Su muestra es una suite de 80 cuadros de una exposición poética y planetaria. Es el mapa de Chile trazado desde la belleza de sus territorios. Emerson, Lake & Palmer, Mussorgsky y Ravel interpretan los caminos de la artista chilena. Sus cuadros siempre tiemblan de azul.
¡Nunca antes fue feliz irse a la punta del cerro!
Se trata de una convocatoria para adentrarse en la geografía telúrica del país. “Te declaro piedra”. Y ella pinta y pinta… “piedra inextinguible”. Traza el mapa de la naturaleza… “milenaria”. Pinta el viento puelche que la desnuda… “del fondo de la tierra”. Pinta y pinta… “negra y carbón”. La tierra trepida… “piedra roja”. El mar no le obedece al silencio y se levanta la cadena del fuego de la serranía que amarra la América cordillerana… “en la lucha estudiantil”.
Hrdalo vuelve a su niñez, en el eterno retorno… “piedra amurallada y china”. Su obra se levanta en las estribaciones del paisaje, de sus grietas, de sus heridas… “piedra peregrina en el medio del río”. Sus montañas se levantan airosas y siempre vuelan… “piedra primigenia de la rueda”.

Hrdalo crea. Sus manos pintan. Sus brochas demarcan los límites del añil y la sombra. Se delinean de sur a sur, donde sale el sol… “piedras de los dioses del sol”. Pinta la lluvia del meridión que nunca se rinde… “Machu Picchu y Pillán”. La creadora no sabe si escribe o si se deja llevar por las vocales de la tierra sagrada… “piedra del sacrificio”. Y crea con música para reconocer el sonido de la montaña, del mar, del susurro de los lagos, el secreto de las cascadas… “piedra india y mortera”. La envuelve el Tannhäuser de Wagner y le crecen las manos, una tras otra. No sabe si es tarde o está amaneciendo. Pinta como respira.
Devela las oquedades de la montaña… “decreto el volcán y la cantera”. La artista calla ante la indiferencia de la piedra pulida y perfecta… “piedra en el pecho por el perdón”. A contrapunto, se enamora de la desnudez de la nieve… “la fragua y la fuente”. Y sabe muy bien que en su hacer no tiene límites. Los cuadros se hermanan, se miran de reojo en la sala de exposición y crean una cordillera nueva… “piedra de luna y de sol”. Las obras expuestas tienen años, cinco edades… “piedra por la piedra”. Siempre son las mejores, las primeras, las últimas, las olvidadas, las vendidas, las ausentes… “rabia dura”. La obra que menos quería y la obra que acuna y no se vende… “rota y multiplicada”.
Hrdalo pinta-escribe el Libro de la Naturaleza y a veces hace frío en sus creaciones… “te bautizo paleolítica / de risa litográfica”. Pinta a la hora nona y termina en la hora sexta triunfante… “de lava y flor”. Es una obrera hecha en el desamparo como muchos artistas plásticos, no obstante, nunca baja la guardia. Ríe y su río la levanta todos los días… “piedra al fin y al cabo / corazón de piedra”.
Sus montañas siempre llegan al mar. Hacen el amor serpenteante con los alegres torrentes que hacen el amor entre sus laderas, entre sus piernas… “piedra en ristre / rocas en la arena / contra olas / contra temporal / rocas con púas y peces / catapultas y atardeceres”.
Pinta y pinta como hace el amor y como hace el amor… “te descubro piedra enamorada / perdida en la vertiente / piedra triste / horadada”.
Orgullosa besa cobre mineral desde su niñez en Sewell. Su luz se explica en sus ojos de niña que nunca ha perdido… “te nombro mineral / oro y diamante / partida por la partida /piedra a fin de cuentas / piedra una contra otra / chispa y fuego”.

Su “Origen” sale del espejo y cual pizpireta baila en los ojos de los visitantes a la exposición de ochenta ventanas a sus montañas, bosques, caminos, mares y lagos. Al final, en la penumbra, emergen las sombras de los hombres. Nada se ha perdido todavía… “piedra estatua de sal / estrellas de mar / piedra pequeña / incansable en el zapato / piedra victoriosa”.
Katherine Hrdalo entendió que ya era hora de salir al ruedo y recibir el premio de las miradas gozosas de los visitantes al amparo de la Universidad Autónoma. Que era distinto solo cobijarse en las muestras colectivas y que tenía la tarea de revelar -valorar- sus códigos y patrones estéticos en una narrativa de una obra construida por cinco décadas… “te pongo pedestal / para que no olvides / tu origen / de explosión y flama / piedra y cometa / piedra buena / piedra nueva / piedra planeta”.
Quintaescencia

La exposición “Origen” de Katherine Hrdalo se entiende solamente reconociendo el domicilio de los cuatro elementos clásicos, que se consideran los componentes básicos y fundamentales del mundo natural y la materia.
“Tu eres el agua de la vida / la tierra donde construyo mi casa / el aire que me da alas / el fuego que me quema los labios …”

Y eso se cree, se siente, en la búsqueda eterna de la belleza del talento autoral. La obra de toda una vida está a la vista de sus visitantes y se agradece. El “Origen” habita en la fuerza y el sosiego de su autora. En su gesto amable y en su visceralidad. Su talento.
(¿Cómo se dice? ¿Cómo se explica la belleza de una vida pictórica? Sólo se me ocurre alcanzarla con mi propio texto. Y la encuentro desde las voces de la poesía.)