Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.

     Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:

     «Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía…”

Las palabras del poeta Vicente Huidobro parecieran una profecía autocumplida. Hace unos días la perversa visión de las políticas culturales de la concursabilidad del actual y anteriores gobiernos le respondió que el puntaje no alcanzaba para la aprobación de la mantención anual de la Casa-Museo del poeta creacionista, ubicada en la Cartagena de su vida y partida. Coincidió con el mes en que nació y falleció.

Como respuesta a la presión alzada por Letras de Chile, Letras Laicas, la Sociedad de Escritores de Chile y Pen Chile, en comunicado del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, con perfume de financiera, respondió que estaba “revisando el recurso… ya que no cumplió con los requerimientos técnicos”.

Y desde la estación de Altazor, el poeta hizo el contrapunto:

“Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.

     Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.

     Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.

     Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.

     Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia”.

     La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer”.

En el país de las desprolijidades y los audios inaudibles, no hay informe financiero que reconozca el imperecedero de la poesía empuñada. No sirven los cartones de las ministras y autoridades. Solo se les pide que amen a las artes y que la cultura sea la protagonista de la vida de todos los chilenos.

La solución del financiamiento de la Casa-Museo del mago Vicente Huidobro es muy simple. No requiere de funcionarios que evalúen la métrica infinita de un poeta. No sé si saben que el poeta tenía entre sus utopías la creación de un Estado Cultural, cuando fue candidato presidencial hace cien años atrás.

Asiste la sensación que no han leído que Altazor es una estación donde sueñan los hombres. Un país que puede y debe instalar la belleza de las Artes en los barrios donde campea la droga y el delito. Que se lea poesía en las clases de matemáticas y en la Corte Suprema, como lo hiciera años atrás su presidente Hugo Dolmestch, leyendo a Neruda en una exaltación de abogados.

La solución es simple. Se trata de dar una asignación directa a la Casa-Museo Vicente Huidobro a través de un corto y preciso decreto de asignación directa presupuestaria.

Lo que piden es ínfimo a lo que se ha gastado hasta ahora, como lo hicieron este mes con miles de millones -sí, miles de millones- para corporaciones privadas “sin fines de lucro” para asignarles roles que antes hacía el Estado (léase principio de la subsidiaridad que reivindica la actual Constitución). Corporaciones que reciben miles de millones para contratar a empresas privadas para que hagan la pega…y donde el Estado no puede hacer una auditoría para ver sus gastos y costos reales. Todo legal, por cierto.

Hoy, más que nunca, el mundo necesita de las Artes y de la Memoria de sus grandes poetas. Las Artes son el punto de encuentro social y político que necesita Chile en estos momentos y en su devenir.

“Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.

     Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.

     Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.

     ¿Qué esperas?

     Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.

     Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable”[1].

El otro camino es que el país elija las sombras: ¡Disparemos al paracaídas de Vicente Huidobro!

De pronto, preocupa que el Presidente Boric haya dejado de leer poesía en sus discursos, como lo hizo al principio de su gobierno.


[1] Textos en citados, en cursivas, del libro “Altazor o el viaje en paracaídas”. Poema de VII Cantos (1919). 1931, Madrid.

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