MARGOT LOYOLA
Sembradora de caminos y cantares
Conversaciones a pluma alzada.

Ramón Andreu Ricart

Emociona recordarte Margot, maestra del estudio, docente, intérprete, entre la Academia y la Oralidad, de cuna incierta camina con tranco decidido hacia sus luces.

El Centenario de tu vida y de otras vidas es momento oportuno para abrir el baúl del alma y hurgar en recuerdos y testimonios, textos y contextos, de ese transitar lleno de momentos, que nos acercan y que se esfuman.

Bienvenida Margot a tu sillón hogareño, donde acogiste, enseñaste y acariciaste a tanta gente, feliz de aquel que vino a beber de tu manantial, para avanzar por la senda por ti desbrozada durante tantos, difíciles pero alegres años, transitar de tantos jóvenes soñadores, promeseros devotos de esa tierra aromada que tantas veces labraste, sembraste y donde germinaron brotes nuevos, en ese jardín de flores donde cabían todos sus colores, como siempre mencionaste.

Margot, déjanos besar la magia de tu anillo para poder volar por tus recuerdos.

El autor Ramón Andreu junto a Margot Loyola. Los acompañan su nieta Amanda y sus talentosas hijas Silvia y Andrea.

LA NIÑA MARGOT
Su cuna linarense la ve nacer un 15 de septiembre de 1918. Su madre, Ana María Palacios Herrera, pintora de afición, habría deseado ser profesora, pero su padre la convence y le instala una farmacia. Ella deberá desarrollarse en este campo, estudiando y atendiendo la Botica Linares, de calle Independencia 263, “una cuadra i media de la estación”, como indica el aviso de prensa.

Su padre, Antonio Recaredo Loyola Marabolí, oriundo de Putú, chinganero como él solo, compartía responsabilidad comercial en la botica, y decía que se enorgullecía al haber “dedicado toda su vida a curar al hombre, primero como boticario y luego como botillero”. De estos dos mundos tan diferentes que se encuentran y se aman, nacen los cuatro hermanos: Ana Margot, Ruth Estela, Juan Recaredo y Marco Aurelio, según orden de parición. Su nana Melania los atendía amorosamente.

Hacia 1923-24, cuando tenía 5-6 años, su búsqueda de lo que quería ser cambiaba de interés cada día. Visita un circo y quería ser trapecista, o ser la mujer mariposa que volaba por los aires. Cuando su padre la lleva a la ópera, ahí decide:…¡Seré cantante!, nos confiesa. A los 8 años, comienzan sus clases de piano cuando cursaba en su escuelita de Linares, su profesor Sr Meza viajaba especialmente desde Talca. Tuvo dos profesores, ya tocaba “Para Elisa”. Al trasladarse a Santiago llegará a ser alumna de la insigne pianista Florita Guerra , discípula de Rosita Renard, y posteriormente seguirá con Elisa Gayan.

De pronto, el mundo familiar de Margot se derrumba. Sus abuelos maternos, los Palacios, no aceptaban a Recaredo, siempre se habían opuesto al matrimonio de sus padres y, después de 10 años, se produce la separación”. Por malos negocios de su padre pierden la farmacia, amén de alguna falda de por medio, por estos años ya se sabe de su relación con Rebeca Barros. Margot recuerda, “Quedamos todos desparramados. Mi mamá desapareció al saberlo, mi papá lejos como de costumbre. Mis hermanos en casa de Teresita Ruiz, amiga leal que nos acogió siempre…y yo, de pronto me veo en un lugar poblado llamado San Antonio, en la casa de un oficial de ejército, cercano a la familia, el capitán Bari y su bella esposa que pintaba, Deambulo por los caminos, sin explicación. Se había derrumbado nuestro mundo”, se emociona al recordarlo .

Recuerda más tarde, “a su padre, y su parvada de chiquillos”, viajando a Santiago, instalándose en una casita de dos pisos de calle Mujica cerca de Vicuña Mackenna. Su padre hacía ventas varias para mantenerlos; “era una vida sencilla, fronteriza con el hambre”, nos confiesa. Repentinamente, su padre enferma de gravedad por largo tiempo, y no puede salir a trabajar. Un día él, apoyándose en su bastón les informa una decisión, que nos cuenta Margot: “Vamos adonde tu madre, nos dice, no tengo para darles de comer, voy a pedirle a ella. Hacía tiempo que no sabíamos de nuestra mamá. Cruzamos Santiago hasta el barrio Yungay, frente a la plaza del Roto Chileno, la botica Venus. Entramos. Allí estaba mi madre…fue un encuentro doloroso…nos dolía su ausencia…yo le tiraba la falda…me aferraba a ella…le suplicaba: Vamos a casa!, yo quiero vivir con usted!. En nuestra inocencia los cuatro chiquillos llorábamos”, recuerda dolorosamente. Entre sus padres no hubo entendimiento, era imposible el volver a vivir juntos, su padre desde la llegada a Santiago ya tenía compañía. Debieron regresar a casa.

La distancia materna era un abismo. Un buen día, desde una esquina de su casa paterna, la sonrisa de su madre ilumina su ventana, un mensaje dejado en el almacén de la esquina la convence, la necesita y resuelve ir a su encuentro. Coge una carretela, pone sus colchones y emprende la travesía. Su madre la recibe en la estrechez del local, ella vive en la trastienda de la botica, y le acomoda un lugar bajo el mostrador.

Pasa el tiempo, su madre recibe una oferta para viajar a la Patagonia, pero la familia Dottone la convence a viajar a Curacaví a regentar una botica de su familia ubicada frente a la Comisaría. Se trasladan, Margot y su madre, a vivir el mundo pueblerino del campo cercano a la capital, donde vivirán 3 – 4 años.

Curacaví, hacia 1930
Añora a sus hermanos. En una oportunidad, logran enterarse donde habían sido internados. Llega la noticia que su hermana Estela enferma seriamente del pulmón y con autorización de su padre, la llevan a vivir con ellas a Curacaví.

Comienza su juvenil vida artística en el teatro principal tocando piano. También bailando las “Czardas de Monti,” en una presentación que considera increíble. Se confecciona una falda con una cortina, y en la cabeza una guirnalda de flores. Habla con un vecino, bajo sus instrucciones, le hace algo parecido a un pandero. El día del estreno, la música emerge desde un gramófono RCA Víctor con un disco 78 rpm, al que un amigo le da cuerdas con una manilla, con entusiasmo irregular, acelerando o ralentando la maniobra. Todo va bien hasta que un corte de luz interrumpe la función; en penumbras “No pude terminar de bailar. ¡Que Estreno!, no les parece?”, pregunta con sonrisa picaresca. En funciones siguientes baila con su hermana Estela. “Teníamos tan solo 13 y 14 años y todavía no le encontraba el ajuste a donde iba a ir. El ajuste lo encontré cuando empiezo a cantar en la radio con mi hermana Estela”. Esto ocurre cuando su madre les enseña la tonada “El imposible” y con su “guitarra de palitos”, empiezan a cantar con ella.

Un día, cantando con su hermana, en la trasbotica de Curacaví, pasó un señor en auto a despachar una receta, las escuchó cantar, y les propone que vayan a Santiago a presentarse en la radio. La radiodifusión era de éxito para la época . Entusiasma a su hermana y a Santiago los boletos!.

En 1933, en busca de oportunidades, las hermanitas Loyola, llegan a la capital a presentarse en un concurso radial de la Radio del Pacífico . “Se puede decir que las Hermanitas Loyola nacen en esta Radio”, dice. En ella se encuentran con el tenor Jorge Quinteros Tricot y el compositor, Donato Román Heitmann , que oficiaba de director. Hacia estos años, las radios contaban con auditorium, orquesta, y estrellas del momento que se presentaban cada noche ante el público. El músico, compositor, Luis Aguirre Pinto dirigía la orquesta de Radio Cooperativa, donde cantarían después, mientras un fantasista en piano, arreglador musical, destacaba entre los directores de orquestas de radio, este era Vicente Bianchi Alarcón.

margotloyola03-300

Con sus trenzas y trajes floreados, se presentan con tres tonadas, del breve repertorio, que les había enseñado su madre. Participan una veintena de artistas, y ellas ganan el concurso. “Hermosas voces, harto buenas mocitas, con esa cosa que le da el campo a la gente, ¡éramos tan niñitas, quinceañeras!”, afirma Margot, que habría sido la clave del triunfo. El premio es un contrato de un mes cantando en la radio. A raíz de esto deben dejar Curacaví y parten a la capital, dejando atrás el recuerdo de los alegres baños en las aguas cristalinas del río, y del sorpresivo primer beso robado bajo el agua, por un joven ladronzuelo, logrando salir a flote medio ahogada.

