Cacerolazo en Plaza Ñuñoa, un lugar recurrente de estos días.

El gobierno, los políticos, las agencias de inteligencia y otros no se dieron cuenta de lo que venía, sencillamente porque nunca hubo una organización detrás de los incidentes que partieron el día viernes por la tarde. Los estudiantes, convocados por ellos mismos a través de las Redes Sociales, habían comenzado a “evadir” e invadir masivamente las estaciones del metro por el alza al pasaje. El gobierno, ciego y sordo, envió al Gope a poner “orden”, manteniendo la medida. Una convocatoria a un cacerolazo para el viernes encendió la mecha.

Años de abusos, de usura, de despojos, de injusticias, de corrupción, de robos, de impunidad (especialmente a delincuentes de cuello y corbata), de pensiones bajísimas, de Milicogates, de Pacogates, de alzas de servicios básicos, de colusiones, etc. etc. llevaron a los ciudadanos a tocar bocinas y hacer sonar cacerolas espontáneamente ese viernes en la noche. Se desató el estallido social y la indignación se empezó a manifestar, en forma pacífica por la mayoría y violenta por una minoría. Hubo incendios y destrucción que los medios se encargaron de mostrar amplia y majaderamente, sin analizar las verdaderas razones de este estallido.

El gobierno “reculó”, y canceló el alza del metro, quizás pensando que ahí acabaría toda la “rebelión”. Craso error y como no hay peor ciego que el que no quiere ver, las manifestaciones empezaron a crecer y aparecieron los vándalos y delincuentes aprovechándose de la situación. Saqueos, incendios y destrucción comenzaron a desvirtuar la esencia misma de las protestas. Es muy posible que el gobierno al verse desbordado y sin argumentos ni herramientas para contrarrestar la indignación ciudadana, haya buscado, con asesores políticos y de inteligencia, una estrategia para terminar con el movimiento que, evidentemente no tiene una articulación dirigida. Es sospechoso lo de los incendios de los supermercados y muy útil para destruir la credibilidad y validez de las protestas, todo ello, nuevamente con la amplia cobertura de los medios.

Poco se dijo ayer de los miles de manifestantes que pacíficamente estuvieron, con familias enteras, por horas, en la plaza Ñuñoa solo saltando y cantando. No hubo contingente policial ni militar y por lo tanto ninguna provocación y ningún destrozo. Son las 13:30 del lunes y hay miles de personas en la Plaza Italia manifestándose pacíficamente, mientras la ministra vocera de gobierno insiste en hablar de violentistas y delincuentes. Los hay, nadie puede dudar de ello, pero la mayoría de los indignados ciudadanos chilenos no lo son, y continúan protestando por las razones antes expresadas. Chile está despertando, pero el gobierno, los empresarios, la clase política y los poderes facticos siguen en los brazos de Morfeo.

Enzo Basso, director creativo y fotógrafo.

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