Durante 2022 el periodista Pablo Bravo, de larga experiencia en la edición de revistas, debutó en la ficción con su primera novela, Sean Ellos el Grito de Muerte, un crudo texto ambientado principalmente en los años de la dictadura militar (el libro fue presentado en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos) y que obtuvo favorables comentarios en la crítica.

En esta ocasión, el autor ha presentado recientemente su nueva novela, Exilio en Calles Secundarias, un texto que a ratos se emparenta con el anterior, aunque presenta una estructura mucho más compleja. La novela fue lanzada en el Campus Lo Contador de la Universidad Católica, y contó con los comentarios de los reconocidos críticos Héctor Soto y Lorena Amaro.

El escritor, quien habitualmente publica columnas literarias, reconoce que la trama “es sencilla, un hombre que se va de Chile, porque ya no da para más, pero de lo que buscaba huir, finalmente, se le termina por aparecer en las puertas de su nueva residencia”.  A partir de esta sencilla premisa, el autor busca desenredar un ovillo para indagar en las historias subyacentes, lo que en este caso, se transforma en una historia coral.

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

-Yo viví varios años en Barcelona, me fui a estudiar a fines de los ’90 cuando todavía era muy extraño encontrarse a un chileno en esa ciudad. Éramos realmente muy pocos, frente a otros latinoamericanos como los argentinos o los mexicanos. Durante mucho tiempo, incluso, confundían mi acento y me preguntaban si era argentino. Mi partida a Barcelona se dio en un contexto muy especial: en los años ’90 el país se había abierto al mundo y había mejorado su situación económica, lo que facilitó que muchos pudiéramos salir a estudiar. Cuando yo era pequeño, en los años de la dictadura, eso era imposible para la población de clase media.

En ese contexto, muy a grandes rasgos, pude identificar dos grupos de chilenos en Barcelona. Los que habían llegado por el exilio, mayores que yo y que tenían su propia historia, y otra gente de edad similar a la mía. Como éramos tan pocos los chilenos, cuando yo me encontraba con alguno o alguna, intentaba hablarle y conectar de alguna manera. Sorprendentemente, me encontré con muchas respuestas desagradables, algo así como que me decían “yo odio Chile”, y no querían hablar con uno. Al principio me quedaba helado, luego lo comencé a comprender. Se trataba de gente que acarreaba heridas, traumas, etc. que habían vivido en Chile y que por eso prefirieron irse. Mucho de ello tenía que ver con el clasismo, pero había más. Cuando pude profundizar con alguno de ellos me di cuenta de que, aunque se hubiera ido lejos, el trauma lo seguía teniendo adentro. No bastaba con cambiarse de país para resolver su problema.

De esa manera comencé a imaginar al protagonista, que se va de Chile porque está harto, pero finalmente todo su mundo de Chile (su mejor amigo, su antigua polola) también llegan a Barcelona. Había querido escapar, por decirlo de alguna manera, pero ese mundo del que quería alejarse se le vuelve a acercar y a convivir con él.

¿Cuánto tiempo tardó en ser escrita?

-Este libro comencé a escribirlo antes que Sean Ellos el Grito de Muerte, y lo terminé -después. Podríamos decir que son libros hermanos. Es difícil dar un tiempo exacto, pero yo estimo que en total deben haber sido unos cinco años.

En esta novela se aprecia una estructura mucho más compleja que en tu anterior, Sean Ellos el Grito de Muerte…

-Como comentaba, este libro fue más o menos escrito en paralelo con Sean Ellos el Grito de Muerte. Pero este desde el principio se veía más complejo. Aquí probé y jugué mucho, experimenté. Y en algún momento me di cuenta de que la primera novela que publicaría resultaba muy difícil de digerir con todas las complejidades que tiene este texto. Entonces me enfoqué en terminar lo mejor posible Sean Ellos el Grito de Muerte, que tiene facetas experimentales, pero que es mucho más directo. Cuando fue la presentación de ese libro, la crítica literaria Soledad Rodillo afirmó que no era “la típica primera novela de debut”. Y tenía toda la razón, porque venía ya hace rato escribiendo y experimentando.

¿Por qué apostaste por una novela polifónica, con diferentes voces, incluso diferentes estilos y tonos?

-Eso no lo elige uno, el libro mismo te lo va dictando. Yo me daba cuenta de que una historia aparentemente sencilla tenía muchísimas ramificaciones hacia atrás. Para que se lleguen a encontrar dos o tres personas tienen que ocurrir una infinidad de imprevistos inimaginables. En ese sentido, me pareció que lo más honesto era no centrarse en un solo personaje sino hacer algo más coral. Y, por lo mismo, son distintas voces y tonos, ninguna persona habla igual que la otra. Hay una imagen que no puedo sacar de mi cabeza y es que este libro puede ser mirado como un globo terráqueo, puedes aproximarte desde diferentes perspectivas. Está claro que no es una historia lineal y eso fue uno de los desafíos más difíciles de resolver. Aunque disfruté mucho trabajándolo de esta manera.

En tu novela anterior había un contexto político muy marcado del que ahora te alejas…

-No estoy de acuerdo. Creo que aquí hay un contexto político y económico que permite que esta historia fluya: los años ’90. Esa fue la década en que volvió la democracia a Chile y el país comenzó a tener un crecimiento económico que no habíamos conocido hasta entonces. Para quienes nos criamos en dictadura esto era demasiado diferente. Y como tal, se comenzaron a dar fenómenos que tampoco conocíamos. La democracia de por sí no había sido una solución plena, se vio mucha codicia, ambición, egoísmo y, sobre todo, materialismo. El idealismo se había hundido en un pozo. Lo que más importaba era ganar dinero… esa es la época en que comienza a desarrollarse urbanamente Santiago muy fuerte con unas casas y barrios que parecían sacados de películas de Hollywood.