LAS HERMANAS LOYOLA
Llegada a Santiago

Al comienzo, se trasladan con Estela a una pensión de calle Merced, muy cerca de la Radio del Pacífico. Tres años después del estreno en radio, en 1936, ya en una residencial de calle Agustinas, en el Barrio Yungay, conoce a una estudiante de leyes, porteña, quien trabajaba en el diario La Hora, Cristina Miranda, con quien mantendrá lazos de amistad del largo de sus vidas.

Los comienzos artísticos con Estela fueron con guitarras prestadas, pero llenos de alegría. “Era el desahogo que necesitábamos, después de tanto dolor”, señala Margot con nostalgia. Luego, mediante una rifa de un cuadro donado por la pintora, Beatriz Danitz, esposa de Carlos Isamitt, lograron comprar sus nuevas guitarras. Tuvieron éxito artístico, pero el dinero flaqueaba. Era imposible vivir de esto, ya que todo era gratis con excepción de la radio, que les pagaba $ 25 por presentación. Como tenían un tío, que era Cónsul Ad honorem de Ecuador, e importaba café, Margot se puso a vender café por kilo de puerta en puerta. También tocaba piano para acompañar las clases de gimnasia de algunos colegios. Así podía mantener sus estudios. Entra a estudiar a la Escuela Normal N° 2, de Santiago, por dos años. Continúa estudiando piano en el Conservatorio Nacional de Música. Su madre compra la Farmacia Venus, de calle Santo Dumont, al llegar a Recoleta, y se establecen en la capital.

Continúan sus presentaciones. Margot recuerda que el mundo artístico que las recibe, en ese momento, estaba conformado por dúos, tríos, cuartetos que actuaban en teatros y radios. Recuerda a las hermanas Acuña, cantoras campesinas de bellas voces; también las Hermanas Orellana, con Mercedes y Petronila, chinganeras que tenían una Casa de Canto por el sector de la Pila del Ganso. También conoció a Ester Martínez, directora de Las Cuatro Huasas, que la impresionó positivamente.

imagePostulan a un concurso en la prestigiada Revista Ercilla , esta vez, como un cuarteto femenino integrado por las hermanitas Loyola y las hermanitas Cabrera, conformándose el cuarteto de “Las Criollitas”. Se presentan con gran éxito, ellas corrían por todos lados buscando votos de amigos, marcando preferencia. Llegaron a comprar numerosas revistas, logrando el ansiado premio al mejor Conjunto Folklórico. Continuaron las cuatro cantando juntas hasta que las Cabrera se van con Donato Román Heiremans y las Loyolas siguen cantando solas.

Conoce a Petronila Orellana
En aquel tiempo, Margot viajaba seguido a Valparaíso a visitar a la familia Miranda. En el puerto fue donde conoció a las hermanas Orellanas, Petronila y Meche. Había oído hablar de ellas. Se entera de un ciclo de presentaciones de las Orellana en un importante Teatro de Viña del Mar. Les dedica un emocionado recuerdo: “Yo quería verlas cantar, yo tenía que verlas ese día, algo me decía que debía ser ese día. Una fuerza desconocida me lleva al teatro. Estaba repleto. Me impresionó cuando aparecen en escena, estas dos mujeres sesentonas, con sus arpas encintadas y su guitarra. Eran maravillosas. Muy chilenas. Con vestidos largos y llenas de llamativas alhajas. Voces extraordinarias. Cantaban sin micrófono, así al natural. Una cosa impresionante…el público las aplaudía a rabiar. Luego de cantar varias tonadas interpretan…”como que me voy, como que me voy curando” y hacían como que estaban borrachitas. La gente reía. “como que me voy, como que me voy curan….” y en eso la Mechita se siente mal. Se le inmoviliza un lado. La gente no entiende. Cree que es parte del espectáculo. Siguen riendo. Cierran el telón. Salto al escenario. Ella ya esta en el suelo. Es un ataque de hemiplejia. En la platea, el público ignorante de esta situación pide: ¡Otra!…¡Otra!. Meche intenta levantarse…no lo logra. ¡Otra!…¡Otra!. El telón sigue cerrado. Cae semi inconsciente. ¡Hay que llevarla a la Asistencia Pública, grito angustiada. ¡Otra!. ¡Otra! Exige el público. ¡Abran paso que se muere!. Su hermana la Petita, traga su pena, vuelve al escenario y sus tonadas, mientras exclama un doloroso: “el público así lo pide” que se le clava en la garganta y el corazón. Acompaño a Mechita, en el ululante dolor de la ambulancia, mientras su vida casi se extingue junto a los arreboles de la más negra noche en el puerto. Así conocí a Petita Orellana. Así conocí a una de mis maestras, con ella también cante, en rodeos y trillas”.

Una invitación trascendente, en un período fundacional
Aún no se recuperaba de esto cuando Margot enferma gravemente de tuberculosis intestinal, que le provocará una infertildad maternal futura. La internan en el Hospital San Borja, los doctores la desahucian. Sus padres logran reunirse en torno de su lecho, llegan a hablarse, esto estimula su recuperación, reanima su esperanza perdida. Pero seguía siendo insoluble, siguen separados, y ella con su madre. Cuando se mejora retoma el canto con Estela. Un día, estando en la farmacia de Santo Dumont, entra Don Carlos Isamitt y Carlos Lavín, ambos destacados investigadores musicales del, por aquellos años, recién fundado Instituto de Extensión Musical, IEM, de la Universidad de Chile.

Efectivamente, el presidente Pedro Aguirre Cerda, con su conocida consigna: “Gobernar es educar”, había firmado el decreto de su creación en octubre de 1940, designando en la presidencia a Domingo Santa María, por esos años, Decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, quien, en abril 1944, crea el Instituto de Investigaciones del Folklore Musical, quedando integrada su Comisión de Estudios Foklóricos por: Carlos Isamitt, Carlos Lavín, Filomena Salas, Eugenio Pereira Salas, Pablo Garrido, Jorge Urrutia, Vicente Salas y Alfonso Letelier, académicos de gran prestigio. Su misión, en el campo de la música tradicional, folklórica y popular del país, era realizar: 1) investigaciones científicas, 2) formación de un archivo sonoro, y 3) la divulgación de estas materias en las escuelas y el público. En mayo, es nombrado profesor-jefe Eugenio Pereira Salas, quedando como secretaria Filomena Salas, que testimonia el desarrollo del Instituto en sus escritos. Por estos años, Pereira Salas da a conocer su valiosa publicación, “Los orígenes del Arte Musical en Chile” (1941).

El profesor Carlos Isamitt Alarcón era un vecino recoletano que vivía a tres cuadras, en la calle Buenos Aires. Las había escuchado a su paso por la farmacia, y junto a Carlos Lavín, habían seguido su cantar en la radio. Las invitan a trabajar con ellos. La invitación lleva a Estela y Margot a iniciar gira de divulgación por todo el sur del país, hasta Puerto Montt. En las mañanas, para escolares y en las tardes para todo público. También las promociona la Dirección de Información y Cultura del Ministerio de Educación, DIC.

Margot visita con frecuencia al vecino Isamitt , constituyéndose en uno de sus primeros maestros, quien le entrega para su repertorio música mapuche, y las orienta. El profesor Isamitt decía “que se debía recorrer multitud de caminos y buscar en ellos la presencia del hombre, como centro y fin de la búsqueda, en lo más intenso de su esencia anímica”, algo que marcó fuertemente a la joven Margot. Ellos nos enseñaron, y guiaron nuestros primeros pasos, agradece en sus recuerdos Margot. Por su parte, Australia Acuña, autora de “Bailes Coloniales”, les enseña música de las antiguas danzas, y Maria Garnham, hace lo propio, focalizándose en las danzas populares, publicando el libro “Danzas folklóricas de Chile”, con presentación de Antonio Acevedo Hernández, en la cual califica a la autora como pionera y “gran soñadora que ha tomado en el centro de su vida el alma ardiente de la cueca”.

