El retrato de Lenin es una obra internamente diversa y variante. Lo es porque integra una novela y microcuentos, por tanto, diversos géneros que se combinan para expresar las íntimas inquietudes, vivencias, oídas y deseos del autor.

Lo es porque combina de forma no lineal distintos tiempos históricos sin necesariamente advertir al lector de este cambio de época del hablante. En términos de su contenido lo es porque reúne distintas historias, relatos y evocaciones, que logran representar las emociones que marcaron el compás de los sucesos acaecidos durante las décadas del 60 a fines de los 80, con unas pinceladas difuminadas de la actualidad.

Se trata de un libro ágil, y dinámico, con una lectura entretenida, algo que no siempre logran provocar los libros surgidos desde la ficción y el testimonio propio.

En la novela “El retrato de Lenin” resalta que se encuentra permeada por la memoria y las características propias de ella. Es decir, es fragmentaria y cambiante en la voz narrativa. A veces se escribe en primera persona, a veces en tercera, esto va y viene en la complexión del texto. Este modo de escribir imita a la memoria, que recuerda de forma no lineal, a través de chispazos parciales. Esta característica, le da un sabor intenso a realidad y humaniza la lectura, permitiéndonos no solo situarnos frente a un texto, sino también al interior de una mente que opera como opera la memoria humana.

Esta característica es asombrosa, sabiendo, que no se trata de sus propias memorias, sino que, de la construcción de la memoria de un narrador chileno, comunista, militando y ocupando importantes responsabilidades durante la unidad popular y la lucha contra la dictadura civil-militar; Dicho personaje que integra un cumulo de historias, vivencias y relatos que provienen de un conjunto de compañeros desarrolladas en una narración fraccionada.

El autor crea un personaje homosexual, ferviente marxista y militante del anti imperialismo y la lucha por la liberación de los pueblos, que interpreto como un valioso reconocimiento y homenaje a los tantos y tantas compañeros y compañeras pertenecientes a la diversidad sexual y militantes del Partido Comunista y de las izquierdas, que dieron su vida y sus mejores años por la construcción de la justicia social, la igualdad, y la liberación de toda forma de atadura, opresión y discriminación.

Quisiera destacar algunos episodios particularmente sensibles, claramente representados y logrados:

En la primera parte, se representa una imagen que conecta muy bien con un lector de la diversidad sexual criado en el seno de una familia con un líder más ortodoxo del movimiento sindical, señalando que genera en él la necesidad de “alejarse de la casa paterna y las fustigaciones de que se interesaran tanto por sus asuntos sentimentales”, señalando que su padre “buscaba moldearme a su imagen y semejanza”.

La obra recoge la vida militante de un ser humano que, más allá de su orientación sexual, como buen “muchacho del siglo XX” asqueado de las injusticias, luego de que una niña fuera asesinada en una población obrera por las fuerzas policiales, decide ingresar en las juventudes comunistas y se enfila en un conjunto de actividades que le van contribuyendo a formar carácter, conocerse, desarrollar sus habilidades y transformar la realidad al paso de su propia transformación.

El clamor por justicia, vivienda, trabajo y educación que resonaba desde el norte al sur del país lo lleva a involucrarse en la organización del partido y asumir tareas y responsabilidades.

Ocupado en estos asuntos – señala – “olvidaba o hundía en lo profundo de mi consciencia lo que aún no había tenido el valor de reconocer. Escabullía el momento de enfrentar esa realidad. Mi atracción hacia los hombres la palpaba en mi cuerpo. Me sentía viril pero mis reacciones me delataban. Sabía que mi condición no era compatible con la supuesta moral comunista, por lo que continué escondiendo lo que sentía.”

Capítulos más adelante nos señala:

“Con el tiempo había entendido que también los comunistas eran reflejo de la sociedad de su época. El machismo y la homofobia los había contagiado igual que al resto. Miró el retrato de Lenin y se preguntó ¿Qué diría él de todo esto?”. Esa sería quizá, como no pocos, su primera experiencia en la clandestinidad.

Esta misma autocensura vive cuando su compañero y amor se le confiesa, sin capacidad inmediata de poder confesarle su mutuo sentimiento.

“Con Omar nos enviaron en una misión a Moscú. Teníamos la misma edad, veinte y tres años. Compartíamos la habitación. Instalándonos dijo con voz seria – en realidad en algún momento tenía que decírtelo, no sé cómo lo tomarás. Sus manos torcían la toalla. En casi un susurro artículo unas palabras, mientras me miraba fijamente – me atraen los hombres, soy gay- dijo avergonzado. Y medio tartamudeando agregó, – creo que tú me gustas, pero tranquilo, yo te respeto como eres, declaró después de unos segundos, mientras se paseaba inquieto por la habitación. Me quedé de una pieza. Todavía sonrojado y dudando si lo decía en serio, balbuceando le respondí- gracias por confiar, no te preocupes, de mi no saldrá palabra y corté con una sonrisa amable, cualquier intención de continuar hablando del tema. El corazón me dio un vuelco. Esa noche no logré conciliar el sueño. Me sentía atrapado en mi coraza.”

