En pleno desierto, en el límite de las regiones de Arica y Tarapacá se elevan dos esculturas de base metálica de 5 metros de alturas que representan a dos momias de la cultura Chinchorro.

Estas obras, denominadas «Jaillina Thaya”, El Cantar del Viento, de Paola Pimentel  y Johnny Vásquez apuestan a la incorporación de sonidos musicales provocados por la interacción del viento con la morfología de la obra. Estas esculturas eólicas, una con alusiones a un hombre pescador y otra a una mujer con referencias a la fertilidad, serán el atractivo de quienes viajen al desierto. Esto permitirá poner en valor la cultura Chinchorro con vestigios de casi diez mil años en esa zona, ubicada a 100 km al sur de Arica.

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