Jardín Los Libertadores de Huechuraba.

¿Cómo nace el Proyecto DO RE MI? ¿Qué los motivó a desarrollarlo?


Gaby (Gabriela González):
El proyecto nace formalmente en diciembre de 2018 con la adjudicación de recursos del Fondo de Fomento de Música Nacional para realizarlo. No obstante, la idea, de forma no tan clara, venía de antes. Luego de conocer el trabajo del sociólogo francés Pierre Bourdieu y las cifras de participación cultural ciudadana que cada dos años entrega el INE y el Ministerio de Cultura, surgió la inquietud de trabajar un proyecto de mediación cultural que permitiera hacerse cargo de la baja participación en materia cultural considerando las ideas de Bourdieu.

En ese proceso la Escuela- en este caso los jardines- resultaron ser lugares clave, ya que llevar una propuesta artística permitía derribar varias barreras de acceso (territoriales, económicas) a un grupo de niñas y niños independientemente de los capitales culturales de su familia. Por ello nos decidimos a hacerlo en esos espacios y no en otros más ligados a la cultura.

Invité a Felipe Sandoval a sumarse y juntos comenzamos a pensar en una experiencia musical para niños y niñas de entre 3 y 5 años. Inicialmente la obra era para ese rango etario, que luego de varias funciones hemos comprobado que son quienes más la disfrutan, pero tuvimos que ampliar a todos los niños y niñas de los jardines a petición de las educadoras que no querían marginarlos de la experiencia musical, pues en la mayoría de los casos reciben pocas actividades artísticas.

Juntos comenzamos a pensar en una experiencia que fuese diversa y significativa, por lo que la interacción era algo fundamental. Pensar llevar una obra en que los niños sólo miraran sentados era, a mi juicio, un error, ya que ellos son puro movimiento, te saludan, hablan, quieren acercase, entonces fuimos definiendo instancias de participación en las canciones que fueran realizables por ellos (acorde a las habilidades de niños de entre 3 y 5 años) y en aumento para terminar con ellos de pie, participando corporalmente de la canción final.

Cuando tuvimos la idea un poco más afinada invitamos a algunos músicos del grupo Alameda Memoria, que dirige Felipe, a sumarse a este nuevo proyecto. Aceptaron y han puesto su trabajo y energía en cada función, entendiendo que en el caso del Proyecto Do, Re, Mi la música es la herramienta para que ocurran otras cosas como la diversión, participación, exploración, vivenciar la música, acceso y eso significa entender tu rol como intérprete desde otro lugar, como un mediador o facilitador. Bautizamos a la banda Alamines por el vínculo con el proyecto Alameda Memoria.

Postulamos al Fondo de Fomento de la Música Nacional 2019 y fuimos beneficiados, lo que nos permitió materializar todos esos anhelos e ideas.

Nos motiva aportar a disminuir las brechas de acceso cultural, ir probando y diversificando el concepto de experiencia musical, instalando la necesidad de que los establecimientos de educación accedan a experiencias artísticas de manera regular y contribuir a la formación de nuevas audiencias para la música.

Felipe Sandoval (guitarra y voz) en el Jardín Los Robles.

Felipe (Felipe Sandoval): En el caso de la música, siempre debí componer las canciones y secciones instrumentales pensando en que debían ponerse al servicio de una interacción con niños, con ideas que Gabriela había delimitado desde el origen, y nuestro equipo musical entendió que lo que íbamos a tocar, debíamos orientarlo hacia ese objetivo. Las canciones, en gran parte basadas en ritmos tradicionales chilenos y latinoamericanos, fueron pensadas para dar lugar a una creciente interacción entre músicos y público, iniciando con cantos que sólo buscan captar la atención desde la expectación, avanzando hacia canciones que requieren que el público percuta ritmos con las palmas, cante, y hasta que toque música con nosotros y baile. De esta forma, nuestra obra permite por medio de sencillas dinámicas, trabajar con diferentes parámetros de la experiencia musical: la expectación es para oírla, las palmas son para seguir el pulso, el canto para elaborar una melodía, y tanto cuando tocan un instrumento que les proporcionamos como cuando les invitamos a bailar, lo hacemos para desarrollar la facultad del ritmo”.

La motivación es la misma: aportar un grano de arena al derribo de las barreras de acceso que afectan.

¿Qué los mueve a hacer esta actividad?

Gaby: El deseo de contribuir en algo a que la desigualdad en materia de acceso cultural disminuya. Llevamos tres meses movilizados como país porque se nos hizo muy evidente que la inequidad y la precariedad son transversales a todos y todas, y en el caso de la educación esas diferencias son aún más brutales entre el sistema público y el privado. Nos parece injusto que niños y niñas que van a establecimientos públicos no accedan a una educación integral en la que las artes sean importantes y nos interesa no por razones sentimentales o nostálgicas sino más bien porque a través de las manifestaciones artísticas se desarrolla la creatividad, el punto de vista propio, corporalidad con la música, entre otras cosas que son fundamentales entre los 0 y 5 años. También nos parece injusto que quienes viven alejados de los barrios que concentran la actividad cultural no tengan opciones permanentes para llevar a sus hijos e hijas.