Cuando vi que todo ello se estaba consolidando en este relato, consideré que era necesario dar un paso atrás en el tiempo. Y por eso decidí profundizar en las historias de los dos personajes principales, Nacho y Andrés, y tuve que ir a fines de los años ’80. A ellos les toca vivir la última etapa de la dictadura, a ratos muy activamente. Y, bueno, en la novela se va viendo lo que les va pasando cuando llegan a los ’90. Si no lo hubiera contado, me parece que el libro hubiera quedado descontextualizado y no se hubiera entendido.

También en este nuevo libro hay mucho más humor…

-Es que a mí me gusta mucho el humor. Y mientras más oscuro, mejor. Pero Sean Ellos el Grito de Muerte no permitía el humor, por la crudeza del contexto. Ese fue un libro con una cierta actitud punk, diciéndolo en términos musicales. En cambio Exilio en Calles Secundarias tiene una actitud mucho más cercana al jazz, al be-bop específicamente.

Por cierto, también hay muchísimas referencias musicales, ¿cómo llegaste a eso?

-Cuando escribo siempre escucho música. Me es imposible hacerlo si no lo estoy haciendo. Soy muy melómano… Te puedo hacer una confesión: entré a estudiar periodismo por una única razón, quería escribir reseñas musicales, lo cual después nunca hice a lo largo de mi vida profesional.

Cuando escribo necesito tener un concepto musical en mi cabeza, pienso: ¿A qué disco o música se parece lo que estoy escribiendo? En este caso me ayudó mucho A Love Supreme, de John Coltrane, cuando entendí cómo funcionaba esa maravilla musical me reveló e incitó a hacer algo en esa línea, pero desde lo literario.

Y, finalmente, la referencia musical más evidente es el título mismo de la obra. El disco más importante de los Rolling Stones se llama Exile on Main St. También lo escuché mucho mientras escribía este libro, pero seamos honestos, ellos son los Rolling Stones, y los personajes de este libro son unos perdedores, no están en la calle principal, están lejos, exiliados, pero en calles de segundo orden…

En esta novela se describen hechos supuestamente históricos que jamás ocurrieron, como el fusilamiento de Pinochet, los Beatles tocando en Chile… ¿cómo llegaste a esas ficciones?

-Eso proviene de una tremenda influencia que tuve en los años que viví en Barcelona. En mis estudios de postgrado tuve la fortuna de conocer el surrealismo y, específicamente, el cine de Luis Buñuel. Mi enamoramiento fue inmediato y nunca más lo perdí. Buñuel lo pasó muy mal, sus primeros filmes como Un Perro Andaluz y La Edad de Oro podríamos decir que constituyen un surrealismo en estado puro. Pero después de la Guerra Civil Española, Buñuel debió marchar al exilio y acabó en México. Allí recibió encargos para hacer películas que él llamaba “alimenticias”, se trataba de melodramas con los actores de moda que solo buscaban ganar dinero. Sin embargo, ahí es donde Buñuel muestra su mayor maestría, se las arregla para incorporar pasajes del todo surrealistas en películas que tienen guiones absolutamente convencionales. Hasta el día de hoy se estudia todo lo que pudo hacer Buñuel en su etapa mexicana. Yo no soy Buñuel, soy apenas un seguidor, aunque muy convencido… Pero cuando estaba escribiendo este libro, simplemente me dije a mí mismo: ¿Y por qué no?

De allí nace esto. Y son algunas de las partes que más me gustan de este libro.

Hay unas cuantas escenas sexuales en esta novela. Siempre se dice que es muy difícil narrar escenas sexuales con éxito. ¿Cómo lo trabajaste?

-Sí, es cierto lo que dices, siempre se dice eso. He leído algunas escenas sexuales en escritores consagrados que son para llorar, no funcionan. En el caso de este libro tengo en mi mente tres escenas sexuales que son importantes. Para mí fue un desafío, quería hacerlo bien, quería ganar esa batalla. Una escena se relaciona con la pasión, la otra con la rabia, y la otra con un amor muy auténtico y romántico. Eso lo trabajé con mucho tiempo, leyendo mucha poesía para poder dar con el tono. Lo sexual debe ser de las cosas menos racionales que tiene el ser humano. En este caso, paradójicamente, tuve que poner muchísima cabeza, paciencia y cientos de lecturas para poder hacerlo. Y, humildemente, me siento bastante satisfecho sobre cómo quedó resuelto.

Hay un personaje que se repite aquí, que aparecía en la novela anterior, ¿qué nos puedes contar?

-Camilo es un desgraciado, siempre lo odié. Como Exilio en Calles Secundarias fue escrito en paralelo a Sean Ellos el Grito de Muerte, ya existía antes de que se publicara mi primera novela. En Exilio… básicamente narro el origen de este hombre. Y aquí debo ser honesto, no fue idea mía. Mi buen amigo Gonzalo Baeza, escritor que vive en Estados Unidos y quien es una de las personas que revisa mis borradores, me sugirió que sobre este oscuro personaje se debía saber más y que podría aparecer en más relatos. Y le hice caso en un 100%. ¿Quién sabe si no se nos aparecerá en un próximo libro?

 

 

Sobre el autor

Pablo Bravo nació en Santiago, Chile (1973), donde actualmente reside. Ha vivido también en Barcelona, España. Estudió periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Chile y es magíster en comunicación audiovisual por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha ejercido por largos años como editor de revistas. También es columnista literario. Debutó en la ficción con <<Sean Ellos el Grito de Muerte>> en 2022, <<Exilio en Calles Secundarias>> es la segunda novela que publica (ambos editados por Co.incidir Ediciones).

 

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