El 15 de octubre, el Teatro Nacional Chileno estrenará ‘Razones para no morir’, una obra teatral dirigida por Cristian Marambio que la memoria chilena con un texto que mezcla el drama y el humor.
La puesta en escena, protagonizada por Néstor Cantillana y Carla Casali, se presenta como un viaje de autodescubrimiento y sanación a través de la versión libre de las obras ‘Amanda’ y ‘Razón de ser’ del destacado dramaturgo nacional Jorge Díaz.
Las funciones se llevarán a cabo de miércoles a sábado desde el 15 de octubre hasta el 1 de noviembre a las 19.30 horas en la Sala Antonio Varas, ubicada en Morandé 25. Las entradas se encuentran ya disponibles por ticketplus y la boletería del teatro.
Esta puesta en escena es la tercera y última entrega del Fondo de Apoyo a Teatro Universitarios otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, financiamiento que este año también permitió el montaje de “Romeo y Julieta” y “Poema de Chile”, obras que actualmente se encuentran en gira por diversas comunas del país.
“Razones para no morir” nos presenta el viaje de autodescubrimiento que emprende el Hijo del Camionero, un hombre que al enterarse del oscuro secreto de su origen elabora un delirante plan en un intento por domesticar los fantasmas que se niegan a quedar en el pasado, mientras —accidentalmente— aparece una compañera de viaje que podría ofrecerle una nueva posibilidad frente al incierto mundo que habita tiñéndose con el irónico sentido del humor de Jorge Díaz.
Esta producción surge como parte de la temporada 2025 del TNCh a partir de las conversaciones entre la dirección artística y el director teatral, la primera parte propuso como pie forzado la figura de Jorge Díaz y así comenzó la escritura de una versión libre que, según explica Marambio, decantó en la necesidad de tomar los hechos terribles que describe “Razón de ser” con el humor, la ironía y el amor de “Amanda”.
“Yo escribí una obra nutriéndome de otras cosas, quería que tuviera humor, no solo que fuera lo terrible y lo terrible, porque creo que hay una manera de abordar el tema de la dictadura que a la gente la tiene chata […] La idea es hacer una mezcla, no es que se convierta en una comedia, pero sí que exista la posibilidad del humor, porque para nosotros, para mí y para el grupo es una obra positiva. Finalmente, es una obra que es el renacer de las cenizas de un ser humano.” comenta Marambio.
La contradicción como eje principal (voz de los actores)
Podría decirse que en esta obra el “Hijo del Camionero” (interpretado por Cantillana) se ha sumergido en un camino de venganza, más en el transcurso las contradicciones aparecen junto a los silencios del pasado, el peso de la herencia, la crudeza de una verdad revelada tarde y el amor que propone Amanda (interpretada por Casali)
Sobre su interpretación Carla Casali adelanta los aspectos más destacables de su personaje el cual encarna la idea de que el amor también puede ser resistencia, que no es ingenuo, menos frágil, sino una fuerza vital frente al horror: “[…] puesta en este nuevo contexto, Amanda se transforma en una luz para el Hijo del Camionero y esa luz tiene que ver con el amor. El texto también te lo dice: el amor te vuelve blando, te hace sonreír sin motivo aparente, caminas distraído por la vida y también —que es algo que he hablado con el equipo— el amor te hace botar tus barreras del cotidiano, que es cómo te enfrentas a lo social.”
En tanto, Néstor comenta que “este personaje es un desafío, porque tiene por un lado esta sensación de no saber quién es o cuál es su propósito en la vida, para qué existe. Es un ser solitario, tímido y al descubrir el horror de lo que vivó su madre, él cree que la venganza es la razón de ser, esa es su motivación, pero a la vez, no es un asesino y no es un criminal. Entonces, es muy linda esa contradicción que vive: por un lado, querer vengar a su madre y por otro lado darse cuenta que es una persona que no está hecha para la violencia”.
Así la obra confronta la tensión entre venganza y ternura, entre memoria y presente, mostrando cómo lo íntimo y lo político se trenzan en la piel de una misma persona. Con humor ácido y poesía desgarrada, el texto oscila entre lo brutal y lo tierno. Más que un drama personal, es una reflexión sobre Chile y sus heridas abiertas. Una invitación a mirarnos en ese espejo incómodo, pero necesario.
Actores exigidos
Enfrentarse a esta adaptación necesariamente es darse cuenta del desafío de la dirección y las actuaciones ya que, tanto en su extensión dramatúrgica como en su duración escénica la obra es corta, sin embargo, Marambio advierte: “El texto es engañosamente corto, porque en el fondo actuado dura más o menos una hora y algo. Entonces, en el fondo igual es un texto complejo, difícil. Es como una película que está adentro del texto, entonces requiere mucha habilidad para que el actor sea capaz de poner esas imágenes en la cabeza”.
Y por lo mismo confirma: la obra se sostendrá en las actuaciones.
“Yo suelo ser súper visual en mis puestas en escena, pero claramente este texto no va por ahí. Algo demasiado “¡gua!” tendería a distraer de lo que importa. Y es súper específico, porque en el fondo en la tragedia griega, pensaban que había escenas que no se podía representar, generalmente, tenían que ver con lo terrible. Uno ve el horror a través de cómo lo cuenta la persona, porque lo acaba de ver. A eso estamos jugando, pero con toda la obra” explica Marambio.
Sobre la decisión de participar en esta producción Néstor comenta: “Son varios los motivos para aceptar un ofrecimiento tan bonito y particular como ser parte del elenco de ‘Razones para no morir’. Lo primero es volver a trabajar con Cristian Marambio […] Por otro lado, está el texto, que es un texto súper delicado, profundo, en apariencia simple, pero tiene un trasfondo muy potente, no solo en lo político y en relación a la memoria, sino a las cosas simples y lindas de la vida.”
Por su parte, Carla agrega que: “yo creo que el teatro no cambia nada. Una tiende a pesar que podría hacerlo, pero no cambia nada y solo creo que como otro arte te da la posibilidad de pensar, cuestionar y provocar sensibilidades. En este caso, creo que esta obra es importante, porque toca un tema muy delicado de nuestro país, que hasta hoy estamos cuestionando cómo avanzar después de la atrocidad que les ocurrió a muchas personas. Lo que a mí me parece más importante, es que lo propone desde una mirada sin juicio […] porque no vamos a la pelea, no vamos a subirnos al escenario a decirle a la gente qué hacer y cómo debe hacerlo, ni cómo debe reaccionar […] es cómo convivimos con pensamientos tan distintos, contextos distintos y herramientas distintas para administrar nuestras propias emociones y eso es muy valioso de esta obra. Lo defiendo y rescato mucho”.
Sobre Jorge Díaz
Jorge Díaz fue un dramaturgo chileno y una figura influyente en el teatro de la segunda mitad del siglo XX. Miembro de la Generación Literaria de 1950, comenzó su carrera como escenógrafo antes de dedicarse a la dramaturgia. Sus obras, más de noventa, se enmarcan en el teatro del absurdo, utilizando humor negro, sarcasmo y un lenguaje directo para explorar la crítica social, la soledad y la incomunicación. Entre sus obras más conocidas se encuentran El cepillo de dientes, El velero en la botella, y Topografía de un desnudo. Díaz recibió varios premios por su trabajo, incluido el Premio Nacional de las Artes de la Comunicación y Audiovisuales en 1993.