Andrés Bello decía en parte de su discurso en la fundación de la Universidad de Chile que existía “el teatro misterioso de la conciencia” …  “Todas las verdades -escribía- se tocan … desde las que revelan los fenómenos íntimos del alma en el teatro misterioso de la conciencia, hasta las que expresan las acciones y reacciones de las fuerzas políticas; hasta las que sientan las bases inconmovibles de la moral”.

Cuando leía el libro -cuando lo estudiaba, en rigor- “Detrás de la Noticia, nada” de Claudio Fracassi no pude evitar recordar estas palabras.

Adentrarse en el mundo que nos devela Fracassi, de lo que sucede en la realidad versus a lo que se lee, ve y escucha en las noticias, es un desafío para asistir a una función del “teatro misterioso de la conciencia” de Bello.

Ningún lector puede quedar indiferente. Es más, su lectura revela la realidad de un mundo cuántico que asistimos. Sus capítulos nos desgarran la tranquilidad de una vida supuestamente controlada y de buen vivir. Todo lo que dicen las noticias pertenece a una realidad paralela, a mundos paralelos inventados desde la manipulación, aludiendo a la distorsión, a la anulación humana y a construir la falacia como si fuera cierta.

La realidad es un cuchillo que penetra en la emoción para manipular la verdad con el dolor en los corazones de los lectores, de los radioescuchas y de los televidentes.

Entonces, el que comentamos es un libro cuántico, que cuenta cuentos cuánticos que son mentiras en los medios de comunicación, de verdades que existen en un mundo paralelo. Se trata de una fábrica de la realidad, donde nada queda al azar, donde la realidad es un show mediático de medios de comunicación. Una vieja canción acompaña a la lectura: “¡Pasen a ver el circo!”.

La noticia en los medios de comunicación crea realidad… “una producción humana, un producto culturalmente determinado…algo que en la naturaleza no existe…no es necesario descubrirlas, sino construirlas laboriosamente… las noticias son más fuertes que los discursos”. Vox populi, vox Fracassi.

Manipula, manipula, hasta que sientas que es verdad.

Cómo no sentir los pasos de Chomsky al leer a Fracassi: distraer, crear problemas para buscar soluciones; dar las noticias paso a paso; gradualmente, domesticar a la audiencia que es necesario el dolor; tratar a la gente como si fueran niños; hacerlas sentir hasta que chille como predecía Kissinger; nunca reflexionar; atrapar a las audiencias en el pensamiento concreto por sobre el pensamiento abstracto; mantener al público en la mediocridad y la ignorancia; domesticar a las audiencias…

Fracassi nos cuenta de las guerras inventadas, de cosas que no sucedieron y, sin embargo, la noticia dice que sucedieron. La realidad nunca es la realidad. La noticia ayuda a comprenderla.  Finalmente, la objetividad, señala y cita, “es más bien un ritual, más una convención que un hecho científicamente constatable”. El libro, en este sentido, podría por ser una denuncia al terrorismo de la incomunicación.

No puedo dejar de lado la descripción que nos da el Dr. en Ciencias de la Educación, Pablo Rojas Castro, acerca de Heráclito de Éfeso, que data de hace 540 años antes de la era vulgar. “Una de las ideas centrales en la filosofía de Heráclito es el concepto del logos, -explica- que se traduce generalmente como «razón» o «principio»Heráclito consideraba que el logos era la fuerza subyacente que gobierna el mundo y que está presente en todas las cosas. Según él, este logos está en constante cambio y flujo, y es la base de la realidad. Heráclito afirmaba que «todo fluye», lo que significa que nada es permanente y que todo está en un estado constante de cambio… Sostenía -agrega Rojas- que los opuestos son complementarios y están intrínsecamente unidos… Heráclito creía que esta unidad de los opuestos era fundamental para el progreso y el desarrollo”.

Cuando leo el libro “Detrás de la noticia, nada” no puedo dejar de reconocer “el viejo truco” de la dinámica de la realidad creada desde las noticias, las guerras y el poder, por los siglos de los siglos.

Sin embargo, a pesar de los años de oficio en los medios de comunicación, la obra de Fracassi nos invita al asombro. Desde la teoría de la construcción de la noticia, así como hasta la separación entre la realidad fáctica y la objetividad (o la pretensión de la objetividad, como lo señala el texto), una de las características del proceso de información.

