En Contra de todo pronóstico, los adolescentes que se juntaban a practicar el boxeo en la vieja Plaza Egaña de Ñuñoa, a fines de los 50, nunca imaginaron que aquel joven de golpe artero y rápido uppercup,iba ser ovacionado en los mejores teatros del mundo como un talentoso pianista. Los jóvenes de las familias Avatte, Krall y Osorio, fueron testigos y púgiles adversarios en sus años de juventud.

En contra de lo que se piensa ahora, él tuvo la fortuna de ser hijo de la Educación Pública, donde destacó en su querida Escuela Experimental de Educación Artística de La Reina, como comentara alguna vez el muralista Alejandro “Mono” González.

En Contra viento y temporal, se abrió paso en la vida entre su sentida interpretación en el teclado con esas lecciones aprendidas en el barrio del Chile profundo, de a pie, y de su jub que lo llevaba siempre adelante.

En Contra de los agoreros partió en el Conservatorio con el profesor Lehmann para arribar luego a Nueva York y también estudiar en el Conservatorio de Varsovia. Brilló en el Conservatorio Estatal de Moscú P. I. Chaikovski, para luego perfeccionarse en Londres con la maestra María Curcio.

En Contra del deporte nacional del chaqueteo, triunfó en los grandes escenarios, en el Carnegie Hall, en la Place des Arts, en la Schauspielhaus, en el Kennedy Center, en el Palacio de Bellas Artes, en el Berliner Philharmonie y tantos otros, en todos los continentes. Grabó en los estudios de la BBC de Londres, en la Radio Nacional de España, en la Radio France Musique, en un periplo que tiene muchas antenas y que merece un libro,

En Contra… siempre estuvo en contra de la dictadura en Chile. En el Caupolicanazo que organizó el Coordinador Cultural, el 23 de septiembre de 1983, donde más de un centenar de trabajadores de la cultura decidió hacer un homenaje a Pablo Neruda en escena, a los 10 años de su asesinato, se dio cita a pesar de las censuras y los costos que eso le conllevaba. Ese día había estado tocando en el Municipal de Santiago. El acuerdo era que hablara solo Neruda, su poesía y que los artistas no serían anunciados por sus nombres. Este grande no necesitó que lo anunciaran y en el intermedio, sin mediar presentación se acercó al piano e interpretó “El Derecho de vivir en Paz”. El atiborrado Caupolicán se vino abajo. El pueblo lo aplaudió de pie. Esa noche, Víctor Jara se sentó a su lado a tocar con él.

En Contra de aquellos que estigmatizan a su gente en “verdaderos chilenos” versus los otros”, este pianista ha sido un andariego por los otros pueblos, en las otras poblaciones y en los otros lugares más apartados. Ahí, en su otro Chile, ha estado tocando su piano toda la vida, incluso ahora en sus 80 años. Y ha sido un profeta en su tierra. La de los otros.

Los 80 años de Roberto Bravo

El pasado domingo 12 de noviembre, Roberto Bravo en su casa musical, el Teatro Nescafé de las Artes, se reunieron los músicos de distintas generaciones y estilos, clásicos, boleristas y modernos a rendirle tributo por sus 80 años. Fue una jornada inolvidable.

En la oportunidad, Irene González, directora del Teatro Nescafé de las Artes, fue certera: “Roberto Bravo es un artista de una versatilidad excepcional, con una capacidad asombrosa para dialogar con los tiempos y el público. Un pianista que ha dejado una huella imborrable en la historia de este teatro y en la historia de la música chilena…Compartimos además la convicción de que el arte debe llegar a todos los rincones, colarse por las ventanas y las puertas para que todas las personas puedan acceder a ese instante de conmoción sublime, único e irrepetible que es la experiencia artística….La música que se desprende de sus manos se ha convertido en una fuente de inspiración para miles de personas, especialmente para las nuevas generaciones”. 

Y llegaron todos a la fiesta de cumpleaños. Estuvieron niños, niñas, jóvenes, viejos camaradas, pianistas, violinistas, escritores, actores, cantantes de ópera y populares… Sofía Molina, Vincent Triviño, Andrea Cárdenas, Montserrat Prieto, Hernán Rivera Letelier, Verónica y Maribel Villarroel, Beatrice Berthold, Luis Vera, Fernando Ubiergo, La Flor del Recuerdo, su hijo Roberto Bravo Graubin, Marta Contreras, Marina León y Nelson Arriagada.

Por las ventanas de las pantallas de televisión del teatro, se asomaron a saludarlo la escritora Isabel Allende, la pianista pascuense Mahani Teave Williams y Claudio Parra de Los Jaivas, entre otros.

El teatro se inundó con la música de Bach, Piazzola, Chopin, Advis, Brahms, Turina; Neruda con su “Carta en el camino”, la “Santa María de lasFlores Negras” de Rivera Letelier, la Piaf, Demetrio, Ubiergo, entre otros. La jornada se cerró con la canción icónica -Imagina- de John Lennon cantada por todos los artistas y el público en la sala, emocionados. Memorable.

El Hombre y el Maestro

No obstante, la fiesta de la vida tuvo su contrapunto con la partida de Joan Jara ese día. En medio de la función, Roberto Bravo comunicó la dolorosa noticia. Al igual como lo había hecho 40 años atrás en el Caupolicán le rindió un homenaje, volvió a entonar que La luna es una explosión / Que funde todo el clamor/…  que Es el canto universal / Cadena que hará triunfar / El derecho de vivir en paz”.

Dos días después, en la Casa Escuela de Danza Espiral, donde se velaban los restos de Joan, Roberto Bravo lo hizo por tercera vez. Frente al féretro, de la mano con un teclado, rezo musicalmente la “Plegaria a un Labrador”. Por tercera vez, estuvo sentado a su lado Víctor Jara.

Sin embargo, parafraseando a Brecht, “el hombre tiene un defecto”: ama la poesía.

Suena la campana y el pianista gana por knock out. Ya nadie le puede disparar.

(Fotografía: Sebastián Domínguez. Gentileza Teatro Nescafé de las Artes).

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