La imagen se trata de otra función en el marco del Seminario de Teatro Debate Práctica en Comunidad.

Yani Núñez es precursora y protagonista de lo que se llama “Teatro Debate”, propuesta estética de las artes escénicas que deriva del “Teatro Espontáneo” desarrollada por el brasileño Moyses Aguiar, del cual fue alumna y discípula.

“El teatro espontáneo, -describe Aguiar- es pues, históricamente el puente que une el psicodrama y el teatro. Para investigarlo he trabajado con la hipótesis de que la experimentación y la reflexión en ese campo pueden proporcionar ayudas relevantes para el psicodrama, tanto en términos de estrategias operacionales como en términos de profundización conceptual”. Su visión desarrolló el Teatro Debate que permite abrir los sentidos donde el Teatro Espontáneo multiplica la mirada y abre otros territorios para explorar.

Lo cierto que, más allá del marco teórico de la propuesta, el hacer del Teatro Debate de Núñez es muy potente para quienes participan, porque se trata de una experiencia escénica en que los que eventuales asistentes terminan junto a los actores profesionales unidos en una propuesta-ejercicio donde todos son los protagonistas principales. El sentido de pertenencia devela la clave principal para que todo resulte en esta función teatral única.

Eso sucedió el sábado pasado, donde una decena de jóvenes, venidos de las luchas cotidianas en la Plaza de la Dignidad, en algunos casos miembros de lo que se conoce como Primera Línea, actuaron su propia historia desde juegos y dinámicas.

Yani Núñez Salazar.

La fórmula del Teatro Debate está basada en el rigor del buen teatro y en las leyes que hacen del drama un arte milenario en el hombre.

El “efecto del distanciamiento” propiciado por el teatro pedagógico de Bertolt Brecht se hace presente en el Teatro Debate, no tan solo desde la razón pura, sino y principalmente, desde la fortaleza del sentir, de la emoción de los participantes, porque se encuentran con sus verdades una y otra vez en el desarrollo de las acciones. En varios pasajes de las interpretaciones de los asistentes, todos reflexionamos y varios sufrieron y revivieron momentos que los llevó al quiebre emocional e incluso al miedo.

Lo mismo sucede con la vieja ley escénica de “la verdad teatral”, que hace que a pesar de la ilusión del escenario, la escenografía y los actores, el público asistente “crea lo que está sucediendo” a pesar que sabe que son personajes que se interpretan y todo sucede en un espacio inventado. Eso también sucede en el Teatro Debate, que sin escenario convencional (solo un espacio abierto y libre), la construcción del relato se cree y se crea desde el primer momento. Nadie piensa, siente que está en un espacio ilusorio.

Lo que explica, a mi parecer, es el reflexionar y creer lo que se está actuando en su inspiración humanista, antropocéntrica desde el fundamento de la ética, de la maravilla humana. Eso se refleja en los participantes de esta “obra” que elaboran una identidad, que si bien es individual, tiene, finalmente, una fuerte identidad colectiva.

Estremece constatar que los participantes desnudan sus almas en un juego en que todos saben que es un juego, pero que son parte de la realidad que viven.

En el transcurso del trabajo del Teatro Debate se interpela a la sociedad individualista y desarrolla preguntas más que respuestas. Es un teatro inteligente, que basa su trabajo en la relación de los elementos en búsqueda de un tercero.

La experiencia de vivir y actuar el Teatro Debate es un ritual de iniciación, donde los participantes mueren de lo que eran al llegar y vuelven a nacer cuando termina la función.

La escena final, donde elegí estar en la fuerza represora (con lo cual quedé frente a todos), me dio la oportunidad de ver el cuadro de los jóvenes suspendidos en el aire con sus diferentes roles que vivieron en la obra y que viven en la realidad en las calles del Chile de hoy. Un retrato multicolor con los jóvenes llenos de energía y esperanza.

Vivir el teatro así, sin duda, es mágico. La obra construida por CerroEscuela, encabezada por Yani Núñez,Wilfredo Aliana y Diego Jerez  y los actores-facilitadores José Díaz, Claudia Oyola, Alopaa Fierro, Paulina Salcedo, Rodrigo Araya y Alejandro East, es extraordinaria. Ellas y ellos son verdaderos magos y convincentes magas.

Sin embargo, la invisibilidad de CerroEscuela y el Teatro Debate tienen tareas pendientes en la cultura nacional. Es necesario que su experiencia se multiplique y sea conocida y reconocida por sus pares. Falta, tal vez, un documental o un libro que devele sus claves para que se repita en todas partes. Por de pronto, tienen a su favor el talento y la idea para que esta semilla brote en terreno fértil. Los jóvenes venidos de la revuelta social desde sus sueños y anhelos fueron testigos y actores de una obra que recién comienza. El telón aun no se cierra.

 

Felipe De la Parra Vial

Director

Entrama Cultural

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