En los días de elecciones, las miradas doblan en la esquina incómoda de la ignorancia, la codicia y el fanatismo. Las Artes y las Culturas son escondidas en la furia de la negación y en el oscurantismo de los programas presidenciables de las derechas. La Tierra vuelve a ser plana. La poesía, el teatro y las canciones no sirven –no existen- para el crecimiento económico, la seguridad de la inseguridad del enemigo interno y de las migraciones indebidas. Es la preminencia para la primera plana de los programas políticos.

El país se cae a pedazos, lo habitan los atorrantes y lo dirigen los parásitos, los empleados públicos. Eso opina, al menos, un sector de la sociedad. Chile traza una vez más el mapa de la pobreza intelectual delatada por el dos por ciento de compresión lectora. El mismo país donde no existen los libros por miles, ni menos por millones, como sucede en el mundo cultural de la OCDE, institución que Chile reconoce como su residencia internacional. México, en su Cuarta Transformación, este mes de diciembre, distribuirá gratuitamente dos millones y medio de libros en un acto público en la Plaza de la Constitución.

Sin embargo, esta historia no es unívoca y no tiene el infausto destino de los Lemmings, que se organizan una vez al año para precipitarse al vacío.

Existen los sueños y las próceres con guitarras y teatro. 

Chile es un país donde han existido las guitarreras Margot Loyola, las Gabriela Pizarro y las Violeta Parra. Un país de teatristas como Isidora Aguirre y María Asunción Requena. Mujeres talentosas que nos han enseñado desde la Cultura Tradicional, los hallazgos de las artes de las comunidades, del Chile profundo de los colectivos nortinos, sureños e insulares. Con sus historias, con sus dramas y alegrías. Donde se quedaron a dormir y compartieron la vida con el pueblo.

Hicieron Patria en los Territorios. Nos enseñaron que son parte fundamental para articular políticas culturales junto a los Trabajadores de la Culturalos Artistas y los emprendedores de las Pymes, como son los teatros y galerías, las escuelas de música, cine y teatro, las editoriales, los artesanos, los medios de comunicación, entre miles.

El Estado Cultural chileno –detenido-desaparecido– hoy está sometido a la política de subsidiaridad, de la concursabilidad, en competencia de financieras, en contrapunto del Estado Cultural, de alguna vez, fundado por Recabarren, Aguirre Cerda, Allende, con sus legados de filarmónicas, teatros universitarios, escuelas teatrales, sinfónicas, ballet y escuelas artísticas de enseñanza básica y media.

De lluvias y del Terremoto más grande el mundo

Eppur si muove”. Y, sin embargo, se mueve el Chile de los Invisibles. La Cultura y las Artes del país vive en las rectas y zurdas provincias, de las poblaciones y de los barrios, a pesar del Estado que apuesta solo por un 6% para el mundo poblacional de su paupérrimo 0,5 % del presupuesto de la República.

Entonces, lluvias. Sigo la huella de los ríos y siempre amanece. Voy cauce abajo por el Valdivia, el Calle Calle y el Cau Cau, aunque los puentes se construyan al revés. Voy.  Entonces, cada vez que tiembla, la memoria me recuerda el campeonato mundial de los terremotos.

Se mueve la aguja en el meridión del país, en la Región de los Ríos, en Paillaco, Futrono, La Unión, Lago Ranco, Río Bueno, Corral, Lanco, Los Lagos, Máfil, Mariquina, Paillaco, Panguipulli, Horno Pirén, Huachocopihue, Curaco de Velez, Chiloé, en la Unión de Juntas de Vecinos de Valdivia, en la población Eugenio Matte, en el cielo de las lluvias… Donde siempre sale el sol, a pesar de temblar hasta los 9,8 puntos richter en las historias de esas comunidades.