Al final, el autor devela el mundo de las noticias como un negocio, una mercancía para los auspiciadores, “un simulacro de la realidad”. “Una copia idéntica cuyo original nunca existió”, citando a Platón, otro de los viejos griegos.

El asombro golpea la puerta del lector porque siente que depredan su vida privada, fusionan lo público con lo privado, lo real con lo irreal, “es una especie -señala- de manicomio posmoderno”. Las noticias adquieren los disfraces de la propaganda y el baile lo encabeza la censura y la autocensura. Fracassi nos recuerda a Goebbels que trabajaba para “modelar los espíritus”.

Detrás de la noticia está todo: El poder, el negocio, la ventaja y el control. ¡La militarización de la información! ¡Por favor, querido Orwell, no entres a escena todavía! Las noticias son más fuertes que los discursos. No es necesario un Gran Hermano. Son muchos los grandes hermanos que participan en la función de títeres.

El libro fue escrito en 1994 y en esos años el mundo de la Coca Cola y las transnacionales como Unilever y Procter & Gamble desarrollaban la Comunicación Integrada en 360°, que unían las tácticas de los medios tradicionales con las prácticas iniciales de la llegada del internet, los puntos de venta, la relación con el medio, las relaciones públicas, los eventos, para articular la estrategia de “comunicar”. Es inevitable descubrir lo que se estructura hoy con la construcción del poder de la Inteligencia Artificial, la instalación del Metaverso y la primacía de las Redes Sociales. Lo de Fracassi, en este sentido, tiene una lectura premonitoria a lo que estaba sucediendo desde fines del siglo pasado hasta hoy… No deja de asombrar el libro.

Detrás de la noticia, nada” es un libro obligatorio para quienes estudian y trabajan en las comunicaciones, especialmente, para los periodistas. Chile tiene cuentas pendientes con la estructura de cómo se informa y se inventan realidades, donde los medios de comunicación tienen problemas de propiedad, independencia y desigualdad. En Chile no existen revistas porque no hay distribución independiente y los propietarios de los medios se funden con el mundo financiero, el retail, entre otros y no existe la obligación de propiedad de un solo giro comercial, como lo es en el mundo libre y democrático.

En el último capítulo escribe Franco Fracassi acerca del devenir y la injusticia, donde el informar para lo establecido es un delito. Habla de los casos luctuosos de Assange, Snowden y Ultkotte, quienes han sufrido la muerte, la persecución, el olvido y la invisibilidad. Por ello, no puedo dejar de hacer un homenaje a mis colegas chilenos que, desde el mismo día del Golpe Militar, hace 50 años atrás, no se rindieron en distribuir la palabra de la masacre que sufría el pueblo chileno, el asesinato, la desaparición, el exilio y la persecución en los tribunales militares.

En los inicios del nuevo siglo, en un Congreso de la Asociación de la Prensa en Chile, unas académicas de una universidad privada le pregunto a un Decano de la Universidad de Navarra, qué recomendaría para formar periodistas. El académico, con años de oficio, probablemente, le contestó de una manera muy simple. “Para ser periodistas -les dijo- se necesita solo leer a Shakespeare”. Hubo una risotada en parte de la audiencia ante tan disruptiva respuesta. No obstante, lo que estaba contestando el decano no era una anécdota, sino que ponía de relieve el sentido de la obra shakesperiana basada en las leyes aristotélicas de la obra “Poética”, que más allá de presentar a los personajes, de contar la trama, alcanzar su desarrollo y tener un desenlace doloroso del drama griego, donde todos mueren, los buenos y los malos. (O sino pregúnteles a Romeo y Julieta, a Macbeth y al Rey Lear, entre tantas obras de Shakespeare) Lo que buscaba en realidad Aristóteles era generar una experiencia catártica al final de la obra para que las audiencias pensarán, reflexionarán y cambiaran el mundo.

Al leer en el asombro el libro “Detrás de la Noticia, nada” de Claudio Fracassi, con el aporte de Franco Fracassi, con la traducción de Clara Salina y Alejandro Orellana, debemos decir que “Detrás de la Noticia, sucede todo”, y que al final -al igual que la obra shakesperiana- todos morimos con la mentira disfrazada de verdad y trabajamos para que la realidad cambie.

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