El concepto idiotez refiere al sentido que se le daba en la Antigua Grecia para definir a la persona que se ocupaba solo de sus asuntos propios, particulares, individuales, desentendiéndose de los asuntos de la polis, de lo público. Hoy en nuestra sociedad personas con una cultura escuálida y niveles de consciencia mezquinos, contagian una epidemia de idiotez que se extiende sin control afectando las ideas, los principios y los valores en nuestra sociedad y su extraviada institucionalidad.

La otra característica -de estos grupos sociales- es la tendencia a la confrontación, lo bipolar, lo dicotómico, que marca las relaciones inter personales, en la vida real y en la ficción de las redes sociales, muestran un proceso repetitivo, recursivo, de programación mental para descalificar: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, sin distinción de pensamiento, color o religión, de uno y otro lado, reaccionan instintivamente, embistiendo, descalificando y en lo posible intentando someter o eliminar (mentalmente) a quienes no piensan como ellos.

Otro segmento es una especie de flagelantes que claman por sus molestias y lo negativo de sus vidas, sin darse cuenta que auto generan e irradian negatividad. Unos pocos -que son minoría- programan a la inmensa mayoría para reaccionar a la visión polar: izquierda o derecha; los capitalistas y los marxistas; Allende y Pinochet, los buenos y los malos. Íconos de la división de los chilenos como un círculo interminable que se replica como contagio viral en las redes sociales. Debilidades que ponen nuestro país a merced de la estrategia comercial y geopolítica de otros intereses ajenos al interés de nuestra sociedad.

Proliferan los autómatas ideológicos que reaccionan o critican sin pensar, ni medir las consecuencias de sus acciones, promoviendo el desprecio por las ideas, por el pensamiento, por la reflexión, incapaces de sacudirse de sus propios yugos ideológicos.  Son actores recursivos, en el sentido que se construyen replicándose así mismo, en interminables secuencias (fractalidad), que en este caso es la reiterada secuencias de replicación de la estupidez en la conducta política. Se da en aquellos que critican lo negativo, sin darse cuenta que ellos se constituyen en una externalidad de improductiva energía negativa.

Las dos ideologías dominantes nos han colmado de materialismo, sus más fervorosos partidarios empobrecen espiritualmente a las personas, en algunos casos también materialmente, envenenan el alma, favorecen el sentido propietario de la verdad, la convicción del irrespeto con la otredad que piensa diferente.  Mientras se hable de libertad intentando el sometimiento ideológico; se proclame la razón desde la repetición irreflexiva; se pida libre albedrío desde el fanatismo; la libertad de pensamiento de automatas irreflexivos; mientras se hable de comunidad desde la individualidad; se pida ser escuchado vociferando hasta acallar a los otros; seguiremos en el círculo vicioso del “todo cambia, pero, nada cambia”; el divisionismo y la fragmentación seguirán triunfando. Esa minoría dominante nos seguirá imponiendo el viejo principio “Divide y Reinaras”.  Reflexionemos!!

Carlos Cantero Ojeda

Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador laico. Estudia la Sociedad  Digital y la Gestión del Conocimiento.  Fue Alcalde, Diputado, Senador y Vicepresidente del Senado de Chile.  Su comunicación dirigirla a:  ciudadanocantero@gmail.com

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