¿Cuál es el secreto de que este proyecto haya funcionado?

Gaby: No sé si hay un secreto, creo que los niños y niñas son muy abiertos a las manifestaciones artísticas, sobre todo si están pensadas para ellos y si ofrecen instancias de participación. En el caso del Proyecto Do, Re, Mi nos preocupamos mucho de que todas las decisiones estuvieran en función de los niños y niñas y sus características y habilidades a esa edad, lo que sin duda pudo haber limitado la creación musical, la espacialidad de la obra o el lenguaje del texto, pero nos interesaba mucho la funcionalidad de todas las partes en pro de que la experiencia fuera lo más rica posible. Por ejemplo, nos interesó utilizar instrumentos poco usuales como el vibráfono o el violonchelo, que permitieran captar su atención por la novedad y el sonido. También que cada canción incluyera una acción de participación, las que van diversificándose a medida que avanzaba la obra. También que hubiese la misma cantidad de hombres y mujeres en el grupo, porque las brechas de género en relación a los roles en la música aún son enormes hoy y nos interesa que las niñas también vean que pueden ser músicas.

Creo que una decisión que ayuda mucho es ir a sus jardines, pues son sus espacios de confianza, donde están sus compañeros y educadoras, entonces van doblemente dispuestos a disfrutar.

Banda Alamines.

¿Qué rol juega el grupo musical Alamines?

Felipe: Juega el rol de ser un equipo muy dispuesto a acomodarse para presentarse en escenarios inhabituales, como son los jardines infantiles. Ese acomodo implica transportar equipos de audio e instrumentos desde muy temprano en la mañana, instalarse en espacios que no están acondicionados acústicamente para presentar música en vivo, para un proyecto que además va muy lejos de muchas aspiraciones de crecimiento y notoriedad en la industria musical, ya que su eje articulador está pensado desde lo social y lo político antes que desde lo artístico.

Ustedes señalan que han trabajado ya con mil niños… ¿En qué lugares, en qué escuelas o colegios?

Gaby: El desarrollo del proyecto completo estima al menos mil niños, ya que los jardines Junji y municipales tienen matrículas grandes, entonces no hemos ido a ninguno que tenga una matrícula inferior a cien niños y niñas. Hasta ahora hemos realizado siete presentaciones, por lo que estimamos que hemos alcanzado al menos a 700 niños. Hemos estado en el Jardín Peque Arte de Macul, Jardín Los Robles de Puente Alto, Los Libertadores, Jorge Inostroza y Rayito de Luna, los tres de Huechuraba, Luis Calvo Mackenna y Cardenal Silva Henríquez de la comuna de Santiago. Nos quedan fechas en Jardín Mi Capullito de La Granja, Jardín Despertar y Los Copihues, ambos de La Florida.

¿Cuáles son los planes para este año 2020?

Gaby: El primer plan es terminar el proyecto. Comprometimos diez funciones y llevamos siete. Luego, buscar financiamiento para poder continuar presentando la obra. En la búsqueda de los jardines nos contactaron muchos establecimientos interesados que tuvimos que dejar afuera por varias razones, por lo que es fundamental darle continuidad al proyecto tanto con la circulación de esta obra como con la creación de otra. Ya hay algunas ideas preliminares, pero todos somos trabajadores de la cultura y por más ganas que tengamos de presentarnos y crear hay condiciones materiales mínimas que debemos tener.

El sector artístico y cultural está muy precarizado y personalmente me interesa mucho poder conseguir las mejores condiciones (que a veces son condiciones mínimas). Además, me gustaría trabajar en colaboración con otras agrupaciones artísticas, ya que este es un proyecto de mediación cultural, por lo que busca pensar las creaciones considerando estrategias para que el diálogo entre las obras, los públicos y los artistas sea lo más amplio y diverso posible. Creo aportaría mucho lograr esos vínculos.

Jardín Peque Arte de Macul.

Felipe Sandoval es músico, compositor y director musical en Proyecto Do Re Mi. Además, dirige la agrupación Alameda Memoria, para la cual escribió las obras Cantata por Clotario Blest (música y texto) y Menéndez: Auge y caída del rey de la Patagonia (texto). Es licenciado en música de la Universidad de Chile.

Gabriela González es periodista y mediadora cultural de la Universidad de Chile. Es una de las fundadoras del proyecto de investigación CineChile.cl, la enciclopedia digital del cine chileno. Durante siete años fue comentarista de teatro del programa Radiópolis, de Radio Universidad de Chile. Actualmente es encargada de comunicaciones del Departamento de Música de la Universidad de Chile, directora del Proyecto Do, Re, Mi y realiza una investigación sobre dramaturgas chilenas contemporáneas.

Emilia Cadenasso (violín y voz), en el Jardín Los Robles.
Óscar Núñez (vibráfono, cajón peruano y voz), en Jardín Los Libertadores de Huechuraba.
Paloma Castro (violonchelo y voz), en el Jardín Los Robles.
Ariel Maringer (flauta traversa y voz). en el Jardín Los Robles.
Carolina Torrealba (relatos y voz) en el Jardín Los Libertadores de Huechuraba.

Todas las fotografías corresponden a Valentina Miranda.

 

 

 

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