¿Podrías contarnos un poco sobre ti y cómo comenzaste tu carrera como escritor?

-Yo estudié un par de años de ingeniería y después  biología marina, nunca estuvo en los planes ser escritor. No soy como algunos colegas que dicen que leyeron a Shakespeare a los cinco años y entonces descubrieron su vocación.

Siempre fui un buen lector, instigado por mi padre que era un lector voraz. Cuando leí a Francisco Coloane, como a los veinticinco, fue como si me mordiera un vampiro. Coloane era como Jack London, pero hablaba de cosas que yo conocía, para entonces ya navegaba por los canales del sur de Chile e interactuaba con navegantes, pescadores y buzos. Entonces, más como un juego, pensé que podría escribir un cuento y me lancé.

Después vinieron más cuentos, unos ocho años de lecturas obsesivas, y también tuve la oportunidad de participar en dos talleres, uno dirigido por Poli Délano y el otro por Pablo Azócar, los dos fueron mis maestros y, quizás lo mejor, grandes amigos. Poli ya ha partido y con Pablo me junto cada vez que voy a Santiago. Por cierto, también hay otros maestros a los que leí con mucho ahínco y cariño, que influyeron para seguir en este oficio. Luis Sepúlveda es quizás el más importante, devoré sus libros y con el tiempo nos conocimos y forjamos una amistad. Su partida fue muy dolorosa.

«Bahía Tenóforo» es tu primer libro de poesía. ¿Qué te llevó a explorar este género después de haber escrito principalmente narrativa?

-Hace muchos años me gané un concurso de poesía, el Fernando Santiván, más allá de la publicación muy acotada de los ganadores del concurso, yo nunca publiqué ese trabajo. Tengo muchos amigos, grandes poetas, que esperaban con el ceño fruncido para analizar la obra de este narrador incursionando en la poesía. Quedaron con cuello, no me animé a buscar editor y publicar ese trabajo, que tenía el deslavado título de “Sur”. Quince años después el libro fue engrosando y mutando, y un poco por casualidad encontré un editor, Rolando Martínez de la Editorial Aparte, con quien compartimos otra obsesión, la fotografía de aves.

¿Qué significa para ti este libro y por qué decidiste titularlo «Bahía Tenóforo»?

-Es un libro marítimo, nimbado por la biología marina, quizás también por la fotografía de naturaleza. Originalmente se iba a llamar “Bahía”, el apellido “Tenóforo” surgió de uno de los textos del libro. Los tenóforos son una especie de invertebrados marinos parecidos a las medusas, aunque son un filo completamente distinto. Son muy abundantes, pero poco conocidos, son coloridos y bioluminiscentes, pirotécnicos como algunos versos de poesía.

¿Cuáles fueron tus principales influencias al escribir «Bahía Tenóforo»? ¿Hubo algún evento o experiencia en particular que inspirara el libro?

-Son una suma de instantes en que la poesía llega. Quizás porque siempre he estado más concentrado en escribir cuentos y novelas, la poesía aparece de vez en cuando, y se va rápido, en algunos momentos he intentado almacenarla en algunos versos. Hay algo melancólico, medio triste o de ensoñación en esos momentos, a veces algo de humor. Pero la mayoría de las veces en que el buen humor ataca, prefiero ir a tomar una cerveza con los amigos.

Has mencionado que encuentras más difícil escribir poesía que narrativa. ¿Cómo describirías tu proceso creativo cuando te enfrentas a la escritura poética?

-Es una aproximación personal a los géneros, cada escritor tiene la suya. En mi caso, creo que el género mayor es la novela. Solo por cantidad de palabras escribir una novela implica un esfuerzo considerablemente más grande que un conjunto de versos. Pero es más fácil avanzar en un texto narrativo, te puedes levantar cada mañana, ir a tu escritorio y progresas corrigiendo o con nuevas páginas. Con la poesía yo no puedo, ella lega en forma azarosa, de vez en cuando.

Las temáticas de tu libro exploran el mar, los canales australes y la biología. ¿Por qué estas temáticas son importantes para ti y de qué manera los paisajes del sur de Chile han moldeado tu percepción artística y literaria?

-En literatura, todo sirve. Ojalá algo intenso y que conozcas bien. Uno puede escribir de cualquier cosa, pero hay que informarse. Los oficios, profesiones, lecturas o experiencias son material más cercano para echar mano. Yo nací en Bolivia, y por lo tanto, es natural mi fijación con el mar. Trabajé en una empresa de buceo por más de diez años, y después siempre he navegado por los canales del sur hasta Magallanes y todo eso se cuela en lo que escribo.

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