El destacado artista chileno, Premio Nacional de Arte, Mario Irarrázabal, presenta de forma gratuita, las 24 piezas que componen «Bronces Inquietos», de las cuales 10 son completamente inéditas, en la Sala de exposiciones Parque de las Esculturas.

 

«Me gusta eso de crear un objeto concreto, real, tangible. Es que yo vivo pensando y soñando. Eso debo hacerlo materia. Una buena escultura tiene fuerza primitiva, mágica. Lo que busco es la dimensión mágica de la realidad, no lo esotérico».

La exhibición,  que marca la reapertura de la sala de exposiciones del Parque de las Esculturas, se compone de 24 esculturas que el artista Mario Irarrázabal (1940) seleccionó especialmente, pensando en que el público las fotografíe e interactúe con ellas.

Entre los trabajos que el escultor presentará, hasta el 22 de septiembre, figuran «Madre tierra», «Ejecución» y el modelo de la mano que creó para Venecia, en 1995.

Corría el año 1967 y el joven Mario Irarrázabal (1940) se preparaba para dar el salto al vacío. Tomaba clases de escultura con el artista Waldemar Otto en Berlín Occidental, con quien descubre finalmente su vocación. En Alemania, en plena Guerra Fría, Irarrázabal decide dejar su camino como religioso y comenzar una carrera como escultor. A partir de entonces se enfocaría en el ser humano desde la escultura. “La realidad socio política de la época era tremenda, entonces sentí la necesidad de abordar el tema del hombre y de sus relaciones con los otros”, dice el artista.

Reflexiona Irarrázabal: «El lenguaje del arte es abierto y metafórico: al presentarnos un mundo nos abre a otros. El arte es libre, juguetón, amoroso. Nos quiere maravillar y reencantar».

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