ROMPIENDO REALIDADES

Diego Muñoz Valenzuela

Ilustraciones de Claudia Matute

54 páginas, 2021.

Editorial Zuramérica

“El Libro Egipcio de los Muertos” o, según otros eruditos el “Libro de la salida al día”, podría ser perfectamente el título del último libro del talentoso escritor chileno Diego Muñoz Valenzuela, -“Rompiendo realidades”- recientemente aparecido. Porque su apariencia engaña en su ropaje de libro de cuentos para niños grandes, empastado con tapa dura. Se trata de microcuentos fantásticos que nos quieren hacer romper con la realidad y que corren el velo de su avieso plan de desnudar nuestra sociedad con una pluma habilidosa que no puede esconder el resplandor de su filo de relámpago y puñal.

¡Pobre de aquel que lo lea solo una vez y se quede sentado viendo solo las cosas cómo se leen por primera vez!

El pensamiento concreto puede quedar acorralado en la versión pueril y en lo que los primeros ojos quieren ver. Es necesario volver una y otra vez a las palabras de Muñoz Valenzuela y leer entrelíneas las catorce dimensiones que hablaban los viejos egipcios, o las doce que describen los físicos cuánticos en sus versiones teóricas. En este caso, son veinte microcuentos con 20 dimensiones.

En rigor, el género literario fantástico del autor es un género canalla, porque esconde en las intercalaciones la maligna intención de hacer ver al lector lo obvio con el maligno propósito de dejar pistas falsas para que no sea descubierto “el escritor en serie”, el humanista. Agréguele que está escrito en clave de la brevedad y en la rapidez de la estocada fatal. El desenlace es inmediato, que solo genera en el lector una catarsis precoz, la misma inventada hace siglos por la tragedia griega.

Entonces, entra al living un gorila con uniforme gris que se da una vuelta en el aire y acuerda ser apolítico y ser seducido por Don Dinero. Los tigres deambulan en los Mall y el miedo y el mercado resplandecen. Es un mundo donde las personas pueden ser una jirafa o una golondrina y terminan abduciendo a los niños en una imaginación prohibida por el sueño vivido antes. Es Chile en un relato inesperado, en una realidad paralela, donde la plaza de toros es de los toros y donde el viejo Van Gogh todavía tiene dos orejas.

“Rompiendo realidades” es un libro de amor por la humanidad y de los amantes. Existe ternura en los ascensores ocupados por los elefantes y veneración por las momias en sillas de ruedas. El Trauko ya está viejo y ahora las mujeres se enamoran de los licántropos en el coito de sangre. Y existen máscaras con los rostros de cada uno de los lectores.

Pero todo lo que parece fantástico es muy real. La trastienda de los microcuentos de Diego Muñoz devela a un país acechado por monstruos y en su versión más sombría. No obstante, con un hombre con el rostro dividido en dos, entre la vejez y la juventud, que talvez sea el augurio que retrata el Chile del gobierno de los jóvenes y el nuevo pacto social de la Constitución. ¿Quién sabe? Lo cierto es lo que uno ve, lee, lo que quiere ver. Y no, a lo mejor, lo qué es realmente.

“Rompiendo realidades” es un libro bellamente editado y es un objeto de culto. Su metáfora está en un Chile líquido que se expresa en las imágenes delicadas de las acuarelas de la artista plástica Claudia Matute, que genera una atmósfera de lindeza. La alegoría de encontrar círculos troquelados en sus páginas son señas claras para cruzar a portales paralelos de las distintas dimensiones de la sociedad, que en verdad podrían ser chilenas, alemanas, estadounidenses o argentinas. Es un libro digno para un regalo, aunque algunos lo vean como un anti-regalo.

Su lectura requiere de la pesquisa y de leer bajo el agua de la sociedad, varias veces. Solo así se podrá descubrir los mundos paralelos de Diego Muñoz Valenzuela y romper con la realidad.

 

 

 

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