Conversamos con Joaquín Miranda Puentes sobre este proyecto tan innovador y revelador, y acá nos cuenta sobre desafíos y descubrimientos detrás de Nunca se supo, y cómo esta obra busca cambiar nuestra percepción sobre la relación entre la música y la poesía.
¿Cómo nació la idea de Nunca se supo y qué los motivó a llevarla a cabo?
-La idea de poner en un libro los poemas de músicos nacionales probablemente la han tenido varias personas en distintas épocas; de hecho, en otros países, como Argentina y Estados Unidos, libros de este estilo ya existen. En nuestro caso, tanto Chinoy como yo imaginamos este proyecto desde veredas separadas hasta que nos conocimos y unimos fuerzas. Fue en pandemia, el 2020 o 2021, cuando empecé a contactar músicos para que participaran de esta idea aún sin nombre ni dirección. Uno de esos músicos fue Chinoy, que respondió con mucho entusiasmo y me comentó que había pensado hacer lo mismo. No tardamos en darnos cuenta de que para un libro de esta envergadura era mejor ser dos que uno, por lo que optamos por ser co-autores. Desde ese momento trabajamos arduamente en contactar a diversos artistas de la escena musical nacional, invitarlos a escribir poemas inéditos y ser parte del proyecto.
Sobre la razón de llevar a cabo algo así, creo que tiene que ver con la necesidad de mostrar y hacer evidente que la inquietud respecto del lenguaje la tienen no solo los poetas o narradores, sino también personas de otras áreas. El título responde a eso: nunca se supo que los músicos hacen poemas, hasta ahora. La publicación de este libro conlleva no solo un reconocimiento a los artistas que participaron, sino también un cuestionamiento sobre temas que siempre vale la pena revisitar, como dónde y en qué momento un conjunto de palabras se hace poema, entre otras cosas. Este libro, mediante su publicación, esperamos, hará pensar sobre qué es y qué llamamos poesía, además de generar un goce estético que un libro como este puede propiciar.
¿Cómo fue el proceso de selección de los músicos que participan en el libro?
-Intentamos abarcar lo máximo posible. El requisito o criterio de exclusión fue que los poemas fueran inéditos. Nos contactamos con muchos artistas, quizás el doble de los que aparecen en el libro. Algunos no quisieron participar, otros enviaron letras de canciones y el resto son los que están en Nunca se supo. Pero en lo que respecta al tipo de músicos que quisimos desde el inicio, siempre pensamos que mientras más heterogéneos mejor. Por lo mismo, tenemos exponentes del rock, punk, folclore, funk, indie, rap, entre otros. Convocamos a los que más pudimos, sin importan sus edades, género musical ni nada de eso. Fue un proceso que tomó su tiempo y tuvo algunas complicaciones, pero que finalmente culminó en este libro del que estamos orgullosos.
¿Qué desafíos encontraron al trasladar la sensibilidad musical de estos artistas al papel, sin el respaldo del sonido?
-El desafío no lo vivimos nosotros, sino quienes se animaron a participar de este proyecto. Muchos se sintieron desnudos ante la hoja en blanco, otros vieron el desafío como un ejercicio entretenido. Diría que cada uno de los artistas tuvo una reacción diferente. Algunos tenían mayor trayectoria escritural, otros cero. Sin embargo, el desafío, que era, por decirlo de una manera, quitarles la guitarra y que escribieran, resultó estimulante para la mayoría de los músicos. No tengo duda de que gracias a ese trabajo hoy ven de otra manera la palabra poética y la poesía en general. Pero sacarlos de su hábitat natural sí incomodó a muchos, aunque a medida que intentaban escribir se dieron cuenta de que eran totalmente capaces de hacerlo al punto de que disfrutaron de la escritura.

La antología incluye músicos de diferentes estilos y generaciones. ¿Descubriste algún patrón común en sus maneras de escribir poesía?
-Cada uno tiene una manera de escribir distinta, más allá de los estilos musicales. Diría que el patrón común no es algo que necesariamente se verá en el libro, pero que sí vimos tras bambalinas, esto es, el respeto al trasladarse de la música a la poesía. También es importante decir que muchos de los autores no dirían que escribieron poesía, sino que salieron de una zona de confort por un ratito, por lo que hablar de maneras de escribir poesía es un poco apresurado en algunos casos. Pero, como dije, lo común tiene que ver con la actitud ante lo que les pedimos más que con el resultado escritural, que es único en cada persona.
En el prólogo Germán Carrasco dice que varios participantes inventaron términos como «poemambos» o «rappertorio» para definir su escritura. ¿Qué opinas de este intento por nombrar lo nuevo?
-No diría que es un intento por nombrar lo nuevo, sino más bien una forma de nombrar lo propio. Los poemambos son los textos de Pedro Villagra y el rappertorio es de Juan Sativo, y ambos responden a cómo perciben su propia obra más que a ponerle un nombre a algo nuevo. De todos modos, es interesante porque el uso de esas palabras sitúa los poemas en un terreno cercado por la palabra en cuestión. Se trata de apropiar la escritura propia bajo la personalidad y estilo propios de los artistas.
Como escritor, lingüista y luthier, ¿cómo se cruzan estas facetas en tu visión del arte y la palabra?
-Creo que la palabra clave es “oficio”. Para escribir, hacer una guitarra o estudiar el lenguaje hay que perseverar en la tarea hasta que esta sea lo más perfecta posible. El arte, tan olvidado en estos tiempos, requiere muchísimo trabajo, da lo mismo del tipo de arte que hablemos: siempre serán horas, semanas, meses, años de práctica y de ensayo y error. A lo del oficio hay que sumarle el querer decir propio: uno construye para algo. No es como una fábrica china con niños haciendo juguetes de forma mecánica, sino un momento que requiere pausas, reflexiones y, muchas veces, empezar de nuevo. Si el trabajo no logra decir lo que quiero que diga, no queda otra que volver a intentarlo. Por eso respeto a los artistas, pues sé que trabajan en exceso para lograr ese querer decir mediante sus contrucciones, sean musicales o de otro tipo. Así es como se cruzan las facetas: a través del oficio, del trabajo continuo y la perseverancia hasta llegar al punto deseado.
Si tuvieras que definir Nunca se supo en una sola frase, ¿cuál sería?
-Diría que es el primer libro en la historia de Chile que reúne poemas inéditos (no letras de canciones) de diversos músicos y músicas nacionales.