Sin lluvia, con el Lago Llanquihue en calma y algunos niños en la playa. Esa es la descripción que entrega Harriet Eeles cuando se le pregunta cómo está Frutillar al mediodía de este miércoles.

Con esa imagen, apacible a la vista, inicia también su balance para la 52ª versión de las Semanas Musicales de Frutillar, el festival que se realiza desde 1968 y que fue el principal argumento para que la Unesco designara como Ciudad Creativa de la Música a esa localidad de la región de Los Lagos.

“Estamos contentos”, dice la presidenta de la corporación que organiza el evento, a minutos de que arranque una jornada de clausura que este miércoles contemplaba a la pianista Paulina Zamora y el chelista Pablo Mahave-Veglia, abordando dos sonatas de Ludwig van Beethoven; y a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, replicando el programa dedicado a Richard Wagner que llevaron hace pocos días al Teatro Caupolicán.

“Después de un año tan difícil, ha sido fantástico mantener el evento y la programación con muy pocos cambios. Tuvimos un par de cambios en los conciertos de extensión, pero todas las agrupaciones llegaron e hicieron sus presentaciones con un entusiasmo realmente fantástico”, asegura Eeles.

“Llegar a este momento de tranquilidad en un entorno maravilloso, sentirse acogidos en un pueblo chico pero donde hay un teatro entre los mejores de Sudamérica, es algo que están valorizando muchísimo todos los músicos. El público también ha sido muy agradecido de que se mantenga el evento. Estamos en una pequeña burbuja de tranquilidad y belleza y es algo que se transmite mutuamente entre público y artistas”, profundiza.

La Banda Sinfónica de la Fach, la Orquesta de Cámara de Chile, la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago y la debutante Sinfónica Municipal de Copiapó fueron algunas de las agrupaciones convocadas este año, bajo la batuta de Fabrizzio de Negri, José Luis Domínguez, Alejandra Urrutia y Paulo Macías, respectivamente.

Asimismo, el Quinteto de Vientos Usach, el pianista Armand Abols, el Dúo Macías-Larrachea y el grupo Pampa Brass, entre otros, han protagonizado los conciertos de mediodía, destinados al repertorio de cámara.

A eso se sumaron cerca de 20 conciertos de extensión en lugares como Puerto Octay, Fresia, Llanquihue, La Unión, Puerto Montt, Osorno, Puerto Varas o San Juan de la Costa.

“Las presentaciones de la Sinfónica Nacional de Chile han sido fantásticas”, evalúa Eeles. (El sábado pasado) El Pájaro de fuego de Stravinsky fue estupendo y en el mismo programa se hizo la Suite latinoamericana de Luis Advis. Eso me llena de felicidad, porque como un festival del sur del mundo, tenemos que mostrar el talento de nuestro país y continente”.

De hecho, la programación tenía un acento local que se vio acentuado por un homenaje a Sylvia Soublette, compositora y directora fallecida el pasado miércoles. “Fue un momento muy emotivo. La maestra Alejandra Urrutia dedicó una obra adicional, Oblivion de Astor Piazzolla, en su memoria”, recuerda.

Se dijo que este año el objetivo era convocar a 20 mil espectadores. ¿Se logró?

No, pero es muy significativo llegar a casi 17 mil y nuestro recuento de hoy (miércoles) nos da esa cifra. No sabemos cuántas personas nos van a acompañar en Calbuco, un lugar nuevo para nosotros, pero los dos conciertos en el Teatro del Lago estaban agotados. Hay personas que nos ruegan por un lugarcito.

De todas maneras, llegó más público que el año pasado…

Un poquitito, pero -en extensión sobre todo- no es tan importante la cantidad de personas como dónde llegamos, a quién entregamos esta experiencia de escuchar a músicos internacionales y nacionales de primer nivel. Estuvimos en el Hospital Regional de Puerto Montt y en la Clínica Alemana de Santiago, con Paulina Zamora y Pablo Mahave. El martes estuvimos en el Hospital de Río Negro con el gran guitarrista Nicolás Emilfork, que tocó en varias partes para los enfermos, y todos los comentarios que hemos recibido muestran a la gente muy feliz.

También con Nicolás Emilfork tuvimos nuestra segunda experiencia de intercambio cultural con la comunidad mapuche huilliche de Los Castaños, en la comuna de Río Negro, donde la acogida fue maravillosa. La primera fue también con guitarras, con el Dúo Macías-Larrachea, en la hermosa iglesia de La Misión, en San Juan de la Costa. Compartimos con los músicos de la comunidad, tocando juntos, y fue muy importante encontrarnos a través de la música. Fue hermoso.

¿Ya se piensa en el próximo año?

Tomamos un respiro y a partir de marzo ya pensamos en la próxima temporada. Esperamos siempre programar junto a nuestros dos co-organizadores, que son la Universidad de Chile y la Fach. Necesitamos todo el año para preparar este evento, pero también hacemos otras actividades que no tienen tanto que ver con el festival mismo, sino con las tareas educacionales que nos ponemos, el trabajo con las escuelas y niños y con otras instituciones que trabajan con nosotros.

Foto: Semanas Musicales de Frutillar. 

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