El profesor Gastón Soublette con el autor, Alfredo Saint Jean Domic.

Carta abierta al Consejo de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, para la sesión ordinaria número 8.

Santiago, 12 de diciembre 2019.

Señora ministra, señores subsecretarios, integrantes de este Consejo Nacional:

Siendo 12 de diciembre de 2019, y habiendo transcurrido casi dos meses desde que se iniciara el denominado estallido social en Chile, en el rol que me corresponde como miembro de este Consejo representando al mundo de las artes con el respaldo de cerca de 50 instituciones culturales que apoyaron mi candidatura a este cargo, siento la responsabilidad de exponer lo siguiente:

Acepté esta postulación y nombramiento porque considero al Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio la instancia más importante de participación ciudadana en el ámbito cultural y la participación, a su vez, es una de las señales más saludables de una democracia, pues propende al dialogo, a la escucha activa de las comunidades, en un marco de respeto y entendimiento mutuo.

Cuando en el mes de mayo me presenté ante la comisión de educación y cultura del Senado para que ésta pudiera pronunciarse sobre mi postulación al cargo, mencioné que, desde mi perspectiva, la manera en que debemos abordar la cultura hoy era “reconociendo el valor del pasado, viviendo el presente y soñando el futuro”. Es por ese motivo que me dirijo a ustedes porque nuestro presente nos llama y exige ciertas acciones que sinceramente no estoy viendo por parte de esta institucionalidad sumida en una parálisis contemplativa que sólo agudiza el daño que podemos hacer al país en estos tiempos, la omisión, el silencio y la indiferencia son hoy actos intencionados frente a la gran movilización social, pero sobre todo frente a hechos que no podemos ignorar como mujeres y hombre de la cultura.

Lo que señalaré no es nuevo para ustedes, porque ya lo han escuchado en el marco de la preparación para la Convención Nacional de Cultura que se iba a realizar en octubre y es la importancia que otorgo a la palabra respeto, tanto que, solicité que fuera éste un concepto que se acogiera desde el título de la misma. Bajo esta premisa, insistí para que dentro de las mesas de trabajo se incorporara la situación laboral y de seguridad social de los y las trabajadoras del sector del arte y la cultura, es decir, la dignidad; además del tema de la diversidad cultural, como herramienta para la paz. Hoy, a la luz de los acontecimientos, reitero lo que señalé, en su debido momento, encendiendo esta alerta para reenfocar la mirada hacia las preocupaciones urgentes, la recomposición de las confianzas con los trabajadores de la cultura, instando al diálogo democrático y a la búsqueda de caminos conjuntos, desde la institucionalidad, para cumplir con nuestro rol de  volcarnos hacia una ciudadanía ávida de participación cultural, cansada de la marginación y la displicencia, tratándola con el respeto que merece.

También las actas de este Consejo darán cuenta que, una vez desatado el estallido, traje de vuelta estas propuestas, porque las sigo considerando fundamentales, y en el contexto de la emergencia son aún más necesarias. En esa misma sesión planteé algunas exigencias que me parecían mínimas para que pudiéramos restablecer el diálogo desde el Estado hacia el sector cultural, entre ellas, retirar a los militares de las calles, retractar los recortes aplicados en el proyecto de ley de presupuesto 2020, tanto a 5 emblemáticas instituciones culturales, como al CNTV y el fondo audiovisual, así como revisar en el mismo proyecto la reformulación de fondos de asignación directa que se abrían a entidades privadas con fines de lucro y retirar de los fondos de cultura la exigencia de cofinanciamiento en proyectos, lo que genera una brecha entre personas e instituciones que cuentan con “caja” para enfrentarlos y aquéllas que no. También sugerí en esa instancia que el Gobierno renunciara a su proyecto de la “Galería de la Democracia”, tanto por el uso de recursos del presupuesto de cultura, como por lo inoportuno que resultaba en este contexto insistir con un proyecto que ha levantado sospechas de pretender relativizar precisamente “el valor del pasado”.