Alguien canta. Alguien teje. Alguien borda. Alguien comparte la lectura en voz alta del libro “Réplicas, historias del Gran terremoto”. Alguien ensaya la obra de teatro que se prepara. Con dignidad y talento los vecinos estrenan la Pérgola de las Flores en Teatro Municipal Cervantes a tablero vuelto. Quieren ir por más. La mayoría son mujeres, la mayoría se llaman Violeta, Margot, Gabriela, Isidora, María Asunción. Alguien las entusiasma, las acoge y les transforma la vida en sueño.

Entonces, lluvias. Y el temporal se llama Eugenia, nacida de varias madres, la original, doña Ana María, de su abuela Ruthy, “el Zorzal del Sur”, cantante de ópera y de su tía Patricia, la “Susy Fernández”, cantora y teatrista, conocida por sus programas radiales.

Eugenia Fernández (50) es gestora cultural invisible, mediadora artística invisible, productora invisible y directora teatral invisible. Trabajadora con oficina en los caminos y parajes sureños, con vista a los bosques y ríos, arriba de las micros, de pueblo en pueblo, de población en población, compañera de todas las vecinas, vecinos y pobladoras y pobladores. Con voz en mapudungún en vez del alemán, trabaja tanto en los colegios como en la casa de la Junta de Vecinos. Entonces, lluvias.

En los liceos trabaja por cuatro meses y los jóvenes eligen el arte a cambio de ser soldados de bandidos. Las bordadoras comparten el pan, el té, el mate y las sopaipillas.

Fernández es la lluvia. Siempre está. Estudia en México, República Dominicana y Argentina. Su última estación es “Una historia bien urdida”, con bordados y lectura. Viene de trabajar del Plan de Fomento Lector en liceos y universidades, de celebrar el “Día del Libro” en Huachocopihue. Se baila cueca y se baila Rap a la vez. Los jóvenes se toman los escenarios. Llueve y llueve. Cuenta con fervor su experiencia en Curaco de Velez, en Chiloé y de la maravilla del disfrute de la mediación lectora en la comuna de la Mariquina; del trabajo con las comunidades mapuches en Máfil y Frutono. Siempre llueve. Los cielos azules son las creadoras y los creadores, en las comunidades, en los territorios más apartados.

En el barrio Eugenio Matte de Valdivia se reúne un elenco teatral de 15 actrices y actores, con 6 personas del grupo técnico. La cita es en la Junta de Vecinos para estrenar Réplicas: 9 Historias del gran terremoto, el próximo 13 de febrero en el Teatro Cervantes. De pronto, en los ensayos cruzan sus miradas enamoradas la Rosita con don Alberto y la señora Pury, no siente que su cadera a mal traer le impedirá de cumplir su cometido arriba del escenario.

¡Señoras y señores, el teatro de mundo está entre nosotros! Llueve a cántaros en plena primavera. Hay un anuncio de un terremoto cultural.

Chile se cae a pedazos con estas y estos atorrantes. Bienvenidas las mágicas y los dignos.

En los Territorios, estos “pedazos” más fulgurantes nos enseñan la libertad creadora. Eugenia Fernández es una guitarrera que convierte el sueño en una noche de verano.  En sus encuentros todos sonríen. Las artes son la fiesta donde la belleza es parte de la vida de las comunidades de los Territorios. Es el pedazo de la felicidad de un Chile que espera su turno para reconstruir la ciudad del terremoto cultural sufrido desde la dictadura y de la indolencia de la democracia endeudada.

(Las comunidades valdivianas estrenarán la obra “Réplicas: 9 Historias del gran terremoto” el 13 febrero próximo y, probablemente, será un homenaje a Héctor Noguera, que siempre creyó en la actividad artística en los Territorios. 

Curiosa y causalmente, él fue protagonista del Terremoto de Valdivia en Santiago. A la hora de las replicas en el centro del país, él protagonizaba una función de la primera temporada de “La Pérgola de las Flores” en el Teatro Camilo Henríquez. Existe un documento fílmico de ese día y de su registro en plena actuación.) 

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