Crédito: Jorge Ianiszewki.

Hace 39 años en el frontis de la Biblioteca Nacional, en un mayo como éste, los artistas agrupados en el Coordinador Cultural se tomaban las escalinatas en un acto de rebelión a la dictadura, convocando a la Protesta Nacional en respuesta al llamado de los trabajadores del Cobre. Sus letreros solo decían sus pertenencias: teatristas, músicos, fotógrafos, pintores. Solo un lienzo decía “Artistas de Chile exigen retorno a la Democracia”.

Esta imagen resulta imborrable en la memoria colectiva de la cultura en Chile ya que rompía las prohibiciones impuestas por el régimen pinochetista. De hecho, el diario “El Clarín” de Buenos Aires publicaba al otro día, en primera página, la fotografía de la protesta cultural.

La imagen de nuestras cantoras -entre ellas, la famosa “Miriam” del dúo “Sonia y Miriam”-, escritores, actores, pintores, sentados en las escalinatas de la Biblioteca Nacional, están destacados en la exposición permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid desde 1987, con autoría del talentoso fotógrafo chileno Jorge Ianiszewki, miembro de la Asociación de Fotógrafos Independientes, AFI, en aquel entonces.

En estas mismas escalinatas en el octubre del 2019, en la revuelta social, los músicos agrupados en las “Mil guitarras por Víctor Jara” entonaban “El derecho de vivir en paz” junto a miles de personas que marchaban a la Plaza Dignidad.

Por eso, no es extraño lo que está sucediendo desde este 25 de mayo en la Biblioteca Nacional.

Solo que ahora sucede en el epicentro del Archivo de Música en el corazón de la Biblioteca Nacional, donde se celebra la donación de los registros musicales del Sello “Raíces” por sus fundadores Ramón Andreu Ricart[1], junto a su compañera y angelita, Silvia Muñoz Accardi.

Y no es extraño que se escuchen las voces de los músicos y escritores de los años 80, como una conjunción en un Chile actual que vive un cambio civilizatorio con la Nueva Constitución, donde nuestros artistas llegan cantando para quedarse en la casa de todos, la Biblioteca Nacional, para quedarse por siempre en su Archivo de Música con las nuevas generaciones.

La Toma de la Biblioteca Nacional

Por si alguien no se ha dado cuenta, este 25 de mayo ha comenzado la toma de la Biblioteca Nacional. Los jóvenes deberán estar en alertas con sus guitarras y bombos para espantar el miedo de la historia más oscura del país, para que nos les cuenten cuentos.

El sello Raíces lo canta en sus grabaciones.

Escucharán las metáforas en ristre para defender la alegría. No tendrán necesidades de hacer barricadas ante la palabra de Neruda, la Mistral y los cantos de la Maestra de Chile Margot Loyola, Osvaldo Cádiz, Gabriela Pizarro, entre tantos representantes de la tierra.

El sello Raíces lo canta en sus grabaciones.

El incendio de la creatividad necesitará que cada uno afine sus oídos para escuchar la historia de lo que hicieron los artistas y pongan en vuelo a sus vihuelas para entender que son canciones escritas para el futuro, de lo divino y lo humano para el sueño americano.

¡El sello Raíces tiene la culpa, señoras y señores!

Ahí están todas y todos. Están revelando los secretos de la unidad de los artistas con el pueblo, de los territorios. Se están juntando para cantar y recitar poemas. Están creando una vez más un Estado Cultural que cruza toda la sociedad. Hablan de plurinacionalidad, de los primeros pueblos, cuando nadie lo hacía…¡Y la cantan! Son interculturales.

¡Dios nos pille confesados! Eso no puede estar sucediendo en un país que él Estado ha sido subsidiario y que todo tiene sentido con el dinero.

¡Y escuchar sus canciones es gratis!

Yo acuso al sello Raíces y a la Biblioteca Nacional por juntar la historia con el futuro del país. De estar volviendo al futuro. Me acuerdo perfectamente de haber visitado a Ramón y Silvia en un departamento de la calle Cóndor y haber planeado el sueño de la libertad y la igualdad. Y hoy me lo explico que desde aquel entonces escribían la nueva carta magna de Chile a punta de versos y de grandes artistas. Echaban “Raíces” en plena rebelión.

El sello Raíces lo canta en sus grabaciones.

Escucho a “Chile, ríe y canta” y me estremezco. Pasa lo mismo con las voces de Juvencio Valle e Inés Moreno y sus versos. Vienen los primeros que se atrevieron en las Peñas después del golpe, cantores valientes que recibieron el pago del olvido.

¡No puede ser cierto! El sello Raíces reconocía los territorios de Arica a Magallanes con los Folcloristas de la Conacof y de la Amfolchi.

Ellos ya deben haber sabido que iba a existir una Cámara Regional. Si sus registros guardan a los payadores y los cantores populares. Por ejemplo, solo por dar un par de ejemplos, grababan a los hermanos Morales de Lolol y a don Críspulo Gándara.

No lo pueden ocultar sus registros: tenían la cueca de cómo se bailaba desde el norte hasta el sur. Eran regionalistas cuando Chile limitaba en Santiago.

Con Neruda sucedía algo parecido en los 80.  No podía morir. Todo el mundo repetía su nombre en la vieja tradición teatral para que siguiera vivo. El sello Raíces difundía el Canto General y Neruda volvía a cantar como si fuera la primera vez para denunciar a los malditos.

Señoras y señores, el “apagón cultural”, la censura, el asesinato de Víctor Jara, la persecución y los detenidos desaparecidos en dictadura, no pudieron callar a nuestros artistas. Ellos fueron encendiendo una a una las luces de la épica popular por la democracia. La belleza de la creación fueron sus banderas.

El sello Raíces lo cantó, lo canta y lo cantará ahora en la Biblioteca Nacional, en el Archivo de la Música. Su legado está vigente y es parte del plan de futuro de un Estado Cultural.


[1] Premio Nacional de Cultura Tradicional 2017; Premio Nacional a la Trayectoria Margot Loyola Palacios 2021; y declarado miembro de honor del United Nations of the Arts & Sciences UNOTA-UNESCO.

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