CARTA N°1

Pan y Libro

Señor Director:

La caja de alimentos que se distribuye en poblaciones y barrios pobres de todo Chile a consecuencias de la pandemia puede incrementarse con un ingrediente que, para muchos, resulta indispensable.

Hay un alimento fundamental que falta: un libro. Junto a los productos de primera necesidad y de variada naturaleza como los que ya se incluyen, constituiría un gran hito agregar una sencilla publicación con algunas poesías y cuentos representativos de la literatura chilena. Que dos millones y medio de familias chilenas tuvieren en sus manos por ejemplo a Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Pablo de Rokha o Vicente Huidobro, sería un acto poético inmensamente positivo. Si, también por ejemplo, Manuel Rojas, Olegario Lazo, Pedro Prado, Francisco Coloane o Mariano Latorre entraran en esos hogares, evidentemente se registraría un cambio en Chile.

Sus derechos de autor son parte del patrimonio de la Humanidad. Una edición de dos millones y medio de ejemplares tiene costos mínimos unitariamente. Menos que un kilo de pan. Es una tremenda oportunidad para el regreso a ser un país de lectores.

El libro, un pan para el alma.

FEDERICO GANA JOHNSON

FELIPE DE LA PARRA VIAL

 

CARTA N°2

El peligro del Pan y Libro

Señor Director:

Es cierto, “el peor error que se podría cometer es incluir libros en la caja de alimentos”, como señala ayer el señor Dittborn, en su carta de respuesta a la nuestra. Es peligroso. Imagínese que los enamorados volvieran a leer en voz alta los poemas de Neruda o los niños se acercaran al regazo de la Mistral. Qué haríamos con los jóvenes que descubrieran la irreverencia de Huidobro. Cuántos podrían salvarse en el Cabo de Hornos de Coloane, donde hay rebrotes del Covid-19. Y que en Chile miles de lectores salieran de su confinamiento y volvieran a soñar, a imaginar, a viajar con los libros, sin permisos temporales ni salvoconductos.

Nos asalta el filo de la ventura de que no hubiese acuerdo por elegir premios Nobel o premios nacionales como autores de un libro de cuentos y poesía chilenas. Nos preocuparía que el Gobierno no pudiera aludir al Estado de Catástrofe para autorizar el pago de los Derechos de Autor (que lo hace) y de las impresiones, cuando éstas no alcanzarían siquiera al valor de un kilo de pan, unitariamente. En una de esas, las imprentas – que tienen capacidades de sobra para hacer esta tarea- podrían mejorar sus economías alicaídas.

Es cierto, es peligroso. Cuando todo un pueblo se moviliza para repartir las cajas de alimentos,  gobierno, alcaldes, alcaldesas y organizaciones sociales. Así se ha hecho y se sigue haciendo. Como decía Mac Luhan: “el medio es el mensaje”. La caja es el mensaje.

No obstante, la moneda de cambio no está en los ebook, porque la mayoría de las familias que reciben las cajas de alimentos no tienen internet, tablets o computadores para cada uno de sus miembros.

¡Albricias! si se repartiera también el libro de manera digital para que cruzara la cordillera de la metáfora y el sueño de los 19 millones de chilenos.

Compartimos, además, la opinión de la escritora Nona Fernández  manifestada en el reportaje de ayer en su diario, de que “la cultura es lo que más ha sostenido el ánimo de la ciudadanía”.

Disculpe la Carta 2.0, pero había que decir al “pan-pan, libro-libro”.

 

FEDERICO GANA JOHNSON

FELIPE DE LA PARRA VIAL

Periodistas y escritores

 

CARTA N°3

Pan y Libro

Señor Director:

Diez años duró la discusión por la Ley de Instrucción Primaria que fuera aprobada en 1920 y abriera, finalmente, las puertas para que los niños aprendieran a leer y tomar en sus manos el mundo de los libros. Entonces, hubo detractores “técnicos” que postergaron una y otra vez la iniciativa, con decenas de argumentos.

100 años después, la historia se repite. Sentimos lo mismo por la ya enconada oposición a esta idea de Pan y Libro. Lo sentimos, de verdad. Siempre estará viva, si se lo desea, la oportunidad de complicar las iniciativas. Pero también simplificarlas. El señor Dittborn parece no haber comprendido bien que agregar un libro en la caja de alimentos que se distribuye (ojalá con literatura chilena tradicional y representativa), es una manera rápida y efectiva de llegar a tantas familias, en tiempos de confinamiento. Es también una atinada fórmula para olvidar la pesadilla de la “maletería” literaria.

En la indispensable práctica, la meta es que el libro llegue pronto y a todos en casa. Borrar la mala costumbre de descubrir por qué no se pueden hacer las cosas, es posible.

 

FEDERICO GANA JOHNSON

FELIPE DE LA PARRA VIAL

Periodistas y escritores

 

2 Comentarios

  1. ¡Excelente idea la de repartir libros en las cajas!
    «De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación». (Jorge Luis Borges) Citado en : https://sites.google.com/a/laserpblanca.com/la-serp-blanca/borges-el-libro

  2. En un país tan cortoplacista como este, las necesidades vitales son las que garantizan la sobrevivencia. Así, lo biológico de la especie es prioritario y lo cultural es considerado algo secundario casi suntuario, un adminículo prescindible. A quienes nos preocupa la existencia, es decir poder dotar a la vida de un sentido vital y creador, nos debe preocupar el reduccionismo de nuestros economicistas porque regalar un libro es, como señalaba García Lorca, regalar horizontes, alimentar la imaginación para avanzar superando la mera animalidad. Ojalá que el bajo costo de reeditar obras que son patrimonio común aliente una mínima reflexión en el quehacer de nuestros tecnócratas.

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