Danza: Cata Duarte. Foto: Pachy Paz.

DISCURSO DE ALFREDO SAINT JEAN DOMIC, CONSEJERO,
EN REUNIÓN EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO DE LAS CULTURAS, EL
ARTE Y EL PATRIMONIO. SANTIAGO 25 DE OCTUBRE DEL 2019

“La cultura por sí sola no es suficiente para construir la paz. Pero sin cultura, la paz
no puede ser duradera.”

Irina Bokova, Directora General de UNESCO, 2012.

En medio de la crisis que sufre el país en los últimos días muchas voces han
surgido exigiendo “un nuevo pacto social”. Hay un consenso claro de que el
estado de las cosas no se puede prolongar más tal como está. La pregunta es
¿cómo podemos contribuir a generar las condiciones para propiciar ese nuevo
pacto? Ésa es la tarea que tiene transversalmente la sociedad chilena.
Desde la perspectiva cultural el horizonte público debiese situarse en salir de la
práctica tradicional de empeñar palabras en promesas vacías, dejar de articular
discursos que solamente se fundamenten el crecimiento económico sin equidad y
volver la mirada hacia el ser humano. Volver a mirar a esa ciudadanía que se
siente marginada, sin oportunidad de cambiar su realidad, sin poder asomarse
siquiera a esa tranquilidad (de la que disfrutan unos pocos favorecidos) que se vio
alterada por los altercados desatados en las últimas jornadas.

El contrapunto del abuso es el respeto. Éste debe ser el camino adecuado de
aproximarnos al tema. No podemos pretender tener un país más igualitario si
existe la sensación de abuso.

La desigualdad social es una maquinaria generadora de abusos graves,
reiterados, y sostenidos en el tiempo, una profunda falta de respeto al ser humano
que ha fragmentado a la sociedad. A los consabidos abusos que resiente la
ciudadanía (pensiones indignas, alto precio de los servicios, mercantilización de
los derechos, falta de acceso a educación y salud públicas de calidad, perdonazos
de impuestos a grandes empresas, privatización de las aguas, por mencionar
algunos) dentro del mundo de la cultura también han existido abusos que han
desgastado el tejido social y de los que, como institucionalidad responsable,
debemos hacernos cargo:

● Convocatorias a reuniones y diálogos con la sociedad civil sobre políticas
públicas que no tienen efecto alguno en la elaboración final.
● Estructuración del proyecto de ley de presupuesto de cultura sin tomar en
cuenta y pasando a llevar programas prioritarios e instituciones
emblemáticas que han cumplido un rol público.
● Establecer la creación de una galería de la democracia, cuya creación no
concita legitimidad, drena recursos del MINCAP, y es visto como una
pantalla ideológica que cuestiona el relato histórico del Museo de la
Memoria.
● Incorporación arbitraria de la ópera en la ley de Artes Escénicas, proyecto
que nació de las organizaciones civiles con el propósito de fortalecer a un
sector desprotegido.
● Declaraciones poco afortunadas de la autoridad, que justifica recortes en
instituciones culturales bajo el slogan de “los niños primero”, estableciendo
un chantaje emocional que está fuera de la materia que se discute.
● La invitación a este consejero a formar parte de una comisión organizadora
de la Convención Nacional de Cultura para no incorporar ninguna de las
propuestas entregadas.
● La permanente extorsión vocacional que hay sobre el quehacer artístico,
donde se sabe que, aunque no existan los recursos ideales, la labor
artística se hará igual, porque los y las artistas de Chile aman su trabajo y
no conciben vivir sin él.
Por nuestra parte, como organizaciones, pensamos que nuestro sector tampoco
está ajeno a la crisis de representatividad y convocatoria. Asumimos lo que nos
corresponde de responsabilidad en cuanto a no haber exigido un rol activo del
Consejo y sus integrantes en el quehacer social y cultural de país, y ese es hoy
nuestro compromiso.
¿Pero cómo devolvemos ahora el respeto faltado, para pavimentar un camino
capaz de reconstruir confianzas? Considerando que estamos viviendo un
momento histórico, pienso que desde el mundo del arte y la cultura tenemos una
oportunidad de colaborar a que el valor de la comunicación, el diálogo y la vida en
comunidad se vuelvan una prioridad. Prueba de ello es la constatación de que las
manifestaciones pacíficas que han surgido durante los últimos días en el país, han
estado invariablemente acompañadas por las artes: Conciertos improvisados en
Plaza Ñuñoa, batucadas y bailes en medio de las protestas pacíficas, músicos
callejeros tocando sobre buses destruidos por el fuego, miles de personas
escuchando a todo volumen una misma canción (que aboga por “el derecho de
vivir en paz”) desde los balcones y ventanas durante el toque de queda, son sólo
unos pocos ejemplos del poder convocante y dialogante del mundo del arte y las
culturas.

El pánico en las calles, el clima de desconfianza, el toque de queda, alejan a las
personas de la participación social y del acceso a la cultura. No podemos permitir
que nos quiten la alegría.

El mundo de la cultura que yo represento plantea algunas exigencias para lograr
restablecer el diálogo fructífero entre las instituciones y la sociedad organizada y
no organizada. Porque Chile está demandando señales reales y concretas para
confiar y poder sentarse a conversar sobre un nuevo pacto. Desde ese punto de
vista, pienso que una reprogramación con un nuevo enfoque para una próxima
Convención Nacional de Cultura pudiera ser una herramienta, pero esta
convocatoria debe hacerse bajo un nuevo marco de entendimiento:
1. Cualquier diálogo actual entre las organizaciones de base, culturales y
sociales y el gobierno debe hacerse sobre la base de un clima de paz. No es
posible avanzar en conversaciones mientras el país está militarizado.
2. El Estado debe ceder ante demandas históricas, y que han sido una vez
más planteadas públicamente por las organizaciones culturales, en el contexto del
proyecto de ley de presupuesto de cultura 2020, como muestra de voluntad de
escucha y flexibilidad con miras a recuperar la paz social.

