Aristóteles no entendería que una obra de teatro fuese circular. Que partiera en cualquier instante y que el desenlace podría estar al principio, en la mitad o, irremediablemente, al final. Una obra libre en todo el sentido de la palabra, sostenida solo en la palabra y en la actuación. Su escenografía reducida a 18 focos y a la bruma, a la niebla, que invade sin piedad. El vestuario, el mínimo. Sin ningún artificio. La música, a veces, demasiado larga su presencia. Tiene algo de filo de su protagonismo que desapega el diálogo.

Se trata de una propuesta enigmática. Donde todos son culpables y acusadores. Donde todos podrían estar muertos y ser ellos mismos los vivos. Nadie puede afirmar a ciencia cierta si lo que sucede arriba en el escenario ya lo vivió tantas veces en el pasado o, si es un anuncio, un pájaro de mal agüero. O una vida pasada vuelta a vivir.

Los personajes no tienen edad y el caballo puede ser un hombre y un hombre puede ser caballo.

Así es el teatro de Trinidad González.

Escrita y actuada desde el dolor en su acepción griega, del doble desgarro y de la conciencia de la vida, a la vez. Escrita desde la soledad rodeada de mucha gente que los mira desde la platea. Como si los protagonistas supieran que los están mirando.

Duele la ausencia del amor enamorado. La soledad de los personajes, de la constante contradicción del apego y la partida, la vida y la muerte.

“Memoria” es un soliloquio y un coro griego, a la vez. No tiene tiempo y no puede evitar el recuerdo inmediato de los que partieron contra su voluntad y de reconocer que siempre se puede vivir.

Hay quienes sintieron que era una puesta en escena feminista, donde la mujer vive intensamente desde su alma.

“Memoria” es un desafío teatral. Que se cree o se pasa de largo. Es un Oratorio donde la humanidad se retira a orar por los vivos y los muertos y donde no existe la puerta fácil del final feliz, donde en realidad no existen las puertas. Es un territorio sin espejos, sin mentiras, sin artificios solemnes. Es la vida, a lo mejor.

El trabajo de la talentosa Trinidad González y su elenco es de gran valor para el teatro nacional, porque cruza la calle de la dramática más genuina con luz roja, sin pedirle permiso a nadie. Todos muy bien, como si cada uno de los actores y actrices hubieran sido criados para sus roles.

Buena apuesta del Teatro Nacional de Chile, que se atreve a tomar la delantera.

“Memoria” es un poema teatral que no tiene reglas y puede ser encontrada, a pesar de ser desaparecida y rebelde.

Los viejos teatristas me enseñaban que la única regla que vale en el teatro es la que traza el público con el aplauso y el vítor. El día del estreno así lo entendió el público que gritó ¡Bravo!

Me alegró saber que el teatro chileno sigue vivo.

 

Memoria: ficha artística

Dramaturgia y dirección:  Trinidad González| Elenco: Matteo Citarella, Nathalia, Galgani, Tomás González, Trinidad González| Música: Tomás González| Diseño Integral: Nicole Needham| Asistencia de dirección: Nathalia Galgani| Producción: Italo Gallardo| Comunicaciones y Diseño Gráfico: Fogata Cultura| Fotografías: Daniel Corvillón| Ilustración Gráfica: Nathalia Galgani.

 

Felipe De la Parra Vial.

 

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