Memorables conciertos en el Teatro Cervantes y Municipal, 1943
El 26 de julio de ese año, el IEM, organiza un primer recital en el Teatro Cervantes , sala ubicada en calle Matías Cousiño, a pocas cuadras del Teatro Municipal con el cual complementaba sus programas culturales. Inserto en un ciclo de música de cámara el IEM realiza un primer concierto de música folklórica. Contó con tres partes: I Folklore Histórico, bajo la dirección de Eugenio Pereira Salas; II Folklore Tradicional, dirección Jorge Urrutia Blondel y III Folklore actual, campesino y urbano, con la participación de Margot, Estela y Sergio Silva, en las guitarras; Elena Moreno, voz y guitarra; y Los Provincianos. Pablo Garrido, oficia de presentador, según informa el investigador Jorge Cáceres Valencia. El concierto se repite, meses después, el 6 de noviembre, en el Teatro Municipal, destacándose la participación de las hermanas Loyola. Era algo insólito para la época, el folklore “profanando” el santuario de la música “culta”.

Participación en histórica grabación, 1944
Al año siguiente, en diciembre, el Instituto de Investigaciones Folklóricas, de la Universidad de Chile, en colaboración con la empresa fonográfica RCA Victor, publica la colección completa de “Aires Tradicionales y Folklóricos de Chile”, constituido de 10 discos de 78 r.p.m., con 27 ejemplos genéricos de música nacional reunida por el Instituto. La publicación adjunta dos folletos explicativos, con la melodía en notación musical y comentarios de Eugenio Pereira Salas y Jorge Urrutia Blondel. Los participantes son seleccionados por la “forma auténtica del cantar tradicional campesino sin afectaciones teatrales”, testimonia Filomena Salas, secretaria del IEM. Los “cantandores” seleccionados, fueron las hermanas Loyola, el conjunto Los Provincianos, el Dúo Molina-Garrido, Pepe Icarte, Rosalindo Allende, Amanda y Olga Acuña, Derlinda Araya e Ismael Navarrete, muchos nombres frecuentemente mencionados en los relatos de Margot.

Con este proyecto, de gran impacto nacional e internacional, se cumplía con uno de los objetivos institucionales como era: “El buscar la mejor forma de llevar hasta la masa la verdadera cultura tradicional y folklórica del pasado, único camino viable, para conservar y mejorar el canto popular de hoy que vendrá a constituir el folklore del mañana” convocando al Ministerio de Educación- “a organizar en forma continuada la educación folklórica en los liceos”.

Semana del Folklore Chileno, 1946
Tres años después, en agosto, la Institución organiza la Semana del Folklore Chileno, en conmemoración del centenario del nacimiento de la palabra folklore.

Se inaugura en el Salón de Honor de la Universidad y culmina con una presentación de música folklórica, tradicional y popular, en el Teatro Municipal . Este hecho causó revuelo, al igual que el que suscitó el anterior concierto del Teatro Cervantes, de 1943. En un artículo de prensa publicado por Antonio Acevedo Hernandez indica que “Las hermanitas Loyola, a fuerza de estudio y simpatía se han apoderado de todo el públicos, ellas han llegado más allá de toda ponderación en su arte… ellas no lo falsifican, lo interpretan -agregando- que su voluntad no tiene límites”.

La Sra Filomena Salas, del Instituto, igualmente destaca a las hermanas Loyola “por su valiosa colaboración, con gran eficiencia, seriedad y entusiasmo en las labores, contribuyendo sistemáticamente al conocimiento de las composiciones recogidas por medio de sus actuaciones radiales y giras por las diversas regiones de Chile. También destaca la valiosa colaboración de la profesora secundaria Australia Acuña, que enseña en las escuelas su material de investigación de los “Bailes de Coloniales”, además de María Luisa Sepúlveda y Carmen Cueva, que hacían su aporte en sus docencias particulares”.

Se continúan realizando los conciertos de folklore. Según criterio de esos años, la programación solía ordenarse cronológicamente, de la misma manera que los de música clásica, ofreciendo canciones del “folklore histórico” (en el cual consideraban a Elena Moreno), “folklore del tradicional” (Margot y Estela Loyola), y “del moderno” (El conjunto Los provincianos y el Dúo Rey-Silva).

El selecto grupo de académicos acogió cálida y generosamente a las hermanitas, Estela y Margot, colaborando en su desarrollo. Australia Acuña en su casa le enseña a Margot el Aire, el Cuando, y la Resbalosa, que junto a la cueca son las primeras que baila en los escenarios. Continúa sus estudios de canto con la gran maestra wagneriana, Blanca Hauser.

Por los caminos del hombre
Antes de comenzar a cantar con su hermana, Margot ya se inquietaba por conocer los caminos del hombre y sus cantares. Oreste Plath y Carlos Isamitt, maestros generosos, la motivan a ir a los campos, como ellos. Con su amiga de pensión, Cristina Miranda, mujer valiosa que la orienta en lo social y en sus búsquedas, primero van a Alhué, donde conocen a Anita Cantillana y Rosita Muñoz. Fueron sus primeras maestras campesinas. Con Cristina también recorren Pomaire, Quinchamali, Rari, Colliguay y Caleu. “Yo aprendía canciones y ella recogía versos, leyendas, cuentos, chascarros y adivinanzas”, comenta Margot. Estos andares las motivan a comenzar con la creación de música de raíz, como la resbalosa, “Diablito de Talami”, y la tonada “En carreta por Alhue”, letra de Cristina y música de Margot, fórmula que seguirán aplicando a lo largo de sus vidas.

Hermanitas Loyola, una década de cantares
Realizaban estas salidas al campo, mientras continuaban las Hermanitas Loyola, cantando en radio, en grandes escenarios, como también en los rodeos de Rancagua, Colina y San Fernando. Ya cumplían 10 años como dúo. Eran dos jovencitas, “donositas”, sin experiencia, con un repertorio estrecho que crecía y podían hacer las dos cosas: cantar en rodeos y a la vez en eventos del Instituto de Investigaciones Musicales. El erudito Eugenio Pereira Salas gustaba de invitarla a su programa de radio.

Tragedia del humo, 1945
Fue un accidente ocurrido el 19 de junio, de ese año, en la Mina El Teniente, de la Braden Copper Company, donde murieron 355 trabajadores. La noticia impacta a la comunidad nacional. Margot encabeza junto a otros artistas una gran jornada de solidaridad en el Teatro Caupolicán. La portada del diario El Siglo destaca la proclama de las hermanas Loyola: “De nuestras guitarras sacaremos pan para los mineros de Sewell”. En un acto, también participaron Leo Marini con la Orquesta de Federico Ojeda, La Desideria, Ester Sore, entre otros artistas. Esto motiva a Cristina Mirada a escribir un doloroso bello texto que musicalizó Margot, titulado “Triste Minero”. El destacado escritor cubano, Nicolas Guillén, luego de asistir a un concierto de las hermanas escribe: “La música en función social tiene en las hermanas Loyola, destacadas fokloristas chilenas, ardientes cultivadoras. Acompañándose con sus guitarras…hablan del carácter del pueblo y sus luchas”, destacando el tema “Dolor del Indio”, según informa el investigador periodístico, y poeta, Julio Fernando San Martín. Este accidente, el mayor ocurrido en una mina metalífera a nivel mundial, marca un hito dentro de la legislación laboral chilena sobre higiene industrial y prevención de riesgos.

