Las palabras de Aguilera ponen en relieve la progresiva producción literaria femenina en el género “noir” en Chile y destaca su ascenso en publicaciones en las últimas décadas. Sin embargo, advierte: “…pero no llegamos a cifras que nos asombren”.
Según su opinión, ¿Cuál es el “estado del arte” del género negro escrito en femenino, en la región y, particularmente en Chile?
-Pienso que está en un muy buen momento, aunque las escritoras de noir seguimos siendo menos que los escritores de noir. Sin embargo, debo decir que desde que empecé a escribir este género hasta ahora, han surgido escritoras muy buenas y que han tenido más difusión de la que teníamos antes. Quizás porque hay más interés tanto del público como de las editoriales que publican estos textos y promueven esa difusión, por la existencia de las redes sociales que democratizan contenidos y porque las escritoras se unen y se potencian. Argentina siempre ha sido un centro de creación noir importante, igual que México. Y pienso que Chile ha ido avanzando para serlo. Constato el interés creciente en la escritura noir de mujeres, la lectura, la investigación desde la academia, la crítica, los talleres. Eso me gusta mucho.
¿Desde cuándo se instala -en su opinión- el género negro escrito por mujeres en Chile?
-Debemos considerar que el concepto de género negro aparece en la primera mitad del siglo XX, lo que no quiere decir que antes de eso no se hubieran escrito textos noir. En general, el concepto fue algo rígido. Hoy es mucho más flexible sin perder su marco, es más abierto y se consideran otros puntos de vista. Además de cambios constantes en la tipología de los delitos, ha aumentado el nivel de los conocimientos científicos, psicológicos y sociales aplicados al género, existe la conciencia acerca del tipo de texto que es y ha ganado audiencias.
Volviendo a la escritura noir de mujeres en Chile, creo que hubo creación escritural noir mucho antes de que hubiera clasificación. ¿Podríamos decir, por ejemplo, que «Cárcel de mujeres», de María Carolina Geel, es una novela noir? Quizás en el momento en que se escribió y publicó no fue vista de esa manera. Hoy, yo la considero así y es un noir distinto, que toca otros temas, otras sensibilidades y profundidades. Es una tremenda obra y por lo que sé, es la primera novela carcelaria escrita por una mujer en Chile. Es interesante y sorprendente leer textos de mujeres que escribieron en tiempos anteriores y buscar los elementos noir que contienen y que podrían caber en esa categoría. Y por otro lado, esa lectura contribuye a conocer la historia de las mujeres ancestras, que configura la historia nuestra actual.
¿Cómo ve el desarrollo editorial chileno, en este género, en la perspectiva femenina? ¿Está conforme con lo que ha sucedido en el desarrollo e integración en la literatura chilena?
-Hay más interés de parte de las editoriales por publicar noir escrito por mujeres pero no llegamos a cifras que nos asombren. En primer lugar, ya tener una editorial en Chile que sea autosuficiente y económicamente viable, es una hazaña. En segundo lugar, hay pocas editoriales dedicadas en exclusiva al noir, ya sea de escritores o de escritoras. Luego, son pocas las editoriales que cuentan con colecciones noir, sumadas a las otras colecciones que tienen. Pero con lo que hay, se va avanzando y hoy las escritoras de noir tienen más posibilidades de dar a conocer su trabajo. Ahora, con respecto a la segunda parte de la pregunta, hay integración que se ha ido dando, por ejemplo, en las universidades, en el CNCA. Pero falta. Aún hay prejuicio, hasta temor, especialmente en lo que concierne a los jóvenes que pueden leer estos textos.
Gabriela Aguilera Valdivia (1960). Escritora y tallerista. Ha publicado: “Doce Guijarros” (cuentos, 1976); “Asuntos Privados” (cuentos, Asterión, 2006); “Con pulseras en los tobillos” (microcuentos, Asterión, 2007); “En la garganta” (cuentos, Asterión, 2009); “Fragmentos de Espejos” (microcuentos, Asterión,2011); “Saint Michel” (micronovela, Asterión, 2012); “Astillas de Hueso” (microcuentos, Sherezade, 2013); “Guerreros de Dios” (micronovela, Asterión, 2016); “En una maleta” (nanonovela, Ediciones Imposibles, 2018) y “Los árboles hablan en Salem” (nanonovela, Ediciones Imposibles, 2020). Sus textos han aparecido en antologías digitales y en papel en Chile y en el extranjero. Obtuvo la Beca a la Creación Literaria en 2009, 2016, 2018 y 2021.Es una de las creadoras del proyecto ¡Basta! (Contra la Violencia de Género), actualmente encargada del área de internacionalización de dicho proyecto y de la coordinación con los equipos que lo replican en otros países. Es miembro fundadora del Colectivo Señoritas Imposibles (Escritoras Chilenas de Narrativa Negra) y miembro fundadora de REM (Red de Escritoras de Microficción). Es coejecutora del proyecto Otras Vidas (Activismo y resiliencia Trans en Chile), financiado por Fondart 2020.
Su última novela, «El Clan del Guanaco» (Asterión, 2022).














