Caminábamos junto a mi cuñado por las calles repletas de gente en dirección a la marcha; parecíamos partículas de algo que se estaba llenando, como glóbulos rojos que se reconocen y avanzan por las venas hasta llegar al corazón. ¡Éramos miles!

Me encontré con varios amigos con los que compartimos momentos de la manifestación pero, independiente de si te conocías o no, estábamos todos muy juntos, unidos, respirando el mismo aire.

La cadencia de las banderas que flameaban, los cantos, los tambores, las guitarras y las cacerolas no era otra cosa que el ritmo del corazón que se acrecentó al unísono y nos tenía a todos vibrando por algo en común. Justicia. Dignidad. Igualdad, Respeto. Empatía. Libertad… 

Porque Chile despertó del letargo de años de abusos normalizados. Hoy la conciencia se ha hecho presente y así lo sentí el día de la marcha pacífica más grande de Chile. Estuvimos varias horas, el cuerpo no se cansaba, los carteles con mensajes de lucha y resistencia mantenían bien despiertos los ojos a pesar de las lacrimógenas. 

Luego llegó el atardecer. Avanzamos conscientes por los espacios que dejaban algunos hasta llegar “al caballo”, que siempre ha sido como un imán en estas manifestaciones, no solo para mí. Y ahí estaba la estatua del General Baquedano tomada por el pueblo. En la cima un hombre que aún no sé su nombre llevaba la bandera Mapuche que flameaba hermosa entre todas las banderas que habían. Me acerqué y justo luego de que pasara un helicóptero a lo lejos, y muy por encima de todos, ese hombre alzó sus brazos al cielo y se detuvo ahí unos segundos. Respiraba, parecía que observaba el horizonte y la bandera mapuche que sostenía flameaba libre contenida por el cielo del atardecer santiaguino que parecía encenderse y que se fundía naturalmente con el humo que salía de un costado.

Las cacerolas se oían aún con más fuerzas, y las trutrucas que aparecían de repente, se convertían en las protagonistas. Fue algo potente.

Saqué varias fotos con mi celular. Aclaro, no estudie fotografía pero ha sido una de las  herramientas que tengo para expresarme, sobre todo ahora.

La imagen es de todos y habla por sí sola, es hermoso que se haya podido traspasar el sentimiento de ese momento que creo fue y es compartido por todos.

Cada uno tendrá su interpretación. Pero debo decir que jamás la intención de esta imagen será incitar odio o división. yo veo una re-evolución y el sueño de un país libre y unido.

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