chile, de un ejemplo de un profesor virtuoso.

“¡Carpe Diem, hasta la vista, Sergio Campos!”

Los nombres de Sergio

No obstante, Sergio Campos se llama Carlos Lorca. Lo mismo vale para Salvador Allende. Tantas veces me parece escucharlo como José Manuel Parada, Manuel Guerrero y a Santiago Nattino. Tantas veces es Eduardo Frei Montalva. Y tantas otras, se llama Michelle Bachelet y Patricio Aylwin. A veces se le conoce por Violeta Parra, Margot Loyola, Miguel Enríquez. Y no se olvida cuando se llama Carlos Prats, Sofía Cuthbert. Cuando no esconde su nombre de Colo Colo. Tantas veces es parte del Inti Illimani, de Los Jaivas y de Los Prisioneros, de Los Tres. Recuerdo cuando repite hoy a Pedro Aguirre Cerda «gobernar es educar» y «pan, techo y abrigo». Tantas veces se llama Monseñor Raúl Silva Henríquez. Tantas veces cuando es prohibido y mal visto ser Raúl Pellegrín. Tantas veces Campos, tantas veces Ulloa, que se confunde con los nombres que pronuncia en la memoria colectiva.

“¡Carpe Diem, hasta la vista, Sergio Campos!”

El Señor de las Preguntas

(“Aber hat eine Fehler”… Pero él tiene una falla…  escribía Bertolt Brecht al soldado alemán que bombardeaba las ciudades en la Segunda Guerra Mundial. “Er kann denken”… Él puede pensar… le replicaba a su General)

En la Profundidad de Campos pregunta y nadie se salva. La verdad por delante. De las izquierdas y de las derechas. Todos lo respetan y le creen. De las izquierdas y las derechas. Pregunta y bajan la cabeza. Pregunta y pregunta. Guardan silencio. Tosen para esquivar el meollo de la interrogación. Tiran la pelota para afuera. Todos se mueven en sus asientos. Incómodos. Responden y le creen. Pregunta y pregunta en la búsqueda de la verdad.

Sergio Campos debe ser hoy uno de los mejores entrevistadores del periodismo nacional.

(“No hay ni que hablar, amigo, es peligroso… ¿Dónde están los asesinos que mataron por matar? Se escucha en la Cantata Santa María de Iquique)

Es peligroso ser Sergio Campos, amigo. El que pregunta, el que interpela. Es peligroso. No cabe duda. Seguro que Sergio Campos existe en los oscuros anales de las policías secretas chilena e internacionales. Sus fotografías deben existir por cientos, más que en sus propios álbumes familiares.

(«El periodismo es como es como el agua, -señala- una necesidad fundamental para la unión pública, porque es la mediación entre el ciudadano común y corriente o el ciudadano muy importante, muy trascendente y la realidad de cómo se va construyendo».)

“¡Carpe Diem, hasta la vista, Sergio Campos!”

El Premio del Pueblo y el Premio Nacional

Sergio Campos vive en el dial de la Democracia y de los Derechos Humanos. Se sintoniza por todas partes y en todas las generaciones. Y se refleja en el reconocimiento popular.

(Me permito escribir en pasado)

Cuando el exalcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, fue conectado para una entrevista, al escuchar la voz histórica de Campos, el joven recién iniciado de jefe edilicio no contuvo su condición y se quebró al saber que lo iba a entrevistar el conductor, en aquel entonces del Diario de Cooperativa. Y contó como lo cuentan todas nuestras hijas e hijos que crecieron en dictadura. Sharp emocionado lloró por todos y en gratitud al significado del periodismo y la búsqueda de la verdad.

Y hace poco, en los homenajes a los 40 años de alevoso asesinato de Parada, Guerrero y Nattino, Sergio Campos cruzó entre la gente que se agolpaba en lo que fuera el Colegio Latinoamericano y donde fueron detenidos dos de los degollados. Al pasar entre la gente, lo abrazaban, lo saludaban con cariño, lo reconocían con alegría. En aquel entonces, comentó el momento vivido con Manuel Guerrero Antequera en el luctuoso momento de la noticia del rapto. Los jóvenes lo sentían como parte de sus vidas.

Así, al igual como lo hizo la Academia y las autoridades políticas en el 2011, bajo la iniciativa de su colega María Olivia Mönckeberg, en un gesto que la enaltece, propuso a Campos para el Premio Nacional, sellando un reconocimiento de país a su labor para el periodismo chileno.

(Vuelvo a escribir en presente)

Lo cierto, es que a Sergio Campos Ulloa recibe el Premio Nacional del Pueblo todos los días. En la calle, en la feria y en el estadio. Lo aplauden, lo abrazan y le dan la mano. Los jóvenes prefieren las selfies y los trabajadores le gritan “¡compañero!” desde los edificios en construcción.

“¡Carpe Diem, hasta la vista, Sergio Campos!”

(Escribo para siempre)

De pronto, hoy, en la Mesa de Don Camilo, en la cofradía de periodistas que vivió el 11 de septiembre en sus puestos de trabajo, alzan las copas por el devenir bien recomendado por el talento y por la fraternidad del colega y compañero, el Sergio Campos de todos.

«¡Carpe Diem, hasta la vista, Sergio Campos!»

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