Abanderada del Partido Comunista, 1946
Una foto con historia. Corren los años 40, luego de dos gobiernos Radicales , se inician las campañas presidenciales del año 1946. Los Radicales que se enfrentan a Conservadores y Liberales, llevan a Gabriel González Videla, de candidato. Este abogado serenense iba apoyado por una coalición que deseaba revivir el espíritu del Frente Popular, el FRAP, que integraba al Partido Comunista junto a los Radicales, cuyo candidato presidencial les aseguraba “lazos firmes”, antes de las elecciones. En las campañas se resuelve realizar un concurso para elegir a la abanderada de la coalición. El PC, luego de pedirle autorización a su madre, nombra a la veinteañera Margot como su candidata. Concursan doce candidatas. Por aquellos años, a Margot, junto a Cristina Miranda, militante de dicha colectividad, se le solía ver como parte activa del movimiento de intelectuales y artistas de la centro izquierda. Sus maestros Armando Carvajal y Blanca Hauser, como también Juvencio Valle, Pedro de la Barra, Francisco Coloane, Luis Enrique Délano, eran de esa colectividad. Pablo Neruda iniciará militancia en 1945. También suma su apoyo a la candidatura Ester Soré y La Desideria; el elenco del circo de las Aguilas Humanas. Si bien Margot no fue militante, el dirigente Luis Corvalán afirma que, siempre estuvo muy cerca del Partido. Con el dúo se le vio en colaboración directa, participando públicamente en las actividades de la izquierda chilena. Se realizan proclamaciones masivas en el Teatro Caupolicán y el Estadio Nacional. En el primero, Margot, ya prestigiada en estas lides, baila cueca con el dirigente salitrero Elías Laferte (ver texto foto adjunta), y en el Estadio Nacional también con el candidato presidencial. Si bien fue otra la triunfadora en el concurso de reina. Margot recibió los mayores elogios y aplausos.

Triunfa la centro izquierda, sin embargo, una vez en la presidencia, González Videla la traicionará con la Ley Maldita (1948), persiguiendo y encarcelando a sus opositores comunistas, incluido a Pablo Neruda que en el exilio escribirá su Canto General. Otros serán relegados al norte, al puerto salitrero de Pisagua, en Tarapacá, convertido en campo de prisioneros, lugar al cual llegaron Margot y Estela a expresarles su solidaridad y su alegría cancionera, con las consecuentes represalias, le cancelan la gira y deben conseguir dinero para regresar a Santiago. A finales de ese año, tuvieron una notoria baja en sus presentaciones. Solicitan el Teatro Municipal para realizar un festival de danzas y canciones chilenas, pero se les negó argumentando que “la música criolla no tenía categoría artística para ser cantada en dicho teatro”, según informa la prensa. La investigadora Karen Donoso, en el libro “Vientos del sur”, ha publicado un acucioso estudio sobre esta faceta de Margot.

Hacia 1950, de pronto, su sencillez campesina se ve sorprendida cuando la Asociación de Cronistas de Teatro, Cine y Radio, les concede el premio “Caupolicán”, como el mejor conjunto folklórico, cosa que ratifica el anterior de 1948, otorgado por la Municipalidad de Santiago. Ese año también presenció la separación de la Hermanas Loyola. Su hermana Estela se enamora de un joven de la radio: Ramón Diez, y comienza a despreocuparse del canto. Margot debe seguir sola.

Sin duda, que las Hermanitas Loyola tuvieron la fortuna y el privilegio de vivir y crecer en estas décadas, de los años 30 y 40, que fueron fundacionales del movimiento de la investigación, docencia y divulgación escénica de la cultura tradicional chilena, lo que se proyecta hasta nuestros días, y además participar activamente en el quehacer socio-cultural de la época, dejando huellas. A partir de 1950, Margot debe iniciar un proceso de crecimiento: sola, como solista, de camino a la maestría, logrando recibir grandes reconocimientos.

MARGOT, SOLA, SOLISTA Y MAESTRA
Cómo se fue templando el acero, 1950.

Resultado de imagen para MARGOT Y CONJUNTOS FOLCLORICOSNos cuenta que el comenzar como solista no fue una decisión fácil. Sacó fuerza de flaqueza y decidió demostrar que podía llegar alto. Quedó sola, la madre del novio de Estela la acoge en su hogar con su breve equipaje. Margot recuerda: “Cuando salía sola era terrible. Me faltaba algo, me sentía vacía sin la maravillosa voz de Estela, quien solía hacer la primera voz. La gente se había acostumbrado a la voz del dúo, nadie quería escucharme en Chile. Me cambio a vivir donde la compositora Chela Soto de la Cuadra. Con un tema de ella, ”Bajo un limón florido”, gano un concurso. Vago golpeando puertas inútilmente. Mi situación empeora”. Mi amiga Cristina Miranda sabe de esto y me lleva a vivir con su familia en su querido Valparaíso. Cristina trabajaba en la Municipalidad de Valparaíso”. Margot hace clases en la Academia de Artes de la Sra. Julia Silberson. Entra a trabajar a la Radio La Unión, del puerto, donde el director Sr. Pinto la presenta como “la niña de la voz que besa”. Se incorpora a uno de los radioteatros de Radio Cooperativa Vitalicia, junto a Quena Briones y Justo Ugarte . También canta sola y hace locución. En varias oportunidades fue a piscinas a cantar, mientras la gente adinerada tomaba el sol. La vida era dura, pero todo se hacía con alegría, todo se soportaba bien. Decide viajar a Buenos Aires a tocar la puerta de los grandes. Debe preparar su viaje, pero la intensificación de su labor docente en las Escuelas -surgida sorpresivamente un año antes de la ruptura con su hermana- la hace postergar el viaje.

Se incorpora a las Escuelas de Temporada de la Universidad de Chile, 1949
Regresemos al 14 de mayo de 1935, el Consejo de la Universidad de Chile aprueba la indicación formulada por el Sr Rector, Juvenal Hernández en el sentido de crear Cursos de Vacaciones, y designa a la distinguida educadora Amanda Labarca a organizar la primera escuela, inaugurada el 5 de enero 1936, en el Salon de Honor de la Institución. En los inicios, la directora Labarca de estas Escuelas que recorrerían Chile, invita a Cristina Miranda a que participe como Secretaria General de la Escuelas de Temporada.

Estas Escuelas se inician con fuerte énfasis en el folklore chileno y en las culturas latinoamericanas. En ese año se dicta un primer curso de Apreciación Musical, dictado por el profesor Domingo Santa Cruz, dos años mas tarde, Carlos Mondaca, de los Cuatro Huasos, inicia sus clases de folklore chileno. Por su parte, Yolando Pino Saavedra y Oreste Plath, entre otros académicos del Instituto tuvieron a su cargo los cursos teóricos sobre folklore. En la década de 1940. Amanda Labarca, invita, para dictar las clases prácticas, a las profesoras: Australia Acuña (1942), Emilia Garnham (1948), Margot Loyola (1949), Camila Bari (1950), Raquel Barros (1952), Violeta Parra (1954), informa el profesor Jorge Cáceres.

La invitación a Margot a incorporarse a esta labor docente, que gravitará fuertemente en su vida, surge inesperada en una recepción del IEM “En medio del bullicio generalizado una cueca irrumpe en el ambiente, provocando expectación. Al ruedo me saca un caballero. Al finalizar alaba mi forma de bailar. Me entero que es el rector Don Juvenal Hernández, quien me dice que debo ir a esos cursos a enseñar la cueca. ¡Qué suerte la mía!-“, concluye.

Margot tuvo una larga permanencia, de 14 años, entre 1949 al 1963, en estas escuelas de temporadas, recorriendo desde Arica a Magallanes, tres veces por año, con un mes de clases en cada lugar, donde aprovechaba para quedarse algunos días adicionales con sus alumnos para contactar con las comunidades.

Buenos Aires y Montevideo, 1951
“¡Por fin!, gracias a estas primeras Escuelas puedo reunir el dinero para mi tan ansiado viaje a Argentina”. Parte con una carta de recomendación de Oreste Plath, y la recibe en Buenos Aires la escritora Marta Brunet, por entonces, Cónsul de Chile en Argentina, quien le abre anchas puertas bonaerenses. Recibe grandes elogios de Don Carlos Vega, Antonio Barceló, Escalada Ezcurra y Rafael Gijena Sánchez, los grandes de ese momento y de todos los momentos. Fruto de la buena acogida puede viajar a Uruguay, a presentarse en su Teatro Municipal de Montevideo. Este primer viaje al extranjero marca el inicio de su carrera artística como solista. Antonio Barceló le paga su pasaje de regreso. Cargada de positivas críticas, y “sin un peso en la chauchera” vuelve a Chile y continúa enseñando en las Escuelas de Temporadas.

