“Die Sprache der Liebe is leise, aber du kannst zu hören“.

(De una vieja canción popular alemana)

Hace casi 50 años atrás, caminaban desolados por el centro de Santiago, dos jóvenes escritores y periodistas, Federico Gana Jonhson y Guillermo Bown Fernández. Probablemente, deambulaban por esta misma vereda de la Biblioteca Nacional. El mundo se venía abajo. Los sueños comenzaban un duelo que iba a durar 17 años de dictadura cívico-militar.

Erraban desamparados. En ese momento, los cielos se llenaron del vuelo artero de los hawker hunter y su descarga de pólvora y destrucción. En la casa presidencial, La Moneda, el presidente Salvador Allende defendía la dignidad de un pueblo y de la humanidad.

Entonces, Guillermo Bown, en pleno bombardeo le planteó a su colega y amigo, que había que crear un código secreto. ¡Sí! como ustedes lo escuchan: un código secreto. Entusiasmado en plena guerra, en plena desazón, muy serio le hablaba a Federico, ante la incredulidad de su compañero. “¡Hay que crear un código secreto!”, insistía Bown, “así no nos descubrirán y se sabrá la verdad de lo que hoy sucede en nuestro país”.

Cuando mi amigo, colega y hermano Federico Gana Jonhson me contó esta historia, me regaló la llave para leer el libro “Alquimia Invernal” de Guillermo Bown. Le dio sentido y razón a cada palabra del poeta que trazaba en sus páginas de su último libro.

Dejemos que nos hable y que cada uno descubra las claves de su código oculto.

“En el espacio de tanta sombra / encontré el tesoro más antiguo / y a pesar de ese tiempo ambiguo / vino mi dios con lo que nombra.

Con la gracia dulce y secreta / surgió armonía y luz fina /sobre lo obscuro y ruina / besando en gotas la glorieta.

Adivinamos cuantas flores / descifrando el anatema / un

El actor Mario Lorca con el autor, Guillermo Bown.

rayo iluminaba el sistema / con un dios y más amores”.

La Alquimia Invernal de Guillermo Bown tiene secretos que cada lector debe develar.

En realidad, es un libro iniciático que busca la luz y que quiere que dejemos caer la venda que nos cubre la visión. Nos obliga a caminar por viajes misteriosos. Su palabra irrumpe con la belleza de la poesía -su código secreto- cuando la sociedad, la vida se equivoca en un cortejo de odios, envidias, traiciones y tormentos de toda clase y cae la noche con el frío de la desesperanza.

Bown, entonces, canta: “Encontramos la magia de la piedra / convirtiendo el oro en vida / transformando la lluvia en sol / en invierno en brisa templada / el ritual del juego de niños / fundiéndonos en la noche amada / con los principios y elementos / del adorado recuerdo / para auscultar la eternidad / la huella virtual / la mezcla del noble metal ritual / dejando en la memoria / de cada hijo de cada nieto / la historia ahí llega”.

Guillermo Bown, en su condición de aprendiz de brujo, habla enamorado:

“Antes de la transmutación del elixir / alcanzo a besarte / para flotar en la alquimia invernal / de corazón y razón / el único amor trascendental.”

Y así ha sido su vida. Ha salido a distribuir la palabra, la poesía. Muchas veces se le ha visto buscando la palabra perdida… “Cuando la vida…Cuando la vida está a punto de caer / no hay abismo en toda la existencia / lo sobrenatural es que tenga un deber / cuando el yo adivina su permanencia”.

A veces es un trashumante que no pierde la esperanza de encontrar la palabra callada. Y sus vocablos lo delatan: “Se entregó de lleno para explicarlo / para decirlo en palabras y gestos / seguramente su versión tenía corazón / su figura corporal le daban la razón / pero no sabía lo que ocultan las palabras / y que tras de ellas hay misterios / secretos de una brujería sana / que solamente la voz, los ojos y las manos / expresan en silencio lo que pocos saben”.

La Alquimia Invernal de Fernando Bown Fernández es un sueño, donde el autor sueña un país de los estudiantes felices / con un futuro de esperanzas en cada mochila / con profesores dignos y sabios maestros / en cada escuela patios llenos de estrellas / armonía en rondas de escolares chilenos

Bown, el Alquimista, corre el velo de sus secretos en el amor ese “dulce temblor universal / principio y final del bien…solamente el amor”. El amor es su palabra encontrada y clave de su código secreto.

Señoras y señores: Hace unos cuatro mil quinientos años fue escrito el primer poemario, reconocido por los estudiosos: La epopeya de Gilgamesh. Versos que tuvieron su primera versión en las voces de boca en boca, hasta que encontró imprenta en la roca en caracteres cuneiformes. Su autor es anónimo, pero nada me objeta de pensar en Fernando Bown o, en una vida de sus vidas anteriores que siempre tienen los poetas. Juzguen ustedes cuando lean el libro Alquimia Invernal.

En la Epopeya de Gilgamesh en sus primeros versos dice: Aquel que todo lo vio, incluso los confines de la tierra, / Que todo lo padeció y todo lo conoció, / Que escudriñó todos los secretos, / A través del manto de la sabiduría que todo lo cubre / lo que estaba oculto, él lo vio. / Lo que estaba cubierto, él lo develó…

En eso ha estado todo este tiempo nuestro poeta Guillermo Bown Fernández, escribiendo en código secreto, buscando la palabra perdida y distribuyendo sus claves en el amor…desde hace casi 50 años, cuando el horror de la vida le enseñó a escribir para cambiar el mundo por uno mejor.

 

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