Recientemente, el 27 de marzo se estrenó la obra teatral “Mr. Shakespeare” en el Teatro de la Universidad Finis Terrae, del dramaturgo -y en esta ocasión protagonista- Marco Antonio De la Parra. Un monólogo de culto del teatro chileno y que tiene el fuego de dejar a nadie indiferente. Se trata de una obra teatral que continúa en la mente y en los comentarios de los espectadores, terminada la función. Al final del día, es una obra que habla del amor.

La obra sucede en todos los tiempos y en el meridiano del limbo, en el purgatorio donde no hay escapatoria. Donde las preguntas le ganan por lejos a las afirmaciones. Donde no hay negaciones. El domicilio no son las butacas y el escenario. Cada uno se instala en un diván imaginario y se deja llevar por las divagaciones de un protagonista que renuncia a estar conforme y que insiste en revelar su arcano una y otra vez.

¿Quién es usted Míster De la Parra?

Marco Antonio De la Parra es Shakespeare desde que fue niño y hoy recién lo revela.

A confesión de parte, relevo de pruebas.

Mi madre, la Violeta, nos llevó a Marco Antonio y a mí, en el estío del 58, a ver “La princesa Panchita” de Jaime Silva en el Teatro del Ituch, en la sala Antonio Varas. Nos invitó un completo en la previa en una fuente de soda ubicada al lado del Teatro Continental, en la calle Nataniel. Luego, vimos el encantamiento de la obra teatral de mano de la dirección de Luis Advis y de la actuación de la bella Gabriela Hernández, de quien nos enamoramos para siempre.

Desde ese día, el ahora dramaturgo-comediante, tuvo una explosión imparable de un sueño de una noche verano y de una comedia de equivocaciones para vivir y sobrevivir. Recuerdo a mi primo convertirse en Williams Shakespeare.

Nunca dejó de actuar y de inventar desde ese día en el Varas. De eso dan cuenta sus compañeros del Instituto Nacional y de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile.

Cuando jugamos baby fútbol, décadas después, en los encuentros sabatinos entre azules y blancos, bajo la organización del Dr. Coty Muñoz, Marco nos relataba en voz alta cada momento del partido, mientras jugaba en la comedia de hacer un gol y del drama aristotélico de perder el partido. Ya era Shakespeare y escribía sus primeras obras y cuentos.

Su talento y su entusiasmo histriónico shakesperiano lo recuerdo en todos los cumpleaños familiares, tanto como también recuerdo ese completo en la fuente soda de la Plaza Bulnes.

¿Quién es usted Míster Shakespeare?

La obra de De la Parra tiene claves para cada asistente y que debe revelar según su propia historia. No es una obra fácil, aunque la ironía y la risa afloren en su caminar entre la comedia y el drama. Es un relato que se confunden las obras clásicas del escritor de Stratford con las propias del autor.

Es evidente que el escritor no puede esconder las primeras páginas de su última novela “Todo sobre mi padre”, ni menos su banda sonora que acompaña a su vida. La revelación de la canción de Los Beatles, “Fool on the Hill” da cuenta de las alegorías del autor: “Day after day, alone on a Hill / Día tras día, solo en una colina / The man with the foolish grin is keeping perfectly still” / El hombre de la sonrisa tonta se mantiene perfectamente quieto” (…)

De la Parra juega pool sin ninguna regla, pero no puede esconder que quiere vivir. Shakespeare se enamora de su mujer y De la Parra se enamora de su mujer. A veces es una sala de espera y a veces, un hogar vacío de un hombre que está perdido.

Para algunos, “Mr. Shakespeare”, sin explicación, en una obra incómoda. Otros se quedarán en un enfrentamiento entre el divertimento y la revelación de un espejo quebrado que augura siete años de infortunio. Ahí, -aquí- en esta obra de teatro, están Marco Antonio y William en La hora señalada de Zinnemann, frente a frente, pistola al cinto, en el duelo de la verdad de la vida.

“Mr. Shakespeare” es un homenaje al teatro chileno. Las referencias del dramaturgo Juan Radrigán y de Agustín Siré, protagonistas de la escena nacional, dan cuenta de las claves de la construcción de la narrativa de la obra, donde su director, el talentoso Pablo Schwarz es culpable a todas luces en los acentos, pausas y de sus silencios que rodean al texto. El apostar por hacer “teatro de la palabra” es una reivindicación al valor del teatro chileno que levantó su prestigio en su hacer más básico desde las primeras obras del Teatro Experimental.

El fiato de los fantasmas de Shakespeare y De la Parra que pueblan la obra, es inevitable. Se siente. La construcción escénica sin efectos especiales, ni recursos fáciles, es un teatro de todos los tiempos como lo soñara el Bardo de Avon. Del buen teatro y es uno de los valores que sostiene el misterio de la magia escénica de esta puesta en escena.

“Mr. Shakespeare” es una historia de amor, de principio a fin. Amor al teatro. Amor a la familia. Amor a la vida. Amor a la humanidad. 

Cada asistente elegirá el rostro que quiere ver. Entonces, el teatro habrá ganado su mejor aplauso.

Fotografía: Vicente Palominos.

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