Perú, 1952
Con el dinero reunido en dos siguientes jornadas, en Arica e Iquique, logra viajar a Perú. En Lima, por entonces el músico, compositor Vicente Bianchi, que desarrollaba extensa labor de chilenidad, ayuda a obtener contratos en radio, teatro, boite. “Logro comer y estudiar Marinera con el mejor jaranista de todos los tiempos, don Porfirio Vásquez. José María Arguedas, con su profunda sabiduría y dolor por el destino del indio americano, me lleva a bailar a los Coliseos Populares a bailar huayñus y huailars, con los desesperanzados serranos”. Impresionada por la grandeza de Machu Picchu, regresa Chile.

Su comadre Violeta Parra, 1953
Al año siguiente, cuando la invitan a cantar a unas fondas en la Quinta Normal, le llama la atención
las tonadas campesinas de una cantora. Al terminar se acerca, le pregunta “De quien son esas tonadas?, cuál es su nombre?…son mías -me dice- y me da su nombre Violeta…Violeta Parra”. En ese momento, Margot recuerda que era la misma persona que había visto junto a su hermana Hilda cantando canciones mexicanas en un circo que pasó por el Curacaví de su infancia, y algunos meses anteriores en el Teatro Caupolicán. “Su talento silvestre y sus tonadas me habían impresionado, pienso que es necesario difundirla. La invito a que me acompañe a diferentes lugares. A embajadas, a la revista Ecran, a las Escuelas de Temporada, donde se incorpora como docente en 1954. José María Palacios la acoge en su programa de Radio Chilena, “Imágenes Camperas” y comienza el despegue. “Nuestra naciente amistad va creciendo”. Violeta, en busca de oportunidades viaja a Francia. Antes de partir, con el bautizo de su hija Rosita Clara, se transforma en su comadre.

Neruda y la voz de los pueblos, 1955
En 1952, Neruda viene regresando del exilio. Matilde Urrutia de Neruda nos relata: “El 6 de enero de 1948 pronuncia en el Senado su “Yo Acuso”, en el que denuncia la traición de que ha sido objeto él y su pueblo, es perseguido y desaforado como Senador de la República. En el Diario El imparcial del 5 de febrero de 1948 encontramos los siguientes titulares: ”Se busca a Neruda por todo el país”, “Se estrecha el cerco donde está el poeta fugitivo”. Pablo, se dedica a trabajar clandestinamente en la lucha política, y a escribir en esa época sombría su más grande epopeya: el “Canto General”, o “Risas y lágrimas”, que era el título clandestino del libro. Es recibido en la Plaza Bulnes que lo aclama, y al tercer año, 1955, se organiza un recital en el Teatro Municipal de Viña del Mar. Décadas después, Matilde lo recuerda y afirma: “Pablo vive en el corazón de estos artistas del pueblo que son Margot Loyola, María Maluenda y Roberto Parada”. Pablo presenta a Margot como “La voz de los pueblos”, y estrena sus poemas que ella musicaliza bajo el título de “Cuecas de Manuel Rodríguez” (Vida, pasión y muerte), además interpreta música mapuche y de Rapa Nuí .

Francia y España, 1956
Fueron 17 días de navegación bastante zarandeada. Con su guitarra, kultrún y ukelele, unos cuantos dólares, cartas de recomendación, además de tonadas, cantos mapuches y pascuenses, llegó a desafiar a París. “¡Labor titánica!. En la Ciudad Luz, veo solo sombras -afirma la maestra- pasé seis meses añorando a Chile. Me encerraba en mi cuarto a escribir largas cartas a mis seres queridos, a Cristina Miranda, al doctor Antonio Morales Delpiano, a mis maestros Blanca Hauser y Carlos Isamitt. ¡Cuánto debo a todos ellos! Ni pio aprendí a decir en francés”.

Luego de grandes esfuerzos logra distinciones: un recital para catedráticos y alumnos en la Universidad de La Sorbonne, presentada por Alfred Metraux; dos grabaciones y la participación en una película dirigida por Jodorosky. Positivos comentarios en la prensa francesa, como el de France Soir, “Ella no es una cantatriz, ni una bailarina. Ella ejerce el severo oficio de etnógrafa y musicóloga…sobre la música de América” (8 dic.1956) mientras Le Monde Latín destaca: “…ovaciones interminables premiaron el trabajo excelente de esta gran artista, que en dos solas presentaciones en Francia ha hecho amar y admirar el folklore de su país” (nov. 1956).

Luego, sigue a España. “Un país fascinante. Entre verbenas y claveles, corridas de toros, tacas y castañuelas vivo un romance con Antonio, un torero. Fue un suspiro que se esfumó”, confidencia mientras nos mira con picardía. La majestuosa Pastora Imperio la lleva por los caminos del couplet. Numerosos conciertos en gira por los ayuntamientos de diferentes ciudades, entre muchas otras presentaciones. Antes de regresar a Chile se va a despedir del Madrid Antiguo con sus faroles, sus tascas, sus puertas y ventanas, también de la España trágica de García Lorca, se despide del embrujo de sus castañuelas y el rojo de sus claveles.

La URSS, Polonia, Rumania en 1957, Checoslovaquia, 1958
De Madrid vuela a la URSS, la invita el Ministerio de Cultura. Dieciséis conciertos realizados por la parte sur. Espléndida la organización de la gira, todo en orden a la hora exacta. Recibe dinero por sus presentaciones y compra su primera grabadora…”que pesaba 25 kilos!”. Continua viaje a Polonia, con éxito de prensa; luego Rumanía con sus más de veinte recitales. La noche de año nuevo la sorprende en Bulgaria, con presentaciones en un lujoso hotel en el cual se hospedaba. “Esos minutos de espera en el camarín, fueron como una pequeña muerte. Me aferré a mi guitarra y empecé a retarme: mira Margot, tu escogiste esta profesión, tu resolviste venir a Europa, nadie te dio órdenes ¡Asume entonces m…!!” Al subir a su cuarto, le esperaban dos ramos de flores que le alegraron la noche. Continuó a Checoslovaquia, invitada por el Ministro de Cultura. El idioma fue algo que logró superar gracias a una intérprete. Las presentaciones y el éxito continuaron. Gran bagaje de conocimiento le dejó esta larga gira, que duró casi dos años. “También me dio una mayor seguridad de la corrección del camino elegido y el convencimiento que el canto de los pueblos es el mejor vínculo de comunicación entre los hombres”. Vuela a su tierra añorada.

De rockanrolero colchaguino a discípulo aventajado, 1958
El profesor Osvaldo Cádiz nos cuenta que fue en 1955 la primera vez que conoció y se impresionó con la maestra, cuando asistió a una charla de ella y de Don Carlos Isamitt. Osvaldo, producto de ser admirador y buen bailarín de la música rock, solía escuchar un programa radial rockero en su tierra natal de Colchagua . Por esos años, la radiotelefonía tenía gran impacto comunicacional. Tres años después, en 1958, estando Margot de regreso de su viaje a Checoslovaquia, se entera de una polémica radial referida al tema, allí se decía que los coléricos no eran capaces de bailar la cueca, que estaban matándola.

El programa El Club del Rock and Roll, que conducía Antonio Contreras en Radio Santiago, ante esta creciente polémica decide contratar a Margot, organizan un concurso cuyo premio era la participación en un curso de cueca de la maestra Loyola. Para concursar se debía enviar una carta. A la sazón, Osvaldo, un joven veinteañero, rocanrolero, provinciano de San Fernando, estudiante de pedagogía vivía en una pensión en el barrio Yungay (Compañía/Riquelme). Escucha la convocatoria radial, decide enviar tres cartas, cada sobre con cada uno de sus nombres: Osvaldo, Adolfo, Alejandro…Cádiz Valenzuela. Con gran alegría recibe la ansiada respuesta de que “Adolfo” había sido seleccionado entre las 5 parejas beneficiadas. Llegado el primer día de clases, las 5 damas y 5 varones, entre ellos, “Adolfo”, llegan a lo que era la sala de ensayos de la Agrupación Folklórica que dirigía Raquel Barros, en un Instituto de avenida Providencia, posiblemente donde está hoy el Centro Cultural de España. Osvaldo, ante los ojos de la maestra destaca entre el resto, por su facilidad en el aprendizaje de la danza.

