La respuesta, dijo Shyamalan, cuyo nombre ha sido sinónimo de giros narrativos desde su primer éxito El sexto sentido (1999), era haber regresado a donde inició: volver a hacer películas en su natal Filadelfia, de regreso al tipo de suspenso que en 2002 hizo que Newsweek lo llamara el Próximo Spielberg.

“Solo quiero hacer películas de suspenso”, dijo Shyamalan, de 48 años, en una entrevista telefónica la semana pasada. Después de años de hacer otro tipo de películas, agregó, regresar a lo que más le gustaba lo hacía darse cuenta de algo: “Caray, desde un principio tuve todo lo que quería”.

Por eso, es apropiado que Glass, que se estrenará el próximo fin de semana, complete otro ciclo. Después del éxito de su predecesora, Fragmentado (2017), la película concluye una trilogía original de superhéroes que comenzó en 2000 con El protegido, la génesis de la historia que llegó, quizá, demasiado pronto.

En ese entonces, la sabiduría popular sostenía que una historia original de superhéroes no podía ser exitosa, y Shyamalan ha dicho que Disney, que produjo El protegido, lo instó a no comercializarla como una película de cómics, una estrategia impensable actualmente. (X-Men, un presagio de la cultura que se establecería, fue lanzada el mismo año y recaudó casi 300 millones de dólares). El protegido tuvo ganancias, pero nada que ver con El sexto sentido y no logró tener el éxito que Shyamalan esperaba.

Aun así, su instinto resultó estar en lo cierto: la licra se hizo comercial y El protegido, que siempre fue una favorita de los críticos, amasó una base de fanáticos leales a lo largo de los años, empezando con los asistentes a la Comic Con. Después Shyamalan sorprendió a los fanáticos con Fragmentado, una secuela de terror protagonizada por James McAvoy que recaudó más de 278 millones de dólares con un presupuesto de 9 millones de dólares. Después de una serie de fracasos ante los ojos de los críticos, entre ellos El último maestro aireEl fin de los tiempos y Después de la Tierra, se habló de un resurgimiento por parte del director.

Ese impulso también ejerció presión sobre Glass —con su presupuesto de 20 millones de dólares y un extenso guion— que, según dijo Shyamalan, fue la película más difícil que ha hecho. Por teléfono desde Europa, habló sobre el filme y sobre otras ideas del universo de El protegido; además habló sobre si alguna vez dirigiría una película de La guerra de las galaxias. A continuación, los fragmentos editados de la conversación.

Cuando filmaste El protegido, el mercado de las películas de superhéroes no se parecía en nada a lo que es hoy. ¿Por qué crees que tengan tanto éxito en Hollywood actualmente?

Tiene sentido. Me siento feliz de haber estado en la vanguardia y decir: “Oigan, hagamos una película basada en cómics, un filme acerca de cómics”. Y que todos respondieran: “Ese es un mercado muy marginal. No es una idea comercial, y la gente común no va a ver ese tipo de películas”. Ahora están por todas partes.

Lo entiendo. Es una mitología que inspira poder a las personas. Son los dioses entre nosotros. Son historias de gente normal que se convierte en dios, básicamente, dicho de una manera común.

Naciste en India. Te criaron como hindú, pero asististe a escuelas católicas. ¿Cuál es tu nivel de espiritualidad actualmente? ¿Ha cambiado desde El sexto sentido?

Se ha vuelto más claro en mi mente. Creo que me definiría más como un creyente ahora, en el sentido de que, después de El sexto sentido, siempre he creído en algo. Simplemente no podría ponerle una etiqueta más precisa.

Has sido agnóstico.

Así es. No soy religioso en absoluto. Me parece problemática la especificidad de la religión organizada y el tribalismo que invoca, pero soy alguien que cree en algo, como quieras llamarle, el universo y nuestro lugar en él.

Cuando estás con tus familiares y amigos, ¿eres el comediante del lugar?

Sí, soy el que hace tonterías, claro. Pero me pongo muy serio cuando hablamos de cine. No soy muy divertido cuando sale ese tema. Si vas a ver una [mala] serie de televisión, no quieres verla conmigo. Vas a pasártela muy mal porque estaré haciendo muecas y comentarios. Para mí, es un arte. El cine debe honrarse. Esos ingredientes deben meditarse como si fueran sagrados.

