Este libro titulado “Las comadres. Margot Loyola recuerda a Violeta” narra la historia de estas valiosas mujeres chilenas, pero no por separado, sino que todo lo que ellas vivieron en conjunto, desde aquel preciso momento en que se hablan por vez primera en septiembre de 1952, al interior de una ramada del Parque O’Higgins, hasta la muerte de Violeta.

Dicho libro cuenta con el auspicio del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la Academia Nacional de Cultura Tradicional Margot Loyola; y es editado por Ediciones Universitarias de Valparaíso, perteneciente a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (donde la maestra Margot es “Profesora Emérita”, por casi treinta años de docencia), quienes hacen posible que este y tantos otros proyectos, se sienten juntos alrededor del brasero de las realidades, para disfrutar de su enjundia.

Aquí encontrarán hechos irrefutables que acallan con fuerza a aquellos opinantes que decían que ellas, por ser contemporáneas, y por dedicarse a lo mismo, no se podían ver “ni en pintura”.

Su autor es Julio Fernando San Martín, destacado periodista y poeta chileno, miembro de la Academia Nacional de Cultura Tradicional Margot Loyola, y de la Asociación de Comunicadores Hispanoamericanos, quien lanzara recientemente un libro de su autoría titulado “Festival de Viña. 60 años de historias”, precisamente, en el marco de esta fiesta musical en febrero de este año.

En este libro “Las comadres” se encuentran datos históricos trascendentales que muy pocos saben, por ejemplo, que fue una ya consagrada Margot quien dirigió los primeros y muchos pasos de Violeta, presentándola a la prensa de la época (tal como lo señala en la revista “Ecran” de un 3 de noviembre de 1953):

-En Violeta hay un valor que tiene que ser reconocido-nos aseguró Margot con entusiasmo-. Como “letrista” y compositora es excepcional, encuadrando sus composiciones dentro de los moldes folclóricos. Merece que le den una oportunidad…
! Y la vieran ustedes bailar la cueca!-agrega Margot- Es un baile sabroso, de campo, y a la vez personalísimo. ¡Violeta Parra tiene que lograr el éxito y la popularidad que se merece!

Fue Margot Loyola, también, la que traspasó “a música” aproximadamente treinta temas de la “Viole” (Margot ya había estudiado en el Conservatorio de Música); y quien la llevó a Sochayco, actual SCD, para que inscribiera a su nombre temas como “Que pena siente el alma”; “La Jardinera”; “Casamiento de negros”; “El Sacristán”; o “Arréglate Juana Rosa”, por nombrar algunas.

Ahora, ¿por qué “Las comadres”? Porque en el caso de “La Viole y la Maiga”, siempre fueron amigas, y también, comadres, claro que de una de las hijas de Violeta, bautizada como Rosita Clara, nacida a fines de 1954, siendo su madrina, precisamente, Margot Loyola, y padrino, el destacado antipoeta Nicanor Parra.

Otro interesante capitulo es el de ambas en Francia durante el año 1956, ocasión en que se ayudan mutuamente, como también, padecen el estar lejos de la patria, de los suyos; y el tener que luchar porque la música de su pueblo fuese escuchada y valorada como se merecía, allá por la “Uropa”.

Así lo deja reflejado en este libro su hermano Eduardo Parra Sandoval, el Tío Lalo, quien generosamente entregara algunas de sus décimas, en favor de la historia, de su hermana Violeta y de su amiga Margot:

“Violeta sigue cantando
por los barrios, por el centro,
en la plaza gran encuentro
con abrazos saludando.
Su comadre suspirando,
Es Margot la que llegó;
Muy felices ´tan las do´
se tomaron de la mano
y cantándole a lo humano
un auto se las llevó”

Margot, por su parte, nos cuenta la molestia de ambas mientras cantaban en boliches parisinos diciendo:

“Violeta contestaba con la guitarra; y también pegaba con la guitarra cuando se enojaba, sobretodo, cuando trataban de levantarnos las faldas los borrachitos de siempre.
Ella pegaba y hablaba; y yo pegaba con la palabra…ya se imagina de qué manera poh. Por eso le digo que era una mujer muy fuerte para la lucha, no aceptando la injusticia…al igual que yo”. De ese público que se ha estado riendo de nuestra música, ya que no aceptábamos que hablaran mal de los chilenos, ni menos de nuestra cultura”.