Margot rememora: “Era un jovencito de varonil tez morena que lucía dotes de buen bailarín. Cuando se presentó, dijo: mi nombre es Osvaldo…Osvaldo Cádiz. Él siempre se veía muy atento a mis instrucciones, mientras yo observaba sus avances. Explico que para mí la cueca es: alegría, tormento, pasión y embrujo. Es Chile, con la grandiosidad de sus montañas, con el arrebatador ímpetu de sus amores y la ingenua y hermosa sencillez de sus viñas y huertas. Transforma al que la baila, en seres briosos, movidos por incentivos del asedio y del triunfo”. Osvaldo Adolfo, impresionado, comenzó a ser un rostro que se repetía en cada curso que ella realizaba. “Donde hacía un curso allí aparecía yo -recuerda Osvaldo- Margot iba a las escuelas de temporada y ahí iba”.

Margot regresa a Argentina y Uruguay, 1959
A un año de conocer a Osvaldo, es invitada por la empresa de Conciertos Barry y parte a Buenos Aires. La esperan con grandes carteles en las calles anunciando su nombre. En la prestigiosa Radio Splendid es presentada como la primera folklorista de Chile. Entrevistas de Prensa. En su primera audición, el proscenio engalanado de flores, y en el público Antonio Barceló y Carlos Vega. Al respecto, Margot nos comenta: ¡qué suerte!, y yo con mi traje de percala, mi par de trenzas y guitarra desafiando al mundo. El éxito fue coronado con la renovación del contrato y el regreso a Uruguay, auspiciado por Juventudes Musicales y el Sodre, a dar nuevas actuaciones. El eminente musicólogo Lauro Ayestarán la recibe en su casa. La orienta en el camino de la investigación, y destaca en el siguiente juicio: “La cantante no depone aquí su personalidad, pero ceñida al documento foklórico, sin remendarlo ni parodiarlo, lo proyecta hacia el terreno artístico con límpido estilo y ejemplar respeto por la santidad del texto”. Momento libre que dispone lo dedica a escribir cartas a Cristina, con quien vivía, y a Osvaldo, su alumno aventajado, como solía presentarlo

De regreso a Chile, concierto en el Municipal, 1960
Finalmente, logra regresar a su Chile añorado. Un par de años después, en el mes de septiembre, preparando un concierto en el Teatro Municipal, a Margot le falla un bailarín de danzas mapuche e invita a Osvaldo a participar. “Comienzo a descubrir en él su compromiso con el hombre sencillo de los campos, con la verdad de nuestro pueblo, continuó actuando conmigo en recitales en los barrios, junto a la Sinfónica y grupos teatrales” -evoca la maestra- “si, así fue como conocí a Osvaldo, compañero de toda una vida de andar por los caminos del hombre y sus sentires. Desde entonces no nos separamos”.

Europa,1961
Este año, la Empresa comercial Vía Mundi le organiza 80 recitales en 40 ciudades de 4 países: Bulgaria, Rumania, Polonia y en la URSS, en 10 repúblicas. En esta última escala le realizan una grabación, dirigida por un exigente grupo de especialistas. “Grabar y regrabar, hasta que me la pude. Logré lo que ellos pedían, la canción tratada desde un punto de vista artístico”. Recuerda que: “bajaba de un avión y subía a otro, cada día hacía y deshacía maletas y mi corazón salta y salta de miedo a las alturas. Es inútil, no puedo despegar los pies de la tierra”, fue todo un año de gira, en que evocaba su Valparaíso.

Surgen los Conjuntos foklóricos
Por esos años, a su regreso, ya existía un creciente número de conjuntos foklóricos. Como resultado de estos cursos de Temporada de la Universidad de Chile, en donde ejercía docencia Margot Loyola, desde 1949, Raquel Barros, 1952 y Violeta Parra 1954. “Nacen los Conjuntos folklóricos con el apoyo de investigadores como Eugenio Pereira Salas y Carlos Isamitt que orientan la labor de Margot Loyola, lo que determina la autenticidad de su estilo y el certero criterio en la búsqueda de su repertorio. Por su parte, Carlos Lavín bautiza y colabora en la estructuración de la Agrupación Foklórica que contó entre sus miembros a Bernardo Valenzuela, Manuel Dannemann”, según testimonia, Raquel Barros, su fundadora.

Al regresar Raquel, en 1951, de perfeccionamiento en Coros y Danzas de España, y llegar con la mención de Instructora Nacional de Música, se incorpora al año siguiente a las Escuelas de Temporada, y a partir de un curso de cueca, el 12 de julio de 1952, nace la Agrupación Folklórica, vigente hasta el día de hoy como Agrupación folklórica Raquel Barros, bajo la dirección de Florangel Oberg, y las hermanas Barros.

En febrero de 1955, conformado por alumnos de Margot, en las Escuelas de Temporada, nace el Conjunto folklórico de alumnos de Margot Loyola. Como la maestra tenía que realizar a fin de año una presentación con todos sus alumnos; en la estrechez del escenario tuvo que ubicarlos como coro, quedando así determinado el estilo de presentación escénica de los conjuntos folklóricos, cosa que pervive hasta hoy, cantando a dos voces, en terceras paralelas, comentan Margot y Osvaldo. Con algunos de ellos, se fue estableciendo un grupo de alumnos más afines y permanentes, los que dos años después, en 1957, formarán el Conjunto Cuncumén (Murmullo del agua), bajo la dirección del compositor y profesor normalista, Rolando Alarcón, que le dio su sonido característico. En él participaron Jaime Rojas, Silvia Urbina, Helia Fuentes, Clemente Izurieta y Nelly Bustamante, entre otros. En 1960 ingresa y en 1962 toma la dirección Mariela Ferreira, quien le imprime una línea de trabajo musical, con solvencia técnica al servicio de lo vocal, según destaca Osvaldo Cádiz. El joven estudiante de teatro, Víctor Jara, participa brevemente, en una grabación, apoyo escénico y en una gira a Europa en 1961.

En 1962, Clemente Izurieta y Silvia Urbina, una vez retirados del Conjunto Cuncumén, daban clases de folklore en una academia de calle Merced y con alumnos de ella, le dan vida al Conjunto Ancahual, vigente hasta 1974. A los cuatro iniciales, los anteriores más Ruperto Bustos y María Cristina Felip, se van sumando Ines Fallardo, Aldo Villalón, proveniente de la Agrupación Folklórica de Raquel Barros, entre otros.

Ese año, Osvaldo Cádiz, ya incluido como ayudante de Margot en las Escuelas de Temporada, evalúa el interés de algunos alumnos de participar en un conjunto folklórico. Trabajan solos, silenciosamente durante un año, y cuando Margot regresa, los visita, los ve por primera vez y les dice: “¡Vamos a seguir juntos!”. Es así como un 6 de diciembre de 1963, en el marco de las Terceras Jornadas de Folklore Musical, del IEM, nace el Conjunto Margot Loyola, al cual también se suman alumnos de Pedagogía de la Universidad Católica de Santiago. Alfredo Matus, fue su primer presidente y René Carreño, su director musical. En 1975, cambia su nombre a Grupo Palomar, tomando como base las primeras sílabas del nombre de MArgot LOyola PAlacios, en orden inverso.

Gabriela Pizarro Soto, en 1957, funda el Grupo Millaray (Flor de Oro). Su profesora Isabel Soro, en 1954, la presenta a las Escuelas de Temporada. Julio Alegría, director del Pequeño Derecho de Autor, de la Universidad de Chile, la motiva a grabar para una radio. Gabriela reúne a alumnos de la Casa de la Cultura de Ñuñoa y lo hacen en el programa “Un pueblo que canta”. Lo integran Héctor Pavez, y sus hermanas Raquel y Nelly. Héctor señala que sus “maestros han sido los cantores y bailarines populares…y mi guía fue Gabriela Pizarro”. Para ella, Héctor fue uno de sus más aventajados integrantes de Millaray, con quien se casa en 1960; teniendo 5 hijos, según indica su hijo Héctor Pavez Pizarro, que sigue la senda de sus padres. Ellos han sido los que dan a conocer las primeras danzas del archipiélago de Chiloé, destaca Osvaldo Cádiz.