Debo decir, que afortunadamente, varias de estas propuestas fueron tomadas en cuenta, la última de ellas hace dos días, con el retiro del proyecto de la “Galería de la democracia”, que demuestra la voluntad de la ministra Valdés de escuchar a este Consejo, pese a no ser un órgano vinculante, pero que debe funcionar como un canal para a expresión de la comunidad artística y cultural. Reconocer también, que la ministra de las Culturas, ha sido de las personas, en el gabinete del presidente Piñera, que ha condenado las violaciones a los Derechos Humanos, tanto en una carta enviada a todos los funcionarios y funcionarias del Ministerio, como públicamente a través de Twitter, pero debo decir también, que fue una condena genérica y no a modo de reconocimiento, por ello a esta altura, esas declaraciones resultan insuficientes y marginales.

No es aceptable que hoy día estemos siendo testigos de la violencia de Estado que ha devenido en graves violaciones a los Derechos Humanos, según lo constatan, tanto Amnistía Internacional, como Human Rights Watch, y recientemente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que además ha hecho un llamado a que las autoridades ordenen el cese inmediato del uso desproporcionado de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad del Estado; Menos aceptable resulta que las autoridades políticas y militares hayan recibido el primero de estos informes  (el de AI) con una negación total, en lugar de abrirse a solucionar los graves errores cometidos; No es aceptable que la cifra de muertos durante este estallido haya superado la veintena; No es aceptable que en menos de dos meses tengamos cerca de 300 personas con daño ocular severo, incluyendo a dos personas con ceguera total producto del descriterio e irrespeto de los protocolos por parte de las fuerzas policiales del país; No es aceptable que las autoridades políticas (Ministros del Interior y Presidente de la República) no hayan frenado a tiempo esta violencia teniendo a la vista toda la información necesaria para hacerlo. Esto demuestra que no estamos aprendiendo de nuestro pasado, porque en el pasado cercano de Chile teníamos los antecedentes suficientes como para haber reaccionado de mejor manera y no cometer los mismos errores, ni mucho menos relativizar el valor de los derechos humanos, porque cuando se reprimen violentamente las manifestaciones se reprime la expresión cultural de un pueblo y eso, desde este lugar debiese ser, sin ninguna vacilación, inaceptable.

En este escenario que les relato, debo decir que me he cuestionado si seguir conformando este Consejo Nacional que, si bien, no es subordinado político del Gobierno en ejercicio, es un vaso comunicante entre éste y el sector cultural, del que soy parte. Siempre he sido partidario del diálogo, y no sólo acepto la diversidad, sino que la celebro. Siempre he estado dispuesto de colaborar en el entendimiento, especialmente si es con una contraparte con la que tenemos diferencias, pero este diálogo, como señalé al comienzo de esta intervención, debe desarrollarse dentro de un marco mínimo de respeto y entendimiento mutuo, y ese marco es para mí, la defensa irrestricta de los Derechos Humanos. Mi decisión ha sido permanecer en mi cargo, y asegurarme que este Consejo transmita con claridad la expresión, cada vez más difícil de ignorar, de una ciudadanía que pide rectificar los graves errores cometidos en materia de Derechos Humanos, avanzar en verdad, justicia y reparación y aportar en la construcción de este nuevo Chile, que definitivamente debe volver la mirada hacia la dignidad tan anhelada con la cultura como uno de sus ejes centrales. Aprovecho de instar a los demás consejeros y consejeras a reflexionar sobre su posición y rol en este levantamiento social, pues si no adoptamos una posición firme y activa frente al actuar del gobierno, mientras permanezcamos sentados acá, de alguna manera somos, por omisión, cómplices de su accionar.

Quisiera terminar recalcando, que desde que asumí este cargo, mi compromiso es y ha sido, ante todo, con quienes represento, el mundo de las artes.

Muchas gracias.

Alfredo Saint Jean Domic

Consejero Nacional

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