En detalle:
● Eliminar la reducción del 20% en el presupuesto de en Teatro Regional del
Biobío, Corporación Cultural Matucana 100, Museo Chileno de Arte
Precolombino, FITAM y Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven.
● Dejar sin efecto los recortes al CNTV y al Fondo Audiovisual
● Eliminar del proyecto la idea de construir una Galería de la Democracia,
que es símbolo de desunión y en el actual contexto resulta inmensamente
inoportuno.
● Avanzar hacia un mejor presupuesto de cultura, logrando que este
presupuesto nacional vaya incrementándose en el tiempo, con miras a
alcanzar el 1% del del gasto público, como propone UNESCO.
● No permitir que fondos de asignación directa que históricamente han estado
destinados a organizaciones sin fines de lucro, se abran a aquéllas que sí
los tienen.
● Eliminar la exigencia de cofinanciamiento para acceder a fondos
concursables o de asignación directa. Esto sólo producirá diferenciación
arbitraria entre aquellas instituciones que tienen caja y las que no tienen,
ampliando las diferencias entre instituciones e incorporando más complejos
factores cuyo impacto son difíciles de administrar una vez puestos en
práctica.

Propuestas
Lo que viene es algo incierto, y creo que mucho de lo que alcancemos depende
del aporte que cada uno de nosotros. Nos toca entender que la cultura es el canal
de comunicación más clara que una sociedad debe tener, no podemos construir
cohesión social si no hay cultura, que debe funcionar como un motor de
entendimiento, especialmente en un momento difícil.

1. Tal como solicité por escrito y en reiteradas reuniones, tanto del CNCAP,
como de la comisión que prepara la Convención, el enfoque de ésta debe
estar en:
● El respeto. Incluir este concepto en el centro de la idea de reunirse e insistir
en su asimilación como principio fundamental de la cultura en Chile
● Buscar las formas de aportar a mejorar las condiciones laborales y
previsionales de los y las trabajadoras del arte y la cultura. Las encuestas
públicas de opinión levantadas en este período señalan que la principal
justificación a las movilizaciones se relaciona con la precarización del
trabajo de los chilenos y chilenas, sumado a la incapacidad de asumir los
gastos y exigencias de un costo de vida que cada día es más alto.
● Valorar la diversidad cultural como un instrumento de paz.
Estos conceptos están en el centro de las demandas sociales que han resultado
en los hechos que vive el país en la actualidad, por lo que no deben ser
soslayados, sino puestos al centro de la discusión que nos convoca.
2. Crear un comité de crisis que esté integrado por el Ejecutivo, miembros
del CNCAP y organizaciones y actores de la sociedad civil que sean capaces de
consensuar un rumbo claro que permita recuperar la confianza y proponer una
agenda que asegure que la institucionalidad cultural será garante de los derechos
de todos los sectores, especialmente de la población y su acceso.

3. Como medida adicional propongo que dentro la propuesta del Presidente
Piñera de incrementar el Fondo Común Municipal desde las comunas más
favorecidas en beneficio de las más vulnerables, se exija que un porcentaje se
destine a proyectos territoriales de carácter cultural, previamente visados como
tales por parte del MINCAP, que están cumpliendo el rol público que no está
ejerciendo el Municipio de lograr movilidad social y mejoramiento de la calidad de
vida a través de la cultura, como ocurre en la actualidad con El Circo del Mundo en
la comuna de Lo Prado, por poner un ejemplo.

4. Soy consciente de que el Consejo tiene un problema estructural al no ser
vinculante, sin embargo, hoy puede asumir otro rol. Ya lo he dicho antes, el
consejo no puede ser sólo un ente que opine sobre las decisiones que tome el
ministerio, debe ser el espacio de reflexión y convergencia de la participación de
instituciones, organizaciones y grupos sociales, culturales y artísticas, donde los
consejeros no nos representemos a nosotros mismos sino a un conjunto de otros
grupos, organizaciones y colectivos. Esta representación debe ser fluida, y
nosotros como consejeros debemos darnos a nuestros representados.
A. Es preciso que el consejo tenga un rol diferente al que hoy día tiene,
logrando que se obtenga un espacio de representación real del mundo de la
cultura. Esto se logra teniendo un contacto más permanente con
instituciones del mundo de la cultura.
B. Generar un documento grupal que reúna todas las percepciones y
recomendaciones levantadas, las que irán a insumar a todos los
departamentos y programas del ministerio. Luego de esto podemos avanzar
hacia una definición más clara de programas

A nombre de las instituciones a las cuales represento quisiera pedirle al Ministerio,
en la persona de la ministra Valdés, que le den este voto de confianza a la
sociedad civil del sector cultural, la que ha demostrado en el pasado tener las
capacidades, la voluntad y la creatividad suficiente para enfrentar adversidades.

Estamos comprometidos con el país y con la labor que desempeñamos y nuestro
ánimo es y ha sido siempre el de construir una sociedad más democrática,
dialogante y participativa que reconozca el arte y la cultura como su legítimo
derecho.


Alfredo Saint Jean Domic
Consejero del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Santiago, 25 de Octubre del 2019

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