Un alumno de Gabriela Pizarro, en el Taller de la Casa de Cultura de Ñuñoa, Adolfo Gutiérrez Castillo, funda en 1964, el Grupo Rauquén (Tierra gredosa). Margot se refiere a Rauquén en su publicación del Sello Odeon, “Del Albúm de los Abuelos”, en 1971: “Su labor es seria, importante y necesaria,…cada uno de los intérpretes ha buscado con amor en las fuentes originales… para extraer de ellas lo mejor de nuestra tradición. Han cuidado rigurosamente todos los detalles…y, por sobre todo, su “estilo” característico de una época romántica ya desaparecida” . Inician labor con un repertorio regional amplio, y a partir de 1970 montan repertorio de música, danzas y estudiantinas del período de la Belle Epoque chilena.

La proyección Folklórica. Concepto, conjuntos, festivales e instituciones
Y ahí están estas maestras pioneras emergiendo con sus conjuntos desde las Escuelas de Temporada de la Universidad de Chile. Si bien esto ocurre en Santiago, en las regiones, “cientos de alumnos van quedando desparramados por todo el país, ayudando a mantener viva nuestra danza nacional y dando impulso a los primeros conjuntos folklóricos”, subraya Margot.

Margot, Raquel y Gabriela, son valiosas vertientes complementarias, que se potencian, en el desarrollo cultural del país, generando importantes iniciativas: docentes, institucionales, de divulgación y de formación de conjuntos de proyección folklórica; vinculadas a las políticas culturales y al estructuramiento del movimiento folklórico nacional. Violeta Parra, comadre de Margot, y Gabriela, también lo realiza y construye con genialidad su valioso camino propio.

Por estos años, surge el Concepto de la Proyección Folklórica, que emerge de la propuesta de los influyentes estudiosos argentinos Augusto Raúl Cortázar, coetáneo de Carlos Vega, e introducido inicialmente en Chile por la investigadora bonaerense Ercilia Moreno Cha, con valiosos aportes propios del profesor Manuel Danneman.

En el periodo 1964-1970, la Consejería Nacional de Promoción Popular, a través de su departamento Arte y Cultura, y su programa de desarrollo comunitario y de organizaciones sociales, se propuso potenciar el área del folklore, entre otras. También lo hace el Departamento de Teatro y Folklore de INDAP. La necesidad de evaluar lo realizado impulsó la creación de un Festival Nacional de Folklore, en Talagante, el año 1968, al cual llegaron a participar 53 conjuntos folklóricos del país. Producto del creciente número de conjuntos folklóricos, se impulsa la fundación de la CONACOF. En Talagante se logran realizar tres jornadas, en 1968, 1970 y 1971, y desde 1972 en San Bernardo, Capital del Folklore.

En 1964, se funda la FEFOMACH, Federación del Folklore del Magisterio, a motivación de Carlos Isamitt y Margot Loyola, a partir de un curso de folklore, dado en el quinto sector escolar, de Santiago, en donde participó como alumno-ayudante Osvaldo Cadiz.; desde 1968, la mencionada CONACOF; desde 1972, la FENAC, Federación Nacional de la Cueca, entre otras organizaciones. Más tarde, en 1979 surge la COFOLCHI, Confederación del Folklore de Chile, con el propósito de coordinar, desde la DIGEDER, las tres instituciones mencionadas. Al año siguiente, el 16 de mayo de 1980, surge la versión regional de la COFOLCHI, es decir, la AMFOLCHI, Asociación Metropolitana del Folklore, que más adelante, a sugerencia de Rene Largo Farias, se potenciará en la longeva y aún vigente ANFOLCHI, como asociación nacional. La maestra Margot Loyola, se compromete, junto a Osvaldo, en las actividades de AMFOLCHI. También dan su respaldo Silvia Urbina, Marisa Pastor, Gabriela Pizarro, que llegara a ser presidente de la institución. Se crea un boletín informativo converso en la Revista El Arado, gracias al aporte de Rodolfo Mejías, y otros, en el cual Margot aportará frecuentemente sus saberes. Más tarde, septiembre de 1988, surgirá la Unión Nacional del Folklore, UNAFO, presidida por Raquel Barros, entre otras instituciones.

EEUU, Perú y Ecuador, 1972
Retomando el relato central, Margot continúa con sus viajes, esta vez a estos tres países. La colonia chilena residente en San Francisco y Los Ángeles la invita a pasar con ellos las Fiestas Patrias del 18 de septiembre. En Los Ángeles ofrece charla ilustrada con las especies más representativas de nuestro cancionero, que logran interesar a maestros y alumnos de la universidad. Le solicitan realizar un curso de 7 a 8 meses con buen sueldo mensual. “Tanto tiempo viviendo solitariamente, sin entender el idioma, con un sistema de vida tan diferente al nuestro, me acobardaron, agradezco y vuelvo a Chile haciendo una largas escala en Perú”, fundamenta.

En Perú invierte el dinero ganado en Estados Unidos para financiar el estudio de la marinera y la antigua zamacueca, acercándose a los posibles orígenes del cachimbo. Comienza a acompañarla Osvaldo Cádiz. Recorren regiones, toma clases de canto, guitarra, cajón y baile con, los hijos, Vicente y Abelardo, del fallecido maestro Porfirio Vásquez; la familia Ascuez hace su aporte. “Contactar con Nicomedes Santa Cruz , es conocer a un ardiente difusor del Folklore Costino del hombre de color, nos comenta con admiración. Alojan en casa de Adriana Casas, artista, en el barrio de Lima Vieja. “El contacto con gente de color en barrios separados, la imposibilidad de los serranos de entrar en barrios aristocráticos, me rebeló, golpeándome el corazón. Si todos somos hijos de Dios, si nacemos y morimos igual ¿por qué tantas diferencias en la vida?

Ese mismo año de 1972, viajamos con Osvaldo a Ecuador en una delegación invitada por el pintor Osvaldo Guayasamín, director de la Casa de la Cultura de Quito, quien nos agasaja en su casa. Doce presentaciones del canto y la danza folklórica. Una de ellas, en el teatro Municipal de Quito, tres bailarinas apunadas por la altura caen desmayadas en plena función, los bomberos las socorren y las trasladan al hospital. Luego presentaciones en la Plaza del Pueblo, para continuar un viaje inolvidable hacia la cordialidad y amistad de los lugareños del pueblo de Otavalo. Amables, auténticas y enriquecedoras fueron las convivencias en Ecuador”

Clases en la Universidad Católica de Valparaíso, 1972
Por estos años, sigue como docente de las Escuelas de Temporada de la Universidad de Chile, con la colaboración de Osvaldo.

Cierto día, el destacado músico Fernando Rosas, que valoraba las clases de Margot, la invita a hacer clases a la Universidad Católica de Valparaíso. Ante tamaña oferta Margot le pregunta: “¿Que podría hacer allá, en esas aulas, una campesina maucha como yo?”, el profesor Rosas la convence con un: ¡Pero Margot, siga siendo como usted es!. De ese modo, desde 1973, se le vio, una vez más subiendo cerros y ascensores esta vez de camino de la Escuela de Música, de la Universidad Católica del puerto.

El Golpe de Estado, 1973
Margot vivió intensamente esos días oscuros ayudando al necesitado, dando amparo al perseguido y consiguiendo angustiosamente noticias de sus compañeros de camino. ¿Qué será de René, de Gabriela, de Mariela, de Héctor, de sus alumnos…? Su cantar se hizo presente en las aulas estudiantiles, en atrios de iglesia, con los pobladores, como también en los grandes eventos por la democracia. Su imagen televisiva le daba valor a su compromiso.

En 1974, tal vez un primer alzar la voz, fue un acto solidario que se presentó en el Teatro IEM, por esos años en calle Tarapacá, difundido como “Homenaje a Margot Loyola”, el cual tenía un trasfondo silencioso. Lo recaudado sería para los comedores infantiles que el Padre Esteban Gumucio, había percibido que eran una necesitad en el campamento Villa Esmeralda, cerca de la Población Joao Goulart. Fue así como días antes, una comisión integrada por Lucy Casanova, Silvia Muñoz, y Ramón Andreu, van a la casa de Margot, en calle Orozimbo Fuenzalida, a explicar y solicitar su consentimiento. Ella aceptó de inmediato, tal vez recordando la proclama de la Hermanitas Loyola: “De nuestras guitarras sacaremos dinero para…”, esta vez, para los niños de padres necesitados y perseguidos. Se presentaron los grupos Rauquén y Parralitos. Días después, la comisión le llevo cajas de leche al agradecido padre Esteban.