Para más adelante agregar:

“Por eso es que tenían temor de la Loyola y de la Parra; cuando llegábamos juntas a algún lugar decían: “Aquí va a pasar algo”, porque siempre andábamos con las estacas bien afiladas, algo que nos está haciendo falta hace mucho tiempo señores”.

Otro de los hermosos episodios vividos entre ambas, es el ocurrido en Santiago de Chile, en 1962; ocasión en que retrata en cuerpo y alma, el enorme cariño y respeto que se tenían como artistas; cuenta Margot la anécdota:

“Recuerdo que una vez, allá por la década del sesenta, a mediados (1962), con motivo de un gran Congreso de folcloristas de Latinoamérica, se realizó un gran espectáculo en un auditorio ubicado en la plaza Italia, acá en Santiago (Aula Magna de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile), invitándome esa vez sólo a mí a este Congreso, y no a mi comadre (ahí estaban presentes, entre otros conjuntos chilenos, el “Millaray” y el “Cuncumen”). Cuando lo supe, ahí mismo llamé a la Viole diciéndole: “Mire comadre, vengase enseguida para el teatro de la plaza Italia; no puede ser que estos hueones no la hallan invitado, esos estudiosos de Latinoamérica tienen que saber quien es Violeta Parra”.

Claro está que uno de los momentos más emotivos es el relacionado con la muerte de Violeta; consultada la maestra Loyola si recuerda la última vez que le ve con vida, esto nos dice:

“Por supuesto, como no voy a acordarme; esto fue en enero de ese año, 15 días antes de que se suicidara.
Una vez más la habíamos visitado junto a mi esposo en su carpa, actuando para ella ese día; ya en el final, en la hora del mate junto al brasero, recuerdo que estábamos sentados conversando en su casita de al lado, cuando de repente, Violeta se para y nos muestra algunas de sus pinturas, trayéndonos enseguida el disco más reciente que había grabado, titulado “Las últimas composiciones”. Ahí mismo le pregunté extrañada, asustada: Pero comadre ¿Por qué sus últimas composiciones? Y ella me responde: “Por eso po´h comadre, porque son mis últimas composiciones”, nada más, de nuevo quedé helada; ahí baja la cabeza, y toma una especie de pluma gruesa con la que ella pintaba, dedicando ese long-play tanto a mí como a Osvaldo…Violeta se estaba despidiendo”.

Un libro trascendental para nuestra biblioteca cultural, donde además de las sinceras palabras de Margot Loyola recordando a su amiga Violeta Parra, el autor se apoya con hermosas fotos, escritos, dípticos, postal de Violeta enviada a Margot; décimas de apoyo relacionadas con el tema, escritas por el Tío Lalo, Eduardo Parra Sandoval; y opiniones de diversos personajes de nuestra cultura tales como: la dramaturga Isidora Aguirre, Volodia Teitelboim o la hija de Violeta, Isabel Parra, entre otros; haciendo de todo esto, un trabajo más que interesante; un legado histórico cultural, escrito e investigado de primera fuente durante cinco años por el escritor, teniendo como gran informante a la maestra Loyola, en beneficio de nuestro patrimonio y las futuras generaciones.

Todo aquello, para ser lanzado públicamente en formato libro, justo al término de las celebraciones y actividades por el Centenario de ambas valiosas mujeres (de Violeta Parra, desde el 2017 al 2018. Y el de Margot Loyola, desde el 2018 al 2019).

Coordenadas: 

Día de lanzamiento: miércoles 19 de junio de 2019. 18:00 horas.
Lugar: Centro de Estudios Avanzados y Extensión (CEA) de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. PUCV.
Dirección: Antonio Bellet 314, Providencia. Santiago de Chile

Fuente: The Clinic.

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