Parte de la narrativa que rodea a Los huéspedes y Fragmentado caracterizó esas películas como “resurgimientos” para ti. ¿Eso te resultó frustrante?

No, la carrera en realidad no se trata de lo que los demás digan sobre ti. No es posible. Eso te quita todo el poder que tienes. Ahí no es donde debería estar tu energía, sino en todas las cosas que controlas. Como escritor, tienes control sobre muchísimas cosas.

Después del estreno de El protegido, hablaste sobre cómo no pudo crear una conexión con la audiencia de la manera en que esperabas. ¿Crees que sería diferente en la actualidad?

Sí creo que le habría ido mejor ahora. Le habría ido incluso mejor cuando la estrenamos si la hubiéramos anunciado como una película de cómics.

El protegido y Fragmentado tuvieron tonos drásticamente diferentes. Una era una película de cómics y la otra de terror. ¿Cómo uniste ambas en Glass?

Piénsalo de este manera: el tono de El protegido coincide con su protagonista, David Dunn [Bruce Willis], que tiene una suerte de epifanía sombría, introspectiva y progresiva. Después tenemos al protagonista de Fragmentado, un personaje cinético y pirotécnico que es violento, aterrador, divertido y extraño, además de amenazador. Tiene la vibra de una película de suspenso muy oscura, casi de terror, así que coincide con su protagonista.

Además, Glass representa a su personaje principal, el señor Glass [Samuel L. Jackson]. Es muy filosófico y juega una partida de ajedrez, además de tener una sonrisa muy irónica. Así que espero que cada película represente a su protagonista.

El personaje de James McAvoy en Fragmentado y Glasssecuestra adolescentes y a veces se las come. Sobre todo en Fragmentado, algunas de las escenas son bastante grotescas. ¿Qué tipo de actitud debes adoptar para crearlas?

He tenido más ganas de hacer cosas impactantes y de contrastar eso con la emoción o el humor de una secuencia. Es divertido porque siento que los tonos que me interesaban, cuando estaba pensando en hacer la trilogía, son más apropiados en el cine de ahora que en el que se hacía en 1999.

Apoyo mucho a mis personajes. Me dedico por completo a ellos. Quizá hagan algo espantoso, pero, en general, les demuestro mi apoyo y me muestro comprensivo con ellos. Al ver Glass, es posible sentir mucha empatía por todos los personajes, a medida que la historia llega a su conclusión.

Después de Fragmentado, el personaje de James McAvoy recibió críticas por parte de los profesionales de la salud mental, pues decían que estigmatizaba a las personas que sufren del trastorno de identidad disociativo. ¿Crees que eso fue justo?

No fue algo muy importante. De hecho, creo que esta es la mención más grande al respecto. Fue alrededor del uno por ciento del uno por ciento de las personas que hicieron esa crítica. Pero hubo una reacción muy positiva a la película. Obviamente, cuando ves Glass, se vuelve evidente la representación increíblemente positiva del personaje, su esencia y todo lo que sufre.

Cuando estabas filmando Fragmentado, ¿tenías idea de cómo querías que terminara Glass?

Así es. Tenía un par de ideas sobre dónde podría estar el punto de unión. Así que estuve jugando con esas ideas, pero entre el momento en que terminé Fragmentado y su fecha de estreno, casi cuatro meses después, fue el periodo en el que estaba escribiendo Glass, y me dediqué a perfeccionar todos los detalles.

Cuando se estrenó El protegido, dijiste: “Esta vez tuve más control, pero sin divertirme”. ¿Te divertiste filmando Glass?

No me divierto mucho filmando mis películas. Me estreso mucho todo el tiempo.

Has bromeado en el pasado sobre dirigir una película de La guerra de las galaxias, así que hablemos en serio. ¿Dirigirías una película de La guerra de las galaxias?

Ay, Dios. Creo que lo mejor es que me dedique a hacer películas originales y trate de mantener el acento cinematográfico con el que estoy más cómodo. Hay cineastas que no se ajustan fácilmente al sistema, y quizá yo soy uno de ellos. La idea de perder tu esencia es perder la noción de quién eres.

Por eso creo que esa es, quizá, la mejor manera de pensarlo. Pero nunca digas nunca.

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