Durante el período de dictadura, Margot siempre estuvo disponible para apoyar la noble causa de “recuperar la primavera”, como decía nuestro buen amigo del Canto Nuevo, Pato Valdivia.

Uruguay 1983. Argentina 1983 y 1988
Viaja junto a Osvaldo a Montevideo, a un Simposio acerca de la danza Tradicional de América Latina y el Caribe, convocado por la UNESCO, a través del Consejo Mundial de la Danza. Luego, a Buenos Aires , a la Escuela Nacional de la Danza María Roanova. Un grato reencuentro con la investigadora Ercilia Moreno Chá , Antonio Barceló. y con Leda Valladares , “la primera y gran intérprete del canto de su pueblo”, al decir de Margot. María Elena Walsh, le abre las puertas de SADAIC donde dio concierto, desarrollando un intenso programa.

En 1988, regresa a Buenos Aires a las Cuartas Jornadas Musicales Argentinas preparadas por el Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega. La doctora Moreno Cha, que preside el evento la presenta: “Ha sido discípula del fundador de este instituto y para mi tengo que decirles que es una gran satisfacción, porque yo me cuento entre la numerosa cantidad de gente que ha aprendido con ella montones y montones de cosas, cuando he vivido en Chile…llega a presentar El couple español y su folklorizacion en Chile”.

Ercilia siempre estuvo cercana de Margot, le aconsejaba, le aportaba la visión metodológica, y le ofrecía el generoso afecto que rebalsaba su admiración.

Hitos importantes en sus afectos
Fallece Cristina a comienzos del año 1991. Parte de su lado, su gran amiga, su orientadora en la sensibilidad político-social, su cómplice en la composición musical. Su obra creativa, junto a Margot, sigue vigente en las composiciones, como la tonada ‘‘Moliendo maíz’’; las canciones ‘‘Dolor del indio’’, “Triste Minero”; el vals ‘Ya no’’; la cueca ‘‘El pescadito’’, la tonada ‘‘Pena junto al río Claro’’, las cuecas ‘‘Amor veleidoso’’, ‘‘Azahar y marinero’’, ‘‘La pomairina’’, la cueca de velorio ‘‘Los leñeros’’. Como olvidar “Capitanía”, con letra de Cristina y música de Luis Advis. Gracias Cristina!, decimos juntos con Osvaldo Cádiz.

A mediados del año siguiente, Margot contrae matrimonio con Osvaldo. Luego de mas de tres décadas de amorosa y fructífera relación, en ceremonia privada en su casa de Exequiel Fernandez., oficiando de testigo un hermano de Osvaldo, Roberto, y quien estas escribe, proceden a formalizarla esta su relación ante el Registro Civil, y posteriormente con matrimonio religioso. Comienzan a compartir el hogar. Esa casa fue epicentro de múltiples actividades.

FONDART, 1992
Durante el gobierno de Patricio Alwyn, el Ministerio de Educación crea transitoriamente una Comisión Asesora de Cultura Tradicional. Posteriormente, en 1992, algunos de sus miembros pasan a constituir la Comisión Evaluadora del Área de Arte y Artesanía Tradicional, de la primera convocatoria del naciente FONDART. Estuvo presidida por Fidel Sepulveda, e integrada por Margot Loyola, Carlos Gonzálaz, Osvaldo Cádiz, y Ramón Andreu, en calidad de secretario ejecutivo. La publicación de los resultados fue en agosto de 1992 . A modo de ejemplo, uno de los proyecto significativo fue la contribución a la creación del Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares de la Biblioteca Nacional, vigente hasta el día de hoy. También se apoyó a otros destacados esfuerzos en esta área, como a Gabriela Pizarro, Rene Largo Farías, Sergio Soval, Raquel Barros, Fernando Yañez, Osvaldo Jaque, Agustín Ruiz, entre otros de un total de 33 proyectos.

Distinciones y premios
Margot, luego de quedar sola y comenzar como solista, llegó a ser una maestra con importantes reconocimientos. Por mencionar algunos: en 1984, junto al Cardenal Raúl Silva Henriquez, recibe el premio del Servicio de Paz y Justicia, SERPAJ, institución pionera laica constituida para la defensa de los derechos humanos; como también las dos distinciones de Doctora Honoris Causa, tanto de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, como de la Universidad Arturo Prat, de Iquique. Además del Premio Nacional de Artes Musicales, en 1994, el cual dedicó a sus maestras campesinas. En el 2016, la presidenta Michelle Bachelet estableció el 15 de septiembre, el día de su cumpleaños, como el Día de la Cultura Tradicional.

Hoy, el Fondo Margot Loyola, de la Universidad Católica de Valparaíso; la Academia Nacional de Cultura Tradicional Margot Loyola Palacios, liderada por Osvaldo Cádiz y Juan Pablo López, y el cariño de su pueblo, mantienen vivo su recuerdo y su legado.

Anillo para su amiga


La maestra estuvo activa hasta sus últimos días, estudiando, escribiendo y orientando a sus alumnos. Un buen día, de su cumpleaños, la sorprende la visita de la Presidenta Michelle Bachelet, en su casa de La Reina, con quien Margot había cultivado una afectuosa cercanía. En agradecimiento de la visita, Margot le regaló un anillo similar al suyo, de orfebrería mapuche, que simbolizaba un pequeño Kultrún, con trocitos de metal en su interior que sonaban bellamente al moverlo;

Imagen relacionada“esto es para que le vaya bien”, le dice Margot, a la presidenta. Pasa un tiempo en el agitado devenir político en el país, aunque con significativo éxito en el fútbol, y en una ceremonia de entrega de los Premios Margot Loyola, en La Moneda, la presidenta destaca el obsequio de Margot: “Quiero agradecer este regalo de Margot, para que me vaya bien, me dijo al entregármelo. En realidad Margot -dirigiéndose a su amiga ausente- fíjese que no me ha ido tan bien, la cosa ha estado difícil pero avanzando, ¡pero en el fútbol sí que el anillo ha funcionado!”, en referencia a los logros como bicampeones de la Selección Chilena de fútbol.

Así estuvo Margot, activa hasta el último día, con la compañía amorosa de la Sra. Carmencita, de su Osvaldo, de su sobrina Alma, y de quienes la admirábamos y amábamos.

Se anuncia la despedida
Transitamos por La niña Margot, por Las Hermanas Loyola, por la Margot sola, solista y maestra y finalmente por su Resurreción, al coincidir con el poeta y hermano Héctor Morales, al decir que “Margot muere viva” en el cariño de la gente, de un pueblo que le agradece, que la ama y que no la olvida, manteniéndola viva en el inconsciente colectivo, como patrimonio inmaterial, de un país que tiene tanto que agradecerle y homenajearla.

Como ya hemos visto, hay personas significativas en los rumbos de su vida. Inicialmente el académico indigenista, Don Carlos Isamitt, que encamina sus primeros pasos, y agrega valioso repertorio a sus cantares; Cristina Miranda, que la conoce, la reconoce, la acoge y la acompaña en las salidas a terreno, la orienta en el sentir social y la compromete en la composición de tan reconocidos temas, y Osvaldo Cádiz, que como él ha dicho en entrevistas, que “primero fue su admirador, luego su discípulo, en seguida simplemente un amigo, luego amigo con ventaja o raspe, llegando a ser pareja y finalmente su esposo, elija usted”, pero por sobre todo Osvaldo, desde 1958, ha sido su incondicional cómplice de insondables saberes y sentires de su pueblo amado, y maestro portador de su herencia inmaterial. Como dejar de mencionar a la Sra. Carmencita Contreras, que la acompañaron amorosamente hasta el último suspiro. Hay muchos compañeros de senda de esta maestra que conocieron de su humildad, generosidad, compromiso, y torbellino de soñares de mundos mejores.

Aún resuenan tus palabras: “Busco y rebusco en la verdad de mi pueblo. Nazco y renazco. Bebo de sus manantiales…el corazón se me agita. Galopa. Remansa y así se va mi vida en estos cantares”.
Gracias maestra y amiga… Gracias Margot!

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here