Margot Loyola viene volando. Es la cartógrafa que traza los planos de la cultura tradicional chilena. Al norte vive en la casa de los aymara, los quechua, los atacameños, los kolla y los diaguitas. Cuando se va al mar, baila y canta con los rapa nui. Su domicilio son las casas del puerto donde aprende los secretos del canto de los cerros y de los marineros. Su mirada tiene el ancho de la frontera mapuche y su voz se replica en la altura de los pehuenches, en el trueno de huilliches y en el mar de los lafquenches. Baila cueca en su natal Linares y se va por las calles del pueblo recogiendo el grito de los voceadores y de los serenos. En Chiloé devela los secretos de la Recta Provincia y canta con los brujos. Entra en los salones más distinguidos y descubre las reverencias y las gracias de la música española. Con ella, la oralidad del pueblo tiene tantas luces como estrellas en el cielo.

Margot Loyola vive en todas partes, vive con todos, en sus propias casas, donde aprende y se hace mágica. Todo lo que toca, baila, todo lo que toca es música. Se abren las academias y la Universidad abre sus bibliotecas y radios. Las jóvenes se hacen Margot y vuelven a los domicilios en busca de las canciones olvidadas del campo y de la ciudad. Vuelven a las tradiciones, a la historia, una tras otra, cantando. Así la Patria tiene voz y vuelo. Lo dicen en Buenos Aires, en Moscú y en París, en todo el planeta. Tanto así, que su tierra festeja en estos días los 100 años de la Maestra de Chile con mil canciones. Margot Loyola viene volando.

Felipe De la Parra Vial
Director Entrama Cultural

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