Nació casualmente en Madrid en 1936, casi cuando empezaban a caer las primeras bombas de la guerra civil española. Hijo de don Luis Enrique  Délano, escritor y periodista y de doña Lola Falcon, artista de la  fotografía, de firme carácter. De ellos heredó «una estructura moral sólida  -que nada tiene que ver con beaterías- un sentido del humor que ayuda hasta  en los peores momentos y esa poderosa inclinación a recorrer todas las geografías».

Con la publicación de sus primeros relatos, Gente solitaria (1960)Amaneció nublado (1962) y Cero a la izquierda (1966), adhirió a la propuesta literaria de la Generación de escritores de 1960, ese grupo que emergió en un contexto de profundas transformaciones políticas y sociales. Al igual que muchos escritores de esa generación, Délano mostró interés por las temáticas urbanas, el mundo de la periferia y de la realidad social.

Tras el golpe militar, partió al exilio, a vivir «como de paso, en tránsito», porque en el exilio, explica, «uno no se asienta, se resiste a echar raíces, se queda sin su centro de apoyo». Sin embargo, se estableció en México por diez años; allí su carrera literaria tomó un nuevo impulso: publicó en las editoriales mexicanas, fue columnista en el diario Universal, se hizo famoso por sus talleres literarios en Cuernavaca y obtuvo el Premio Nacional de Cuento en 1975. La última novela que publicó antes de regresar definitivamente a Chile fue Piano Bar de solitarios (1983). Considerada una de sus mejores novelas, es una obra de carácter experimental que trata sobre la vida de personajes solitarios que frecuentan un bar para paliar su derrota y desconsuelo.

Regresó a Chile en 1984 y desde esa fecha hasta su muerte, en agosto de 2017, trabajó incansablemente. Poli Délano fue, sin duda, un escritor multifacético: además de sus propios libros, escribió otros por encargo; dirigió talleres literarios; escribió guiones para cine y televisión; publicó artículos en periódicos y revistas y participó en lecturas públicas y foros. Desde 1984, publicó alrededor de veinte libros, entre cuentos y novelas. Incluso escribió una novela para jóvenes que tituló Humo de trenes.

El arte de Poli Délano, como él mismo dijo, «se nutre de la calle, de la intrahistoria y de la historia con mayúscula». En sus relatos las historias marginales y el retrato de lo cotidiano sirven para dar cuenta, a veces con humor y otras con un agudo realismo, de una realidad social más profunda.

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