Situación que Claudio logra destrabar cuando: ‘Un domingo paseando por la Plaza Roja, mirándole a los ojos se atreve a confesarle que también estaba enamorado de él. Después de un instante eterno, Omar le responde: ¿Porque demoraste tanto en decirlo?”; y señala: ‘Nos miramos y reímos. En segundos nos abrazamos. Estoy seguro que Lenin, que descansaba en el mausoleo frente a nosotros, nos cerró su ojo momificado”

En esa misma época, se organizaba en el kilómetro cero de la capital la primera manifestación de diversidades sexuales, en 1973 y difundida en el reciente documental “Las locas del del 73”.

En “El retrato de Lenin” se representa la opinión del autor respecto a los señalamientos que la prensa hizo de esta protesta en las portadas y reportajes de los principales diarios de la época, incluyendo los de izquierda:

“Mientras preparaba el desayuno y Omar ojeaba los diarios, le oí decir-      ¿Qué prensa de izquierda es esta?, no se diferencian de los momios, remarcó con rabia. El diario “Puro Chile’’ titulaba, “Los maricones se tomaron el centro”, mientras el “Clarín”, se pasó de la raya publicando “Ostentación de sus desviaciones sexuales hicieron los maracos en la Plaza de Armas. Las locas perdidas se reunieron para exigir poder casarse. Con razón un viejo propuso rociarlos con parafina y tirarles un fósforo encendido”.

Durante décadas la varonilidad pareció ser un atributo cotizado en política, y no se mantuvo exenta de este influjo cultural, la izquierda en el mundo. Según el periodista Oscar Contardo, al revisar numerosas publicaciones de la época del diario “Puro Chile”, es posible observar que parecía tener entre sus más peligrosos enemigos a los partidarios de derecha y a los homosexuales.

Es necesario reconocer que no existió voluntad por problematizar la sexualidad proveniente de una forma rígida de entender la masculinidad.

El libro refiere a pasajes importantes de la vida de todo homosexual, expresando especial sensibilidad en el asunto de la autocensura en el amor.

A la imposición de límites propios entre las parejas homosexuales, para no exponer la vida del ser amado, para no delatar con el comportamiento, el gesto, la caricia o incluso la mirada.

También el texto nos introduce en las complejas vivencias de Omar y Claudio en medio de su lucha contra la dictadura, donde se mezclan las tareas de organización, esparcimiento, responsabilidad militante, las noticias estremecedoras y las sucesivas decisiones tácticas de sobrevivencia en un ambiente doblemente hostil. Esta complejidad de vidas en una sola vida logra retratarse en las siguientes líneas:

“Me habían destinado a dirigir un gimnasio. Servía de tapadera para instruir jóvenes en el trabajo clandestino. Dábamos cursos de yoga y artes marciales. Allí conocí a Rafael y Mario, eran pareja y nuevos militantes de la Jota. Para el cumpleaños de Rafael nos invitaron a su fiesta. Querían conocer a Omar. Bailamos, charlamos, reímos. En esa burbuja se diluían mis temores y regresaban los colores perdidos. En las fiestas de “toque a toque” de la disco Fausto descubrí que todavía era joven.

En la clandestinidad marchábamos a tumbos. A mediados de 1976 recibimos un golpe fulminante. La aparente quietud de los servicios de seguridad tuvo como objetivo descubrir la espina dorsal de nuestra organización. Habían quebrado mediane torturas a un grupo de nuestros compañeros, transformándolos en delatores. Entregaron nombres, ubicación y responsabilidades. Las estructuras cayeron una tras otra. Descubierta la maniobra la instrucción fue congelar todo vínculo. Si hubiera abortado la reunión en el COPELIA, tal vez Omar estaría vivo, martillaba mi cerebro.”

Expongo estos episodios que se desarrollaron durante esos 15 años porque es interesante abordar un adentro y un afuera de la obra, respecto de la relación homosexual, izquierdista, resistencia, esparcimiento. Un adentro, marcado por las historias de una clandestina pareja viviendo una clandestina homosexualidad sobreviviendo en medio de una cruenta dictadura y un afuera en el que también estaban ocurriendo procesos de organización, persecución y muerte y al mismo tiempo una posibilidad de esparcimiento aún cuando gobernaba una dictadura inspirada en el fascismo.

La actualidad de Chile sin duda representa un presente más amable para desarrollar el deseo y las formas de amor que más acomoden a uno. Sin duda, los riesgos han disminuido, aunque no del todo. Las posibilidades de esparcimiento artístico, cultural, deportivo y festivos son cada vez más variados y colman todo tipo de espacios públicos y privados. Sin embargo, también en el presente se reproducen formas de discriminación y límites al acceso y ejercicio de derechos fundamentales para la población LGTB en especial la más pobre y trabajadora.

Pienso que este libro es un modesto pero justo homenaje a esa inflexión política, cultural y ética que la izquierda chilena dio, respecto a la incorporación de los sujetos históricos de la diversidad sexual y de género, y a las luchas por la erradicación de toda forma de exclusión, opresión y discriminación para obtener igualdad sustantiva y condiciones razonables de dignidad para todo ser humano.

 

 

 

 

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