Los “Contreras” siempre llevan la “contrera” y, más aún, aquellos que convierten a la literatura en un frente de mal tiempo, en una denuncia al invierno de las pocas ideas, donde incomodan a la sociedad y a sus malos hábitos.

Tienen la mala costumbre de preguntar, acusando al fanatismo, a la ignorancia y a la codicia, sin ningún reparo. Que trazan todo lo contario – ¡Contreras, al fin y al cabo! – desde el contrapunto y la iluminación de la mirada.

Me refiero, por cierto, a los Contreras que escriben.  Y a los que lo hacen con talento para encantar al lector.

Ese es el caso del escritor e ingeniero civil- industrial, Eduardo Contreras Villablanca también. Un Contreras digno de ser condecorado con la estrella de la indocilidad.

El lunes recién pasado, a pasos de la Plaza Dignidad (prohibida y mal vista por su pronunciación en voz alta), en la Casa del Escritor, lanzó su último libro “Tiempos Oscuros”, bajo el sello editorial de Ediciones Sherezade, casa literaria de cultivo del microcuento chileno.

Sus 55 relatos estremecen, apuntan y quitan el aliento en un par de minutos. Cuentos que se reconocen, uno tras otro, sin ninguna consideración para y con el leyente distraído y demonizado por el país inventado en el edulcorante.

Su ventana de papel se alcanza subiendo en los seis peldaños de cada uno de sus capítulos. En “Tiempos oscuros” emerge la dictadura con las heridas abiertas. En “Crímenes breves” no hay respiro en el cuchillo de la cotidianeidad oscura del relato. Menos lo hace en el capítulo “Variaciones sobre sobre Santiago”,donde se escuchan las voces del sistema económico irreligioso y bandido. Sin dios ni ley.

En la parte de “Rebelión y Pandemia”, es necesario leerlo con barbijo y con la espalda pegada a la pared. Nunca se sabe del contagio literario que está latente en el libro comentado. Todavía.

Y no le crean al autor, a la primera, ni menos, en los capítulos siguientes: “Futuros distópicos” “Cosas de animales”. Estos se ubican al final del libro, en una estrategia a todas luces para disfrutar la gracia y el ingenio, a un precio que no pretende bajar su cotización en la bolsa de comercio de las palabras, anteriormente escritas.

La importancia de la primera línea y la última

Con la técnica exquisita del bisturí y la gracia de operar sin anestesia, Contreras escribe sus microcuentos. El que sea ingeniero permite sospechar que hace cálculos y que sus puentes llevan al lector a cruzar su mirada al final inesperado. Y donde pone el cuchillo, pone la bala.

Hay que poner atención en la primera línea y en la última. Ahí están sus claves de contador de cuentos.

Cada palabra escrita está medida al milímetro. Aquí no sobran las palabras.

El que lee estos microrrelatos escribe en su mente, en su imaginario, -a medida que lee- sus propios momentos, sus propios recuerdos. Apura su propio fin y, a veces, termina cayéndose al precipicio por su ahogo al no esperar la última línea del cuento de Contreras.

Entusiasma desde la primera línea. Sus microcuentos conducen al lector por un camino maravilloso e imprevisible. No obstante, de repente, al final, en las últimas dos líneas, da el zarpazo de la realidad insospechada. Todo se vuelve sombras y el sol queda botado, sangrando en un pasaje sin salida.

El knockout del último momento del cuento -exigencia de los grandes escritores- hace que suene la campana, que pone fin a la pelea.

El Chile luminoso y oscuro

Sus relatos breves hablan de la extensa realidad chilena, que se reconocen en el cotidiano, y, sin duda, también en otras latitudes.

Sus escritos registran la latencia de la vida de los chilenos, en las demandas pendientes de los años de represión y en la violencia de la sociedad invadida por el crimen organizado; en la violencia latente y en el marketing del miedo de los medios de comunicación.

En sus hallazgos, siguen vivos la rabia y la estampida de los postergados.

Existen dos relatos-homenaje a Max Berrú, integrante del icónico Inti Illimani. Inevitablemente, su memoria, su voz cantando, su despedida, hacen que las sombras sigan su tarea y se rindan a la luz de un querido personaje de la cultura chilena y mundial.

Sus voces, en cien páginas, traen la herencia del talentoso escritor Poli Délano y de una generación que ha cambiado y renovado la literatura chilena, entre los que se destacan Gabriela Aguilera, Diego Muñoz Valenzuela, Pía Barros, Cecilia Aravena, Andrea Calvo Cruz, entre tantos otros.

“Tiempos Oscuros” es un libro de un tamaño pequeño, pero peligroso. Es una revelación de la rebelión pendiente de la historia chilena.

“Tiempos Oscuros” es una línea de tiempo que se escribe con las palabras justas de la sociedad desgarrada. Son historias de la trastienda de Chile. Todavía.

Recordando a un viejo filósofo francés, explicaba que se transitaba a la Iluminación solo en el encuentro con el entendimiento y la razón, en la exigencia de “ver claro”, más que en una experiencia de un artilugio mágico y místico.

En este sentido, los cuentos de Eduardo Contreras iluminan -ven claro- a pesar de las sombras que habitan en sus “Tiempos Oscuros”.

https://www.buscalibre.cl/libro-tiempos-oscuros/9789569417726/p/64342659

 

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here